Toxina botulínica

Uso de la toxina botulínica A en cirugía colo-rectal

Los pacientes con fisura anal y hemorroides pueden beneficiarse con los mismos agentes terapéuticos que otros usan para volver a tener la apariencia facial de la juventud.

Autor/a: Dr. Mitka M.

Fuente: JAMA 2002 Jul 24-31;288(4):439-40



Los investigadores continúan descubriendo los beneficios de la toxina botulínica A para una diversidad de condiciones. La FDA (Food and Drug Administration) ha aprobado su uso para el tratamiento del blefaroespasmo, estrabismo, espasmo hemifacial, distonía cervical y arrugas del entrecejo.

La toxina botulínica es una proteína compleja producida por el Clostridium Botulinum, una bacteria anaeróbica que a menudo provoca una parálisis fatal en gente que ha ingerido comida contaminada. La toxina causa parálisis cerrando la liberación pre-sináptica de acetilcolina en la unión neuromuscular. Desde 1950 los investigadores han tratado de usar el efecto de bloqueo neuromuscular para eliminar los espasmos musculares relacionados con una actividad neural excesiva o para debilitar los músculos con propósitos terapéuticos.

Una presentación en póster de investigadores del Brigham and Women's Hospital de Boston, en el congreso anual de la American Society of Colon and Rectal Surgeons en Chicago, fomentó el debate sobre la eficacia del toxina botulínica A para el tratamiento de las fisuras anales crónicas.

El tratamiento aceptado en la actualidad para esta patología, causada por una presión de reposo elevada, es una esfinterotomía interna lateral para relajar el músculo, dando tiempo a la fisura para cicatrizar. Pero según Bruce Orkin, director de la División de Cirugía de Colon y Recto del George Washington University Hospital de Washington, existen riesgos asociados a este procedimiento. Concretamente un 5% de probabilidades de incontinencia anal. Según Orkin, el objetivo de la toxina botulínica es paralizar el músculo sin tener que cortarlo. Pero los estudios han dado resultados mixtos.

Los investigadores de Boston trataron de replicar los logros de sus colegas italianos, quienes en 1998 publicaron una tasa muy alta de éxito en el tratamiento de las fisuras crónicas con la toxina botulínica tipo A. (N Engl J Med. 1998; 338:217-220). En ese estudio, 11 de 15 pacientes tratados habían curado sus fisuras, en comparación con 2 de 15 del grupo placebo. También encontraron un 96% de curaciones con el uso de T.B. en otro estudio en el que compararon este agente con topicaciones con un ungüento de nitroglicerina (N Engl J Med. 1999; 341: 65-69).

Contrariamente, los investigadores del Brigham and Women's Hospital concluyeron que en dosis habituales el toxina botulínica A falló en la curación de la mayoría de las fisuras anales. En su trabajo, una serie retrospectiva de 30 pacientes, se inyectaron de 20 a 30 U de T.B en el surco interesfintérico a cada lado de las fisuras. Los pacientes fueron investigados sobre alivio del dolor, curación de las fisuras y complicaciones. El seguimiento alejado fue de 2 a 44 semanas, con una media de 6.5 semanas. De los 27 pacientes disponibles para el seguimiento alejado, solamente 5 experimentaron curación y de ellos, 3 tenían una recidiva de la fisura.

Según Ronald Bleday, jefe de sección en la División de Cirugía Colorrectal de ese hospital y co-autor del trabajo, existe una variedad de técnicas para colocar la T.B y los cirujanos con mejores resultados lo aplican alejado de la fisura. También existe un efecto relacionado con la dosis empleada.

David M. Feldman, profesor asociado de medicina clínica en el New York Medical College ha terminado un estudio randomizado de 30 pacientes utilizando T.B sólo o en combinación con nitroglicerina tópica. Sus resultados fueron mejores que los del grupo de Boston, pero no tan buenos como los del grupo de Italia. Feldman ha minimizado el rol del sitio de inyección y especula con que la selección de los casos puede jugar un papel en los eventuales resultados. En su experiencia, los pacientes portadores de fisuras por más de 2 años han tenido una tasa baja de curación con la toxina botulínica.

Mientras continua el debate, la toxina botulínica ha mostrado éxito preliminar el la reducción del dolor postoperatorio de la hemorroidectomía.

Justin Davies del York District Hospital  de York, Inglaterra, ha informado en Chicago que inyectandotoxina botulínica Aen el esfínter interno de pacientes que han sido hemorroidectomizados logró disminuir significativamente el dolor postoperatorio en un seguimiento de una semana en comparación con un grupo control en el que se inyectó solución salina. Según este autor, el espasmo del esfínter interno es, en parte, responsable del dolor post-hemorroidectomía.