Parásitos

Toxocariasis y asma

La exposición humana a la toxocariasis resulta de la elevada prevalencia de esta parasitosis en perros y del gran número de animales que comparten el ambiente con los seres humanos.

Indice
1. Desarrollo
2. Respuesta inmune
3. Diagnóstico
4. Bibliografía

"El perro es el mejor amigo del hombre", afirma el dicho. Esto, sin duda, es cierto para muchas personas, especialmente niños, que tienen perros como mascotas.
Sin embargo, a pesar del cariño que se le tenga al animal, también es verdad que los parásitos del perro pueden ser los peores enemigos de los seres humanos, sobretodo de los niños, amas de casa, veterinarios y auxiliares de veterinaria, que por su condición están en contacto con estos parásitos, fundamentalmente uno de ellos llamado Toxocara canis.

Este parásito que puede crecer hasta los 10 centímetros y ser tan grueso como la mina de un lápiz, permanece en estado latente en el cuerpo de la perra y, una vez gestante, invade a los cachorros antes de su nacimiento. Los cachorros no desparasitados alrededor de las 2
semanas excretan huevos microscópicos de Toxocara en un número equivalente de 10.000 por cada gramo de heces. Estos huevos pueden sobrevivir hasta 3 años en el suelo, lo que eleva las posibilidades de infectar a los seres humanos que permanezcan en contacto con el piso y con el perro (1).

La toxocariasis humana es una zoonosis parasitaria causada principalmente por Toxocara canis, un nematodo de caninos, de la subclase Secernentea, del orden Ascaridida y de la familia Ascarididae, que infecta accidentalmente al hombre (2,3). El hombre se infecta por la ingesta accidental de huevos que contienen en su interior la larva en fase II. Luego de la ingesta, la larva se libera de sus envolturas en el intestino delgado proximal, y penetra en la mucosa. Posteriormente llegan al hígado por vía portal, continúan luego por el sistema venoso, acceden a los pulmones y, desde allí, por la circulación sistémica colonizan otros órganos, incluidos cerebro, corazón y tejido muscular (4,5).

El síndrome se caracteriza por fiebre, leucocitosis, eosinofilia persistente, hipergammaglobulinemia y hepatomegalia. Los síndromes clásicos asociados a toxocariasis humana son el síndrome de larva migrans viceral y el síndrome de larva migrans ocular (6). Existen otros menos reconocidos como la toxocariasis encubierta, asmatiforme, neurológica y subclínica (7). Estos últimos cuadros clínicos fueron descriptos a partir del desarrollo de la técnica de enzimoinmunoensayo (ELISA) para detección de antiantígenos excretores/secretores de la larva en fase II (8,9).

Epidemiología

La exposición humana a la toxocariasis resulta de la elevada prevalencia de esta parasitosis en perros y del gran número de animales que comparten el ambiente con los seres humanos. Los huevos de Toxocara eliminados por el perro no son infectantes, y requieren de un período de incubación en el medio ambiente bajo determinadas condiciones para llegar a serlo. Overgaauw demostró que los huevos excretados requieren al menos de 2 semanas de maduración con una temperatura de 15 a 35ºC para llegar a la fase II larval (10). Estos huevos son resistentes por su estructura, cáscara gruesa e impermeable, por lo que pueden perdurar viables por períodos prolongados.

En EEUU se ha demostrado que entre el 10 y el 32% de las muestras de tierra recogidas en parques y áreas de recreación están contaminadas con huevos de Toxocara. La población infantil manifiesta alguna historia de pica y la geofagia es el tipo de pica que confiere el mayor riesgo, ya que se asocia claramente con la posibilidad de adquirir el síndrome de larva migrans viceral.

En la década pasada, la Cátedra de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP publicó un trabajo donde concluye que el 8% de las muestras de materia fecal canina recolectadas en plazas y parques de la ciudad de La Plata están contaminadas con huevos de T. canis, y para el mismo lugar la prevalencia de T. canis en materia fecal canina es de 28,2% (en perros de hasta 6 meses) y 2,9% para perros de más de 5 años (11). La toxocariasis canina es cosmopolita y prevalente en regiones templadas y tropicales del mundo. No se conoce la real incidencia de toxocariasis humana ya que esta enfermedad no se notifica en el ámbito epidemiológico y es difícil su diagnóstico. El serodiagnóstico de esta zoonosis se basa fundamentalmente en la detección de IgG antitoxocara (12).

Más tarde, se han utilizado técnicas serológicas para detectar otros anticuerpos del tipo IgM e IgE (13,14). Por encuestas serológicas efectuadas con la técnica de ELISA realizadas en EEUU se determinó que la prevalencia es del 2,8% pero las tasas variaron de acuerdo con la edad, la raza y el nivel socioeconómico. Algunos estudios han aportado evidencias contradictorias respecto del papel de T. canis en el síndrome de asma bronquial. Desowitz y col. informan una seroprevalencia del 28% en 80 niños asmáticos en Hawai con respecto a 6,4% en 96 no-asmáticos (15). Taylor y col. compararon la proporción de personas serológicamente positivas para toxocariasis con y sin síndrome asmatiforme y no encontraron diferencias significativas entre estos grupos de pacientes (16). Buijs y col. hallaron una seroprevalencia del 8% sobre 1.379 niños alemanes, y de ellos el 7% padecía de asma bronquial (17).

Otro trabajo experimental demostró la relación de elevados niveles de IgE antitoxocara en plasma y la liberación in vitro de histamina por granulocitos basófilos (18), fenómeno que podría estar relacionado con la inflamación bronquial. En el año 1996, nuestro grupo llevó a cabo un estudio sobre frecuencia de detección de anticuerpos antitoxocara en pacientes concurrentes al Servicio de Alergia del HIGA "Prof. R. Rossi" de nuestra ciudad, hallándose un 27% de seropositivos, de los cuales el 74% presentaron asma (19).

Dos años más tarde, nos propusimos investigar la posible asociación entre asma bronquial y toxocariasis evaluando la presencia de anticuerpos de tipo IgG e IgE antitoxocara en suero y un test cutáneo de hipersensibilidad tipo I al antígeno excretor/secretor de T. canis. Luego de analizar los resultados verificamos que el 26,3% de los pacientes asmáticos incluidos en el estudio presentaron positividad en los marcadores serológicos IgG e IgE, así como también prueba cutánea positiva al Ag. secretor/excretor de T. canis (20).

*Presidente de la Sociedad de Alergia de La Plata.
Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra Libre de Alergia e Inmunología Clínica de Posgrado, Facultad de Medicina, UNLP.