El tema de la privación de sueño y el de las largas horas de trabajo siempre ha sido objeto de debate en el mundo de la medicina. Recientemente se ha publicado un extenso artículo en la revista 'New England Journal of Medicine' que reabre la polémica sobre el exceso de horas de trabajo y los efectos que tiene la fatiga en el cuerpo del médico y de los pacientes.
Las maratónicas jornadas de trabajo de los facultativos están peor reguladas en este gremio que, por ejemplo, en aquellos que se dedican al transporte de materiales radiactivos. El problema es más grave en el caso de residentes y enfermeras, pero también llega a médicos experimentados. Muchos aprendices trabajan más de 80 horas a la semana, aunque también es común encontrar jornadas de 100 o 120 horas. Los periodos de guardia oscilan entre las 24 y 36 horas de trabajo continuo, aunque a veces pueden ser más largos. Y si en las guardias hay algún momento en el que se pueda dormir, se duerme, pero de forma fragmentada.
Otras profesiones, como la de transportista o piloto de aviones, donde la fatiga puede ser causa de serios daños, han logrado después de muchas negociaciones firmar unas condiciones que limitan de forma estricta sus jornadas de trabajo, algo que no ha ocurrido todavía en la profesión médica.
El efecto de la falta de sueño sobre las tareas de un individuo ha sido comparado en algunos estudios con la ingestión de alcohol. Se asegura que 24 horas sin dormir equivalen a una concentración en sangre de 0,10 de alcohol. Otros trabajos también afirman que la fatiga influye negativamente en el estado de humor de las personas, lo que aumenta los niveles de depresión, ansiedad, confusión y enfados en el médico.
Más difícil de probar ha sido que la falta de sueño deteriore de forma relevante la actividad clínica o que la fatiga del personal médico provoque a menudo daños en los pacientes. Además, a menudo se sugiere que las largas jornadas de trabajo son necesarias para proporcionar a los residentes un suficiente manejo del espectro de casos a los que en un futuro deberá enfrentarse. Según esta tesis, una reducción de horas de trabajo derivaría en una deficiente formación.
Encontrar el límite específico de horas de trabajo es la pieza central de los esfuerzos que se están realizando para prevenir la fatiga. Estos límites son necesarios si realmente se quieren erradicar algunas prácticas que suponen un alto riesgo para los pacientes. En este punto hay que tener en cuenta que los hospitales ahorran mucho dinero si sus trabajadores acceden a realizar largas jornadas, es decir, más de 80 horas de trabajo semanal y unas guardias de más de 30 horas. Sobre todo teniendo en cuenta que la hora de trabajo de guardia se paga más barata que la jornada laboral normal bajo el falso pretexto de que el médico está 'sólo por si pasa algo'.
El primer paso para ofrecer un servicio de calidad es garantizar que el médico ha dormido lo suficiente y está alerta para tratar correctamente a sus pacientes. Reducir las horas de trabajo y el número de guardias requeriría una sustancial reestructuración del trabajo clínico y un importante aumento del gasto. Las actividades de alta intensidad que se realizan por la noche deberían ser relegadas a la mañana en la medida de lo posible, por lo que el trabajo que era realizado por residentes pasaría a ser realizado por médicos experimentados. Y si las horas de trabajo de los médicos experimentados se viesen modificadas, los pacientes tendrían que ajustarse a los nuevos horarios para ser atendidos.
En Estados Unidos, los profesionales médicos están trabajando lejos de los límites que la sociedad considera aceptables en otros sectores. Esta práctica es incompatible con un sistema sanitario seguro y de alta calidad, por lo que debe adoptarse un programa integrado de medidas para prevenir el exceso de horas de trabajo y privación de sueño. Las reformas en curso son más indulgentes que las impuestas y aprobadas en otros trabajos de riesgo, por lo que si la profesión médica no emprende significativos cambios en cuanto a residentes y médicos experimentados, probablemente se vea forzado a hacerlo de otro modo, seguramente peor.