La incidencia anual de las lesiones inestables de la columna cervical es de alrededor de 30 por millón. La reducción precoz de las luxaciones y fracturas puede realizarse en forma indirecta (mediante tracción) pero sin obtenerse estabilidad definitiva. El tratamiento quirúrgico permite realizar la descompresión del canal raquídeo, si es necesario, la estabilización vertebral y la movilización temprana. Esta cirugía puede tornarse urgente cuando se incrementa el déficit neurológico como ocurre durante la ocurrencia de hematomas expansivos. La descompresión medular casi siempre necesita ser acompañada por una estabilización. Para esta resolución puede recurrirse al abordaje anterior o al posterior y en ciertos casos, a ambos. El abordaje anterior tiene una menor morbilidad y permite la excisión discal y la vertebrectomía, cuando es necesaria. El posterior brinda una mayor exposición y permite la estabilización occipitoatloidea. En las últimas dos décadas, la estabilización quirúrgica de las lesiones cervicales inestables ha ido desplazando progresivamente a la clásica inmovilización halo-torácica.
Si bien han sido bien descriptas las fracturas y luxaciones no contiguas de columna cervical, no ocurre otro tanto con aquellas que inicialmente no son diagnosticadas.
En la columna cervical, la inestabilidad en un nivel puede manifestarse, luego de una estabilización exitosa a otro nivel, a través de una progresiva deformidad asociada a dolor local y síntomas mielopáticos o radiculares que pueden derivar en una intervención complementaria. Los autores presentan su experiencia en esta condición y efectúan recomendaciones respecto a su tratamiento.