Existen diversos factores, la mayoría propios de la vida civilizada actual, que predisponen a la génesis y progresión de la ateroesclerosis así como a los cuadros agudos de esta enfermedad, y que son conocidos como factores de riesgo cardiovascular. Algunos son inmodificables, como la edad, las predisposiciones hereditarias o el sexo. Otros son modificables, como la hipercolesterolemia, la diabetes, la hipertensión arterial. Y por último otros son modificables pero se los debería considerar erradicables, tal el caso del sedentarismo, la obesidad y el tabaquismo.
La hipercolesterolemia es el aumento del colesterol en la sangre, ya sea del colesterol total o de su partícula LDL. Ambos casos predisponen a su depósito en las paredes arteriales. El nivel óptimo de colesterol total debe ser menor de 200 mg/dl y de LDL menor de 130 mg/dl. En caso de padecer manifestaciones de ateroesclerosis o de tener un alto riesgo por acumulación de varios factores, estos niveles deben ser menores. Y no se debe temer a cuanto descender el colesterol, porque cuando más bajo mejor. Exceptuando casos poco frecuentes de hipercolesterolemia familiar, es característico que esta aparezca después de la cuarta década de la vida en los hombres y después de la menopausia en la mujer. En la mayoría de los casos es consecuencia de dietas inadecuadas, plenas de grasas, a lo que contribuye el sedentarismo y la obesidad, factores todos que también predisponen a la hipertensión arterial y la diabetes, padecimientos que a su vez agravan la hipercolesterolemia y viceversa. Por el contrario, la elevación de la fracción HDL por encima del 45% es un índice favorable, porque protege del aumento del LDL. La dieta es una de las formas de controlar la hipercolesterolemia reduciendo la ingesta de grasas saturadas y reemplazándolas por mono y poliinsaturadas en lo posible del tipo omega-3 tal como el aceite de soja.
La diabetes, especialmente la no insulino dependiente, suele hacerse evidente en la cuarta o quinta década de la vida, muy dependiente de los malos hábitos alimenticios, la obesidad y el sedentarismo. La diabetes y la obesidad están frecuentemente acompañadas de hipertensión arterial e hipercolesterolemia, que a su vez agravan la diabetes. Esta enfermedad acelera los procesos ateroescleróticos, al extremo de considerarse en la actualidad como una enfermedad cardiovascular, y debe exigirse en el paciente un rígido control de los otros factores de riesgo.
La hipertensión arterial suele estar relacionada con la obesidad, el sedentarismo y la hipercolesterolemia, y también tiende a aparecer en la cuarta o quinta década de la vida. Para su control existen diversos fármacos de reconocida eficacia, pero es imprescindible evitar los otros factores de riesgo y la ingesta excesiva de sal.
El sedentarismo y la obesidad son factores de riesgo erradicables, porque están en la voluntad del individuo su control, y favorecen la aparición de los otros factores: hipercolesterolemia, hipertensión arterial, diabetes. Ambos factores crecen frenéticamente en las poblaciones de los países desarrollados debidos a malos hábitos alimentarios, la utilización desmesurada del automóvil y las tareas laborales de oficina con poca movilización corporal.
El tabaquismo es de gran riesgo para las enfermedades cardiovasculares, especialmente por ser unos de los gatilladores de los accidentes agudos de las placas. No tiene atenuantes, debe erradicarse indiscutiblemente.
Como el lector puede apreciar, todos estos factores de riesgo conducen al exceso de colesterol y, como consecuencia, su depósito en las paredes arteriales. Y en todos ellos intervienen malos hábitos alimentarios. En este sentido, una dieta sana y adecuada, previene y protege contra este flagelo. En especial evitar las grasas animales, única fuente de colesterol, ya que los vegetales no tienen colesterol.
Un viejo proverbio chino escrito 2.600 años antes de Cristo, dice que los médicos superiores previenen la enfermedad, los mediocres la tratan cuando la sospechan, y los inferiores cuando es evidente. Sin duda que la mejor manera de evitar la ateroesclerosis es su prevención, combatiendo los factores de riesgo y, en especial, la hipercolesterolemia con productos dietéticos adecuados para su reducción.