Serán temidos por unos, odiados por otros, pero los ratones son codiciados por los investigadores biomédicos. Tanto que corren carreras por desentrañar su constitución genética. Ahora, un consorcio internacional consiguió diseñar una nueva versión del mapa físico del genoma de esos pequeños mamíferos roedores. Y ya está en Internet gratis.
Un proyecto similar había sido realizado en 2001 por la empresa del científico estadounidense Craig Venter. Pero su versión no es accesible para todos. Obtener los datos de los ratoncitos puede costar entre 15.000 y 20.000 dólares al año. Ahora, en cambio, hay una versión gratuita.
Tanto interés se debe a que gran parte de las enfermedades humanas se estudian a partir a esos roedores prolíficos y más chicos que las ratas. Con el mapa, los investigadores liderados por Simon Gregory, del Wellcome Trust Sanger Institute, en Cambridge, Gran Bretaña, aportaron a los científicos —en especial a los de países subdesarrollados, que tienen problemas para pagar los estudios— un mapa que aporta "una guía de navegación, que permite ubicar genes u otros límites dentro del ADN que está en los cromosomas".
Según John McPherson, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en St. Louis, el mapa físico es un esfuerzo complementario al borrador de la secuencia del genoma del ratón que se había lanzado en marzo. La diferencia importante es que este mapa está más detallado y más organizado.
El borrador de la secuencia consistió en una descripción de las bases químicas (representadas por las letras A, C, G y T) que forman el genoma. Mientras que el mapa físico organiza esa información de los 20 cromosomas del ratón. Es como si el borrador de la secuencia genómica fueran las páginas perdidas de una gran enciclopedia. Las páginas sueltas pueden aportar un montón de información, pero —aclaró— carecen del contexto necesario para entenderlas dentro de un todo.
"Cada página puede contener muchos detalles, como la información sobre la población o el clima de un país. Pero hasta que las páginas no están ensambladas correctamente no se podrá saber que se está leyendo sobre Zaire (el país africano que limita por el este con Uganda, Ruanda y Tanzania)", comparó. En cambio, el mapa físico tiene el valor de ubicar todas las "páginas" de la secuencia de ADN en su orden correcto dentro de cada volumen. Cada volumen de la enciclopedia representa a un cromosoma.
Y tiene otros valores agregados. "Este trabajo —señaló el genetista del Conicet y de la UBA Mariano Levin— es importante porque se compara y se alinea este mapa físico del ratón con el mapa físico del genoma humano, por lo cual permite establecer claramente cuáles son y hasta dónde llegan las zonas de homologías o parecidos con las del genoma humano".
Eso no es todo. Según Levin, el consorcio internacional estableció una nueva manera de estudiar los genomas que será aplicable a todos los organismos que quizá no se puedan secuenciar. En esos casos, al tener un mapa físico del genoma se ubicarían regiones que sí serían necesarias para secuenciar.