Tercera edad

Regresión y desorganización en la senescencia

Es conocido el valor funcional del mantenimiento de las catexias en la edad avanzada puesto que la catexia liga y trata la energía.

Autor/a: Dr. Marion Pérouchon

Indice
1. Desarrollo
2. Regresión narcisista negativa
3. Fracaso de la regresión: desorganización
4. Bibliografía

Regresión narcisista positiva

La vida es un proceso constituido por desorganización y reorganización de donde emergen nuevas propiedades (Atlan, 1979). Es imposible no relacionar esta consideración de orden biológico con el juego de las pulsiones de vida, con el fenómeno de desintrincación-intrincación pulsional, con el movimiento regresivo y progresivo de la pulsión.

La regresión, ese retorno de la libido, separada de los objetos, sobre el yo, se observa frecuentemente en la edad avanzada. Pero, punto capital, esta regresión -a la que se denomina narcisista- será seguida o no por un movimiento progrediente benéfico.

Como se sabe, toda regresión induce un punto de fijación que, en tanto detención del recorrido retrógado, limita el trabajo de Tánatos. Si la regresión avanzase más podría desembocar en una temible desorganización. Así, la fijación representa un punto de intrincación pulsional frente al vector regrediente que desintrinca. Gracias al objeto incluido en la fijación, ésta detenta un valor positivo en el sentido de excluir una desobjetalización mortífera (A. Green, 1986). Y que la libido retorne a un objeto familiar indica la valencia intrínsecamente objetal de esta regresión que pese a todo sigue siendo narcisista. En esto -y junto con la Escuela Psicosomática de Paris que impregna el pensamiento de M. Péruchon-, esta regresión inscripta en el marco de una mentalización suficiente se opone a la desorganización (P. Marty, 1986; R. Debray, 1998).

Sin embargo, esta regresión, para actualizar su potencial dinámico, deberá estibarse a una reactivación progrediente mediante la ligazón a un objeto. Pueden formar parte de esta reactivación progrediente, en la edad avanzada, la reanudación de las mismas catectizaciones de otros tiempos pero disminuidas, o/y una redistribución de las catexias relativas a intereses antiguos que ahora se retoman, o a intereses completamente nuevos. Las sublimaciones, o los casos de creencias tardías o recuperadas, pertenecen a estas reorganizaciones.

Pero a veces sucede que, en la edad avanzada, los movimientos regrediente y progrediente tienden a reunirse a pesar de sus direcciones contrarias como un bucle que se encierra sobre sí mismo a partir de un mismo punto. En este caso, el movimiento progrediente, con su correlato objetal (A. Green, 1986), se volvería mayoritariamente hacia los objetos internos tomados como objetos externos, acusando así la polaridad narcisista de esta regresión. Si esta regresión resulta ser positiva, es porque el objeto interno sobre el cual se apuntala es suficientemente bueno, y autoriza así un refuerzo narcisista.

La regresión aparece así bajo el signo del vínculo (F. Duparc, 1997), vínculo con el pasado, con su historia, con su subjetividad y su identidad o simplemente vínculo entre representaciones. Vinculante, este tipo de regresión canaliza la energía al mantenerla pulsionalizada mientras realimenta libidinalmente al sujeto. Y si la función objetalizante se orienta más hacia los objetos internos que hacia los objetos externos -que por lo demás es lo propio del narcisismo-, esta regresión no descatectiza jamás totalmente la realidad externa.

Se percibe aquí el poder de unión de Eros con su carácter "expansivo-creador" (B. Rosemberg, 1997) que preserva las formaciones psíquicas anteriores en conjuntos ampliados, sintéticos y más complejos.