Conclusiones del IV Congreso Internacional de Psiquiatría, realizado en Buenos Aires

La salud mental, en situación crítica

Al cabo del IV Congreso Internacional de Neuropsiquiatría, que concluyó anteayer en Buenos Aires, un grupo de especialistas planteó un cuadro de agudos contrastes en la salud mental.

Fuente: La Nación

"En Venezuela -dijo el doctor Oscar Dobal, un joven neuropsiquiatra de 35 años que retornó en 2000 a su país luego de formarse en los EE.UU.- existen dos psiquiatrías: una, la de los hospitales públicos, y otra, la de los centros privados. Las patologías que se ven son claramente diferentes: en el nivel privado, donde la atención es muy costosa, hay estadísticas similares a las de los EE.UU.: trastornos de ansiedad, depresión, uso y abuso de sustancias. En el nivel público, básicamente vemos a pacientes muy graves, en plena psicosis o depresión muy profunda."

Dobal trabaja en ambos frentes: en el hospital universitario de Caracas y en una clínica privada, y explica que ésa es la única combinación posible para un médico que quiere investigar y a la vez subsistir, dados los magros salarios públicos. "Son más bajos que los del personal doméstico", comentó.

El doctor Jorge Téllez, neuropsiquiatra en el área de salud mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de San José, en Bogotá, Colombia, dijo que "el principal problema es que el Estado no comprende que existe una epidemia en salud mental. En mi país el 25% de la población está deprimido, hay gran aumento de las adicciones... Tenemos la tasa más alta de suicidios y de estrés postraumático de América latina. Y el Estado sigue pensando que no hay problemas..."

El doctor Dobal agregó que en Venezuela "un 85% de la población vive y vivió siempre en la pobreza. Y a un paciente depresivo pobre no le queda más opción que aguantarse la depresión, porque no tiene recursos para pagar los fármacos ni para psicoterapia, algo que tampoco es posible ofrecer suficientemente en el sistema público. Así que cuando llegan a internación es por un cuadro gravísimo".

Podría pensarse que la realidad es mejor en los EE.UU. Pero según Gabriel de Erausquin, un neurólogo y psiquiatra argentino de 40 años que trabaja en la Washington University, de Saint Louis, Missouri, "como existe una gran presión política y financiera para mantener positivos los balances de los seguros de salud, el hilo se corta por lo más fino: la salud mental".

"Con excepción de una grave crisis que obligue a ingresarlos en un hospital general, desde este año en Missouri ningún centro asistencial admite a esquizofrénicos ni pacientes con depresiones recurrentes, o bipolares, o epilépticos, si son indigentes o no tienen seguro médico. Y esto es frecuente: estas condiciones no permiten que la persona trabaje si no recibe tratamiento, lo que explica por qué la mayoría de los homeless son enfermos mentales."

De Erausquin agrega que, contra cálculos engañosos, es mucho más caro para un sistema de salud costear una internación por un cuadro mental agudo que un tratamiento con consultas ambulatorias y medicación.

Remedios de lujo

Todos coincidieron en que los fármacos para tratar enfermedades mentales son cada vez más eficaces y efectivos. Pero tienen en contra el alto precio. "En los vademécum -explicó el doctor Téllez, de Bogotá- no se reconocen a menudo los nuevos antipsicóticos, antidepresivos o estabilizadores del ánimo. Los pacientes se pierden la posibilidad de ser bien tratados."

Dobal relató una situación seguramente escuchada: "Hay médicos residentes que pagan de su bolsillo los nuevos fármacos para que pacientes internados se recuperen mejor y puedan ser dados de alta; lo triste es que cuando egresan continuará el mismo círculo vicioso miserable".

Por México, el doctor Juvenal Gutiérrez, jefe de neuropediatría del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, un hospital de alta complejidad del D.F., comentó que entre los distintos problemas de salud mental que afectan a niños y jóvenes en su país figuran el abandono familiar (algo que fomenta la prostitución infantil y la drogadicción), el autismo, el trastorno por déficit de atención y la depresión. El acceso a los medicamentos es un problema.

"En cuanto a la epilepsia, por ejemplo, hay un millón de enfermos -dijo-, la mayoría niños y adolescentes, pero la población pobre, que es mucha, accede sólo a los fármacos más antiguos."

¿Son una opción válida los genéricos? "Deberían ser exactamente iguales que los medicamentos con marcas, pero mucho más económicos -explicó el doctor Téllez-. Aunque esto no se cumple. En Colombia, por ejemplo, tenemos 18 clases de un determinado antidepresivo de muy buena acción. El que tiene marca vale 5 mil pesos colombianos la cápsula, mientras 20 cápsulas de la misma droga genérica valen 2500 pesos. El gran problema es que la indicamos al paciente y no le hace efecto. Esto resiente la relación médico-paciente, aunque en verdad el origen del problema es económico."

El doctor Miguel Márquez, presidente honorario de la Asociación Neuropsiquiátrica Argentina y chairman del congreso internacional que acaba de concluir, dijo que el medicamento genérico "debería tener un minucioso control de calidad para asegurar que se trata de la misma droga, con idéntica estructura química, forma de presentación, absorción y disponibilidad. El problema es que los médicos no sabemos qué toma nuestro paciente cuando se le recetan genéricos".

El doctor Gilberto Brofman, del hospital psiquiátrico San Pedro de Porto Alegre, Brasil, dijo que en su país existe un fuerte aumento de las patologías ligadas a las adicciones y que está comprobado que estas conductas aumentan cuando hay crisis económica. "También vemos trastornos de ansiedad y depresión -dijo- y percibimos que son muchas las personas con síntomas depresivos permanentes."

En medio del panorama complicado que presentaron sus colegas, Brofman explicó que en Brasil existe una ley que permite al Estado quebrar las patentes de los laboratorios si, frente a un problema de salud pública, los precios de los medicamentos son altos. "Eso bajó los costos de la atención del HIV-sida, con la provisión gratuita de fármacos a 5 millones de personas -dijo-. La cuestión de los genéricos anda bien: en las farmacias hay unos 80 medicamentos de este tipo y el Estado realiza controles de calidad. Además, hay programas especiales para medicamentos psiquiátricos de nueva generación, aunque hay que luchar para que bajen su costo y lleguen a más personas."