Definición y magnitud del problema
El asma inducida por ejercicio (AIE) representa un síndrome caracterizado por un incremento transitorio de la resistencia y reactividad de las vías aéreas luego de 3 a 8 minutos de ejercicio intenso, que se manifiesta clínicamente por falta de aire, tos y sibilancias (1-6).
Se estima que entre un 12 y 16% de la población experimenta AIE (4,7). La condición es más frecuente en niños y adolescentes que en adultos (6). La prevalencia de síntomas inducidos por ejercicio en pacientes con asma reconocida se ha reportado en el rango del 36 al 92%, según diferentes series de estudios (6,8-11). Las razones probables de tan alta variabilidad están relacionadas con factores exógenos, como la diferencia de intensidad en el ejercicio empleado, falta de uniformidad en el método de estudio utilizado para detectar la respuesta y la falta de estandarización de las variables ambientales que pueden influir sobre la magnitud de la obstrucción bronquial inducida por el desencadenante.
La prevalencia de asma en atletas de alta competición ha sido estimada por estudios de provocación bronquial y/o cuestionarios entre 4,3 y 22,8% (12). A la vez, un porcentaje variable entre 13,6% (13) y 40% (14) de pacientes con rinitis y atopía manifiestan obstrucción bronquial ante el desafío por ejercicio (estos datos no han sido corroborados por otro autor) (15). Un reciente estudio (16) abarcando una vasta comunidad escolar aparentemente sana, asegura que la existencia de hiperreactividad bronquial al desafío con ejercicio tiene un valor predictivo positivo bajo para el desarrollo de síntomas asmáticos ulteriores.
* Cátedra de Inmunología, Universidad Católica de Córdoba, Argentina. Correspondencia: Lima 1169 (X5004FQM), Córdoba, Argentina