La disfunción de la Articulación Temporomandibular (ATM) es un padecimiento que afecta al 60 por ciento de la población en general. En algún momento de su vida los individuos afectados por la ATM presentan dolor o incapacidad articular de grado moderado a intenso durante periodos de tiempo variables, y aproximadamente cinco por ciento de ellos requiere atención profesional dada la intensidad e incapacidad de la función articular. Se presenta con un alto predominio en mujeres de la tercera y cuarta década de la vida.
Frecuentemente la disfunción de la ATM es mal diagnosticada y se confunde con otalgias, neuralgias del trigémino, migrañas o cefaleas inespecíficas, en las cuales la sintomatología, exploración y los métodos auxiliares de diagnóstico sólo presentan cambios sutiles. Es decir, en la región facial donde se manifiesta la disfunción convergen múltiples padecimientos de presentación similar, con pequeñas diferencias y cambios poco perceptibles al clínico no experimentado o familiarizado con dicha alteración.
Su patología es variada: inflamatoria, degenerativa, traumática, congénita y neoplásica. En la disfunción de la ATM es complicado mostrar sus vías propioceptivas, sensitivas, sensoriales, psíquicas y reflejos al afectarse la intrincada red de los pares craneales V, VII, VIII, IX y X (trigémino, facial, auditivo, glosofaríngeo y vago) con su correspondiente asociación simpática y parasimpática que provoca alteraciones en el sentido cinético del dolor que varían en intensidad, duración y localización.
La disfunción de la ATM se presenta como un malestar o dolor de moderado a intenso en la región preauricular bilateral con incapacidad a la apertura bucal normal e irradiación del dolor a los músculos masticadores y periarticulares, así como alteraciones en la oclusión dental. A fin de facilitar su valoración clínica y diagnóstico, se han propuesto diversos criterios para su clasificación, de los cuales el más didáctico y clínico es el que se enfoca a la predisposición o factores desencadenantes de la disfunción:
Factores Intrínsecos:
Esta predisposición genética se refiere a la condición estructural de los tejidos comprometidos como los músculos, inervación, tendones, ligamentos, estructuras esqueléticas, oclusión dental y predisposición neuromuscular. Todos ellos revelan una predisposición a presentar este padecimiento.
Factores Extrínsecos:
La predisposición adquirida se puede observar a través de periodos, secuelas, alteraciones traumáticas de micro y/o macrotrauma de las articulaciones y sus estructuras periarticulares como ligamentos y músculos, que pueden llegar hasta la degeneración de las estructuras intraarticulares, por ejemplo, el cóndilo, disco articular y cavidad glenoidea, con los cambios degenerativos inherentes a sus componentes como proteínas y líquido sinovial hasta llegar a alteraciones artríticas severas, y la concomitante incapacidad a la apertura bucal que puede evolucionar a la anquilosis del cóndilo con la cavidad glenoidea.
La osteoporosis así como otros cambios patológicos nutricionales, hormonales o metabólicos pueden alterar las estructuras articulares a través de las modificaciones bioquímicas de componentes celulares como el líquido sinovial, ligamentos, músculos y terminaciones nerviosas. Así, los requerimientos proteicos de las vitaminas C, D, y E y minerales (calcio, potasio, fosfatasa y magnesio) como en todo sistema osteomuscular, tienen preponderancia para la salud o enfermedad de la ATM.
Durante la entrevista con la persona que sufre disfunción de la ATM, siempre se debe tener en mente que se requiere de una completa y adecuada información y un cuidadoso examen clínico que deberá reflejar cada uno de los datos aportados por el paciente, por lo que se debe establecer una estrecha relación médico-paciente desde la primera visita.
Actualmente la ansiedad, depresión y estrés son considerados los elementos más comunes para el desarrollo de lesiones articulares temporomandibulares, pues a pesar de no haberse corroborado cambios emocionales, aquellos propician una actividad muscular parafuncional. De ese modo, al examinar al paciente el médico debe encaminarse a conocerlo desde las perspectivas afectiva, laboral, financiera e intelectual.
Los individuos sometidos a fatiga psíquica por diversas causas sufren una sobrecarga funcional traducida en cambios morfológicos que inician como bricomanía o bruxismo con la consecuente disminución de la dimensión vertical, en las caras oclusales de las arcadas dentales, por espasmos de los músculos masticadores que entran en un incremento funcional permanente.
La reducción de la dimensión vertical por atrición de las superficies oclusales provoca una disminución del espacio interarticular donde el disco experimenta una sobrecarga o compresión entre el cóndilo mandibular y la cavidad glenoidea con la presencia de dolor e inflamación de la zona bilaminar o neurosensitiva del disco y el espasmo del músculo pterigoideo externo que se encuentra insertado en la banda anterior del disco articular, lo cual ocasiona su desplazamiento anterior y evita así su deslizamiento anteroposterior en los movimientos de apertura y cierre de la mandíbula durante la masticación con su consecuente repercusión en los movimientos del cóndilo.
ESTRÉS + TIEMPO= DISFUNCIÓN DE ARTICULACIÓN TEMPOROMANDIBULAR
El clic o chasquido articular tiene una relación directa o indirecta con las alteraciones patológicas de los músculos masticadores en estado de tensión constante. Cada grupo de fibras musculares contiene receptores de proteínas en filamentos para realizar su función de relajación y contractilidad a través de la miosina, actina, sodio y potasio, y para la despolarización y repolarización, dando así la elasticidad muscular o la contracción tetánica causada por disminución de la relajación y estimulación continua a la contracción que se traduce en bruxismo y movimientos parafuncionales del sistema muscular que perpetúan la enfermedad articular.