Músicos

Fito Páez, desde España

La revista dominical del diario español El Mundo dedica un extenso reportaje al artista argentino. ¿En qué anda Páez?

Autor/a: Por IntraMed

P. ¿Se siente como si su vida empezara de nuevo?
R. Sí, hay momentos en que la vida te regala eso: como una posta en medio de la vida, llegas, te paras y renaces.

P. Sus discos son a veces como cardiogramas y éste viene cargado de desamor. ¿Tanto manda el corazón en su vida?
R. Sí, yo creo que sí. Los asuntos del corazón son los que más me importan. Pero con los años aprendes a quitarle un poquito de impronta sentimental a algunos hechos: hay que seguir, uno no puede quedarse en el mareo que produce la pasión, por qué a mí, por qué a mí; no, eso es una forma adolescente de pasión.

P. O sea, que viene usted madurado, ¿no?
R. Se supone que sí, aunque es una palabra que tiene mala prensa.

P. La posta de los 40, ¿cierto?
R. Claro, y la verdad es que están buenísimos los 40 (cumplidos el pasado marzo). Claro que se nota, dejas de perder tanto el tiempo y vas a lo que vas.

P. Cuando conoció a Cecilia Roth (1992) hizo un estribillo que se convirtió en un gran hit, “nadie puede y nadie debe vivir sin amor”. ¿Cuál sería ahora su estribillo?
R. “Es hora de volver a mí” (se ríe).

P. En una entrevista del 99 decía: “No quiero ni imaginar lo que haría si Cecilia me dejara”. ¿Lo que hizo fue encerrarse a escribir estas líricas?
R. Sí, y empecé a andar más suelto por la vida. Escribí y toqué mucho en esa época, estaba de gira cuando nos separamos, y eso fue fantástico, porque todas las tensiones se transformaban en el escenario. Fue el año pasado, sí. Uno está en el mientras tanto, porque en la vida pasa de todo, la gente se encuentra y se desencuentra, va y viene, y sin duda Ceci es una persona muy importante en mi vida.

P. Su vida, labrada a base de subidas y bajadas al infierno, ¿verdad?
R. Sí, aunque quisiera desmitificar esto un poco. El infierno es volver de la guerra sin las dos piernas, pero mis excesos no son así: son muy egoístas, no son más que la experiencia del goce. Estar colgado a 5.000 metros en el Himalaya, eso sí es riesgo, pero un tipo dentro de un cuarto metiéndose droga y escribiendo, me resulta...

P. ¿Frívolo llamarle infierno?
R. Exactamente. Se goza mucho ahí adentro; la vida de un escritor o de un músico es muy gozosa.

P. ¿La madurez, que decíamos, no le ha curado el exceso?
R. No, yo soy excesivo, pero me comunico con el mundo: no me van a encerrar en un loquero.

P. Fito, después de vender como el que más, dobles discos platinos, giras mundiales, su propia película, ¿esto es lo que toca, este desamor?
R. No creo. Uno va haciendo cosas y su vida personal se enreda en ellas. Me pasó haciendo la película, que de golpe vi una escena, un diálogo a través de la pared, y entendí que era yo hablándole a la tumba de mi madre. Uno piensa que está contando cosas de otro y está contando de sí mismo.

P. ¿Por qué no funcionó Vidas privadas, su película?
R. Pese a las malas críticas de los grandes medios, sigue dando ganancias. No, no me ha arruinado. Y yo sigo, ahora estoy con el próximo guión, que será una comedia de tono Cassavettes.

P. La historia de esa mujer (Cecilia Roth encarna a una mujer que padece las secuelas psicológicas de la tortura a manos de los militares argentinos), ¿podría ser la historia de su mismísima madre?
R. No sé, pero ahí hay una relación que no tuve con mi madre, porque murió cuando yo tenía ocho meses. Habré filmado mi Edipo. Uno sabe cada vez menos sobre lo que escribe y lo que hace.

P. Perdone que le haga esta pregunta, que es puro desconocimiento, la muerte de su madre y luego la de sus abuelas, ¿tuvieron algo que ver con la dictadura?
R. No, mi madre murió de forma natural. Lo de mis abuelas fue un asesinato en un barrio de una ciudad, una cosa atroz. Y en la película está esa ausencia, pasada por el tamiz de la realidad argentina.

P. Su infancia se alimentó de fútbol, tangos y jazz, ¿la infancia es la patria del artista?
R. No, no estoy de acuerdo. Yo creo que no hay patria. En esa sentencia hay una melancolía con la que no estoy de acuerdo. Recuerdo otra, de Michi Panero en El desencanto, que decía: en la infancia se vive y después se sobrevive. Joder, no, que nadie te diga lo contrario: la vida empieza a los 40 (grandes risas).

P. ¿Le preocupa ahora la infancia de su hijo (Martín, 4 años, adoptado junto a Roth)?
R. Me divierte y aprendo mucho. Me fascina atender cómo va armando su mundo, craneando sus ideas: es genial, un momento extraordinario.

P. ¿No se lo pierde?
R. A veces sí, paso hasta dos semanas sin verlo, pero él está empezando a comprenderlo y ya no me devuelve reproches: divino. También con su madre anda dando tumbos por el mundo, en los rodajes, pero entre los tres tenemos una relación genial.

P. Fito, se echa de menos en Naturaleza Sangre su mirada al exterior. ¿Es quizás el disco más intimista de todos los que ha grabado?
R. Sí, es muy para dentro: es yo. Pero tampoco sé si quiero escuchar a Sting hablando del 11-S, ¿sabes? No sé si quiero que un cantante me explique el conflicto de Irak.

P. Sus anteriores discos, sin embargo, reflejaban de forma personal la realidad sociopolítica.
R. Sí, la realidad argentina. Igual... El otro día escuchaba la letra de Volver a mí y pensé que podría ser una canción que cantara la Argentina. O Salir al sol : como una arenga a los argentinos, despiértense ya, cabrones, vamos.

P. ¿Diría que hay un pequeño atisbo, de futuro?
R. Sí, sí, hay un querer, y hay un hombre con una voluntad política importante, que es Kirchner, y un cerebro, que es Duhalde, que armó un mapa para tomar decisiones y levantar cabeza.

P. Fito, usted que tanto debe de saber sobre el olvido, ¿cómo se conjuga con la memoria necesaria?
R. Yo reclamo mi derecho a la memoria, pero también a mi olvido: no me jodan con la moral de la memoria. Hay cosas que uno necesita olvidar para poder seguir. (Silencio). Me da pudor hablar de esto, pero... Después del asesinato de mis abuelas llevé conmigo durante mucho tiempo la escena de los cuerpos, el cuchillo, los balazos, siempre conmigo, pero llega un momento en que tienes que dejarlo para dar el próximo paso; o olvidas o te hundes.

P. ¿A ustedes los argentinos les falta memoria?
R. Sí, y ahora no quiero caer en la ingenuidad de las otras primaveras argentinas, como la Alianza, el alfonsinismo o el menemismo, porque cada vez soy más escéptico, pero tengo la sensación de que esto está bueno.

P. Ha vivido largas temporadas fuera de su país y siempre ha vuelto, la última vez en el peor de los momentos, el del corralito. ¿Es una forma de compromiso?
R. Esos son los momentos en que tienes que estar con tu gente. Además, es ahí cuando se gestan las cosas: la gente se reúne, discute..., y a mí me gusta participar y aprender.

P. ¿Qué le parece que Aznar haya denegado a Garzón la extradición de los militares argentinos?
R. Supongo que responde a un enredo político. Garzón no es un hombre del PP, y Aznar defiende los intereses españoles allí.

P. Y esos intereses, ¿qué tienen que ver con la dictadura?
R. Bueno, por lo menos es algo conflictivo que Aznar prefiere evitar, seguro. Y a mí, por otro lado, me parece bien que se les juzgue en Argentina.

P. ¿Cree que algún día se darán las condiciones para un juicio justo?
R. Yo creo que sí: está todo planteado para que así sea.

P. Fito, ¿sigue siendo “el mejor músico del mundo”, como un día le dijo a Sabina?
R. ¿Yo? Ésas son las escenas que Sabina inventa. La música te permite darte cuenta cada día de lo poco que sabes, porque es infinita.