Metodo no invasivo

Otorgaron el Nobel de Medicina a dos pioneros de la resonancia magnética

Son el estadounidense Paul Lauterbur y el británico sir Peter Mansfield. Compartirán un premio de 1,3 millón de dólares.

Autor/a: Valeria Roman (Diario Clarín)

El cuerpo humano está formado en sus dos terceras partes por agua. Y en esa sustancia, compuesta por un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno, se hallan muchas de las claves para saber cuán enfermo se puede estar. En esta idea está basada la imagen por resonancia magnética, el método que revolucionó los diagnósticos en la medicina.

Los ganadores del Nobel de Medicina 2003 son los que hicieron posible ese cambio, según lo anunció ayer el Instituto Karolinska de Suecia. Ellos son el estadounidense Paul Lauterbur y el inglés Peter Mansfield, que compartirán el premio de 1,3 millón de dólares.

Antes de sus contribuciones, la ciencia mantenía pendiente la cuestión de ver los tejidos y los órganos del cuerpo humano sin invadirlos y sin producir dolor. Pero con más precisión y detalle que otras técnicas. Ya estaban disponibles las radiografías y las tomografías -que usan los rayos X- y las ecografías, por medio de haces de ultrasonido.

Los aportes de Paul Lauterbur y Peter Mansfield en la década del setenta sumaron el método de la resonancia magnética como una herramienta poderosa para mirar qué está pasando dentro del cuerpo cuando algo está fallando.

La resonancia magnética como técnica ya estaba siendo usada para detectar cambios en los átomos en productos químicos. Al principio de los años 70, los ganadores del Nobel de Medicina 2003 hicieron contribuciones pioneras que condujeron a las aplicaciones médicas de la resonancia.

"Cuando a un paciente se lo somete a una resonancia magnética, su cuerpo queda envuelto en un campo magnético -explicó el doctor Francisco Eleta, profesor de diagnóstico por imágenes de la Facultad de Medicina de la UBA-. Bajo esas condiciones, las células humanas emiten ondas de radiofrecuencia. En la periferia del cuerpo se colocan bobinas que son antenas y recepcionan las señales emitidas por las células" . Luego, la información captada es analizada y traducida en una imagen por computadora.

En realidad, la resonancia permite captar las pequeñas variaciones en los núcleos de los átomos de hidrógeno que forman el agua contenida en el cuerpo humano. Así, permite obtener una imagen tridimensional de la estructura química de los tejidos.

Para llegar a eso, el químico Paul Lauterbur descubrió en 1973 la posibilidad de crear una imagen bidimensional al introducir gradientes en el campo magnético. Al analizar las características de las ondas de radio, Lauterbur pudo determinar su orígenes. Esto hizo posible precisar de qué parte del cuerpo venía cada señal que se registraba. "El trabajo de Lauterbur posibilitó ubicar espacialmente las señales que se recepcionaban", comentó el doctor Eleta.

Por separado, el físico Peter Mansfield desarrolló el uso de gradientes en el campo magnético. Demostró cómo las señales pueden ser matemáticamente analizadas, lo que hizo posible desarrollar una técnica más útil de visualización. Además, demostró que todo se podía hacer con mayor rapidez.

La resonancia resultó utilísima. Porque se pueden registrar diferencias en el contenido de agua entre tejidos y órganos. En muchas enfermedades, el proceso patológico resulta en cambios en el contenido de agua, y esto se refleja en la imagen ofrecida por la resonancia magnética. Si bien es considerado ahora un método de rutina, recién se empezó a utilizar en la Argentina en la década pasada. En la actualidad, un examen con esta técnica puede costar entre 150 y 300 pesos.

"La resonancia magnética se usa hoy como un estudio complementario -afirmó Santiago Rossi, del Centro de Diagnóstico Dr. Enrique Rossi-. No es invasiva y aporta información para decidir qué tratamiento se le dará al paciente".

En el mundo, durante 2002, se realizaron 60 millones de prácticas de resonancia magnética y se utilizaron 22.000 cámaras. El método aún sigue desarrollándose y se buscan nuevos usos.