Hace 80 años que se descubrió la vitamina E. Fue el Dr. Herbert Evans en 1922 y su hallazgo se considera hoy un importante antioxidante que aporta sustanciales beneficios al organismo.
La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos recomienda a los adultos la infesta diaria de 15 mg de alfa tocoferol, sobre todo a partir de alimentos como los cereales. El alfa tocoferol es la forma de la vitamina E que el organismo utiliza de modo más eficiente. No obstante gran parte de personas consume cantidades de la vitamina que no llegan a la mitad de lo recomendado.
En la actualidad, la mayor parte de vitamina E que consumimos no la obtenemos de fuentes alimentarias de buena calidad, según señalan los expertos, sino de pan blanco, galleras, pastas, etc. que contienen muy poca cantidad de alfa tocoferol.
Esto podría solucionarse comiendo, por ejemplo, más frutos secos, sobre todo almendras. Un pequeño puñado nos proporciona más de 7 mg de alfa tocoferol, además de otros nutrientes importantes, como proteínas, fibra, grasa insaturada, calcio, cinc y magnesio.
Esta vitamina ejerce muchos más efectos de los que su descubridor hubiera podido imaginar. Como antioxidante, defiende las células reduciendo el estrés oxidativo, estimula el sistema inmunológico y frena el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. Asimismo, ayuda a reducir los niveles de colesterol y previene la formación de trombos en las arterias.