Los datos preliminares de una investigación publicado en 'British Journal of Cancer' muestran que no se ha encontrado relación entre la acrilamida –sustancia que se encuentra en algunos alimentos fritos— y el aumento del riesgo de cáncer. No obstante, muchos expertos critican este estudio por su metodología y argumentan que todavía no hay nada concluyente que absuelva a este componente de su posible culpabilidad.
El pasado año varios estudios encontraron que algunos alimentos fritos o cocidos a altas temperaturas –como las patatas fritas y las de bolsa, el pan y las galletas— contenían altos niveles de acrilamida, sustancia que incrementa el riesgo de cáncer en los animales aunque todavía no se ha probado que también lo haga en el hombre.
Un equipo de investigadores del Instituto Karolinska en Estocolomo (Suecia) y otro de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston (Estados Unidos) han explicado esta semana que, tras realizar un estudio, no han encontrado un mayor riesgo de cáncer de vejiga, intestino o riñón asociado al consumo de alimentos con altos niveles de acrilamida.
En el estudio se comparó las dietas de 987 pacientes oncológicos y de 538 personas sanas que habían enumerado sus hábitos alimenticios en los últimos cuatro años. Los participantes explicaron que habían comido unos 188 tipos distintos de alimentos, incluidos algunos que contenían niveles altos o medios de acrilamida. Tras analizar los datos, no se ha detectado ningún riesgo elevado entre las personas que habían consumido productos con alto contenido de esta sustancia.
El Centro para la Ciencia para el Interés Público, una organización canadiense de consumidores sin ánimo de lucro, ha informado que el nuevo estudio no ofrece la confianza suficiente de que la acrilamida sea segura para los humanos. También la Agencia Nacional Sueca que regula los alimentos ha comentado que no hay ninguna evidencia concluyente.
Mala metodología y resultados limitados
«Este primer estudio está limitado a unos tipos de cáncer, y son necesarias más investigaciones antes de que se pueda establecer si la acrilamida es un riesgo de cáncer para el consumidor», comenta Anders Glynn, un toxicólogo de la agencia gubernamental.
Robert Baan, un científico de la agencia de investigación oncológica de la Organización Mundial de la Salud, ha explicado que uno de los problemas del estudio es que está basado en encuestas hechas antes de que se descubriera la presencia de acrilamida en los alimentos. «La intención original del estudio no estaba enfocada en esta específica diferencia en los hábitos alimenticios, por lo que es todavía demasiado pronto para rechazar la posible relación entre algunos alimentos fritos y el cáncer», añade.