El mundo ha cambiado después del 11-S. La guerra al terrorismo declarada por el presidente George W. Bush ha supuesto una obsesión por la seguridad que amenaza seriamente a la libertad. Internet es un claro ejemplo de esta tendencia: EE UU primero y la Unión Europea después se han amparado en esta cruzada para adoptar medidas legislativas en el territorio digital que aumentan el control y la vigilancia sobre las comunicaciones electrónicas. Sin embargo, las medidas de excepción puestas en marcha no se han traducido en éxitos en la lucha contra las redes terroristas ligadas a Al Qaeda, más allá de la destrucción de sus bases en Afganistán, ni en la captura de Bin Laden o del jeque Mohamed Omar, el líder de los talibán.