La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha inaugurado en Ginebra el V Congreso Anual del Grupo Consultor sobre la Úlcera de Buruli, enfermedad que ha experimentado un crecimiento "descontrolado" y afecta en un 70% de los casos a menores de 15 años.
Hasta el próximo jueves, representantes gubernamentales de los diferentes países afectados, investigadores, personal sanitario y ONG de todo el mundo pondrán en común los resultados alcanzados en la lucha contra esta enfermedad, la situación actual de las investigaciones por encontrar una cura y los retos pendientes.
Lo más grave, según ponen de manifiesto los expertos, es el gran desconocimiento que se tiene de esta enfermedad. "Sabemos mucho más de la mayoría de enfermedades veterinarias que de la úlcera de Buruli", explicó Kingsley Asiedu, responsable del programa de la OMS dedicado a esta patología. Nadie sabe con seguridad si la bacteria que la causa vive en el ambiente y sigue siendo un misterio el modo en que penetra en el organismo, si bien se conoce que no lo puede hacer por sí sola. Nadie se explica cómo una enfermedad tropical como esta puede emerger espontáneamente en países de clima templado como Australia. Asimismo, se desconoce si todos los individuos infectados desarrollan la enfermedad y, en caso de que no sea así, por qué unas personas son capaces de combatirla. No existe una herramienta diagnóstica aparte de la observación visual directa. Se desconoce su período de incubación y, por razones no comprendidas, los tratamientos farmacológicos fallan con frecuencia.
La úlcera de Buruli, explica la OMS, es una enfermedad "cruel" que afecta a países en vías de desarrollo, especialmente en el continente africano, siendo Costa de Marfil el país con mayor incidencia.
Los primeros síntomas son pequeños granos o nódulos que pueden ser extirpados con relativa facilidad. Pero si no se actúa en esta primera fase, la enfermedad evoluciona y se producen úlceras y llagas abiertas que crecen con rapidez y "devoran" la piel y los tejidos afectados, llegando a provocar la necesidad de amputaciones o desenlaces fatales si afectan a huesos o a órganos vitales.
En la actualidad la única forma de enfrentarse a la enfermedad es el tratamiento quirúrgico, es decir, la extirpación de los tejidos afectados y las amputaciones.
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Comunicado de la OMS
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