Para la investigación, evaluaron el flujo sanguíneo entre el feto y la placenta y monitorizaron los niveles del factor de crecimiento insulínico (IGF). Después del nacimiento, pesaron a los recién nacidos y registraron el tamaño de sus cabezas, como un indicador del volumen de sus cerebros.
Los especialistas descubrieron que el flujo sanguíneo entre la arteria que une feto y placenta era menor en las embarazadas fumadoras, con prejuicio placentario y restricción de nutrientes necesarios. Observaron también que la cantidad de IGF en la sangre del cordón umbilical disminuía en relación al número de cigarrillos fumados por la embarazada. Así, por ejemplo, los niveles de IGF-1 suponían una media de 70,2 nanogramos por milímetro en la no fumadoras. Por el contrario, en las embarazadas que fumaban 20 o más cigarrillos diarios era de 60,7 nanogramos por milímetro. En realidad, la reducción de un 10% a un 15% de los niveles de IGF producen una disminución semejante del total del peso y del crecimiento de la cabeza.
El bajo peso al nacer ha sido asociado ha un buen número de problemas de salud en la edad adulta, como riesgos de hipertensión, diabetes e infertilidad. Por otra parte, este estudio incluyó también a un grupo de mujeres que sólo abandonan el tabaco cuando supieron que estaban embarazadas. La función placentaria, los niveles de IGF y el tamaño de los neonatos, en estos casos, fue totalmente normal.
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