El suicidio puede ser definido como un continuo que parte de la ideación suicida, pasa por el intento de quitarse la vida y llega al suicidio consumado. Cada una de estas connotaciones tiene aspectos e implicaciones diferentes. La ideación suicida puede variar en tipos y grados distintos; de hecho en muchas ocasiones no se acompaña de una planeación específica.
En el caso del intento, no siempre existe un propósito consciente de morir, o en ocasiones aparecen múltiples motivos aunados en un intento, lo que dificulta la comprensión del fenómeno 2. En este sentido es preferible el uso de las definiciones conceptuales. Para la OMS (modificado por Diekstra 10) el suicidio es definido como un acto con resultado fatal, que es deliberadamente iniciado por una persona contra sí misma y con el conocimiento o expectativa de que éste le causará la muerte. En cambio, el intento es definido por Kessel 17 como aquel caso de conducta autolesiva, intencional, tomada con el conocimiento de que puede ser potencialmente nocivo.
El suicidio es común; los intentos de suicidio son aún más frecuentes. Unas 400 mil personas al año (OMS, 1993) se suicidan en todo el mundo, formando parte de las diez primeras causas de muerte en todas las edades. Es más, se ha encontrado que en algunos países el suicidio es parte de las primeras tres causas de muerte en individuos entre 15 y 34 años. El hecho de que la tasa de suicidio en los adolescentes y adultos jóvenes se haya incrementado notoriamente 16, hace que el suicidio sea un importante problema de salud pública.
A pesar de que en México las tasas de suicidio no son alarmantes (1,6 por cada 100.000 habitantes), es digno de consideración el aumento de los índices de suicidio en los últimos decenios. Según datos de la Dirección General de Estadística, en 1969 la tasa fué de 0,1 por cada 100.000 habitantes; sin embargo, estas cifras son poco confiables pues no se informan la totalidad de los casos. Al respecto, la cifra de los intentos sería aún mayor, ya que generalmente las personas que atentan contra su vida evitan la hospitalización si su estado de salud no es grave y, si por su gravedad necesita atención médica, lo ocultan o no califican el hecho como intencional debido a las presiones sociales y familiares.
En contraste con el suicidio consumado, el intento de suicido es más común en mujeres (alrededor de 2:1) y se presenta con mayor frecuencia entre personas jóvenes; al menos 2/3 de los casos son menores de 35 años 23. Los diagnósticos más frecuentemente comunicados son: depresión mayor (del 40 al 60% de los casos), alcoholismo (20%) y esquizofrenia (10%). Se han asociado otros problemas como: presencia de padecimientos físicos crónicos, enfermedades degenerativas, enfermedades del sistema genitourinario, úlcera péptica y cáncer 1.
Diversos estudios han demostrado que aproximadamente el 1% de quienes intentan el suicidio logran consumarlo antes de un año 15.
Los factores que aumentan la letalidad son:
A Características del intento: uso de métodos violentos, nota suicida sin argumentos importantes e intentos previos.
B Socio-demográficos: edad avanzada (especialmente en las mujeres), sexo masculino, desempleo, retiro, separación, viudez, divorcio y soledad.
C Clínicos: trastornos psiquiátricos, incluyendo alcoholismo y deterioro de la salud física.
El 50% de los pacientes fallecidos por suicidio consultó a un médico previamente y el 60% comunicó, directa o indirectamente, su ideación suicida 13. Sin embargo, en muchas ocasiones el médico consultado no era especialista en salud mental y la expresión de la ideación suicida fué comunicada con mayor frecuencia a amigos o familiares y no al médico.
En hospitales generales, los psiquiatras son llamados generalmente para evaluar y tratar a pacientes que han planeado o amenazado llevarlo a cabo. Estas valoraciones pueden producirse en el servicio de urgencias o en las salas generales, médicas o quirúrgicas y en un ambiente por lo general cargado de tensión, tanto por parte de los médicos del servicio como de los familiares.
Es frecuente que en el personal se genere una actitud ambivalente, tanto respecto del psiquiatra como a este tipo de pacientes. Algunos médicos se abocan al problema físico específico y desestiman el apoyo psicológico y familiar que pueda llevarse a cabo paralelamente; incluso en ocasiones no es interconsultado el psiquiatra.
Dados estos antecedentes y la importancia del intento suicida como mejor predictor de suicidio consumado y la variabilidad de su presentación en diferentes ámbitos (hospital psiquiátrico, hospital general, pacientes externos o internados) los autores se propusieron esta investigación, con el propósito de identificar los grupos vulnerables y poder delimitarse estrategias específicas de prevención en el hospital general.