Se denomina piercing a la perforación de la piel o capas adyacentes con el propósito de insertar un objeto metálico (arete).(1) Los orígenes de la perforación corporal y oral se remontan a los ritos ancestrales de las tribus africanas y mexicas, desde entonces muchas personas lo han hecho por razones religiosas, metafísicas, sexuales o estéticas.
En la actualidad para mucha gente ya no es considerado como una excentricidad, sino como parte de un estilo de vida. Sin embargo, en México, sigue estando lejos de la vanguardia en el tema. Como consecuencia de los cambios generacionales y modificaciones de las modas tradicionales, la moda de las perforaciones en los lóbulos de las orejas se ha ido expandiendo a otras partes del cuerpo, tales como nariz, ombligo, labio y lengua, entre otras. Esta práctica, aparte de ser incomoda, pone en peligro la salud de quien los utiliza.(2,3)
Los labios y lengua son dos estructuras móviles que, junto con las mejillas, son importantes para la expresión oral. Debido a su gran vascularidad, una mala perforación puede ocasionar una hemorragia o una lesión de importancia. La lengua es un órgano muscular dividido en mitades izquierda y derecha. La inervación de la lengua consta de tres tipos de nervios; los de la sensibilidad general, los de las sensaciones gustativas y motoras.
Las posibles lesiones que causa la perforación oral y la inserción de un objeto metálico (arete) son las siguientes:
La infección que se puede presentar por una cortadura en la piel o en los tejidos orales. Dado que en la boca encontramos bacterias, la perforación oral presenta un alto potencial de riesgo infeccioso, además, si el arete es manipulado aumenta este riesgo.(3-5)
El sangrado prolongado se presenta cuando se han dañado los vasos sanguíneos de la lengua y puede causar una seria pérdida de sangre.
La inflamación es un síntoma común después de la perforación oral. La lengua está en constante movimiento, pero debido a la perforación, puede perder movilidad, sensibilidad y complicar los procesos de cicatrización local.
Los efectos de la perforación oral pueden causar ablandamiento de las encías, ya que el arete está en contacto constante con las mismas; y como consecuencia puede producir una recesión gingival y posteriormente dejar la raíz del diente vulnerable a la caries y enfermedad periodontal.
El contacto con el arete puede astillar o romper el diente, de igual modo el diente puede ser dañado si tiene una restauración y si el arete lo golpea. Se ha especulado que la corriente galvánica de los aretes de acero inoxidable, en contacto con otros metales intraorales, puede causar sensibilidad en la pulpa del diente.(3,7,8) El arete puede estimular una producción excesiva de saliva y afectar la comunicación, pues interfiere con la habilidad de pronunciar las palabras claramente, al interferir en la fonación de algunas consonantes como son la L, T, R y S. Además de causar problemas en la masticación y deglución de los alimentos. Por otro lado, la aleación del metal usado en la manufactura del arete puede ocasionar susceptibilidad en la persona, produciendo alergia y dermatitis.(9,10)
Siempre existe la posibilidad de que los aretes se pierdan en la boca, si esto llegara a pasar, representaría un peligro para el individuo; ya que si va al tracto respiratorio puede producir asfixia con el perno, rosca del arete, barra o el aro. Otra posibilidad es que se vaya al tracto
digestivo y ocasionar daño en él. Existen también otras lesiones que aparentemente son causadas por la perforación, pero éstas afectan a todo el cuerpo del individuo y no sólo en el lugar de la perforación. La perforación oral ha sido identificada como un posible factor de transmisión para la hepatitis. Aunque no se han reportado casos de tétanos o tuberculosis, no se descarta la posibilidad de que estas enfermedades también sean transmitidas a la sangre del individuo con la perforación.(4,10) El propósito de esta investigación es dar a conocer las consecuencias de un piercing lingual y labial, ya que ésta es una práctica que se extiende cada vez más en la población joven y aun en la adulta.
Material y métodos
En enero del 2002 se tomó una muestra de 100 estudiantes de ambos sexos de los Colegios de Ciencias y Humanidades UNAM planteles Azcapotzalco, Vallejo y Naucalpan del área metropolitana de la Ciudad de México. Con edades entre los 16 y 21 años. Todos los individuos
fueron seleccionados por presentar perforaciones en lengua y labio o en ambas estructuras con la inserción de un arete en el sitio de la perforación con un mínimo de un año de habérsela realizado (Cuadro I). Se realizó una exploración bucal armada para determinar las lesiones causadas entre las que están: movilidad y desgaste dental, fracturas y fisuras del esmalte, sangrado y dolor periodontal y anomalías del lenguaje. No se consideró el tamaño, material y tipo de arete insertado.