De la investigación a la clínica

Tendencias actuales en la enfermedad de Ménière

La enfermedad de Ménière es un trastorno del oído interno caracterizado por vértigo, acúfenos, pérdida de audición y sensación de plenitud aural

Autor/a: Intramed

Indice
1. La etiología sigue siendo esquiva
2. El diclorhidrato de betahistina
3. Efectos periféricos

Enfermedad de Ménière

 Las tasas de prevalencia de esta enfermedad oscilan desde 8,2/100.000 habitantes en Italia a 157/100.000 habitantes en el Reino Unido.

Suele afectar a pacientes de 40 a 50 años de edad, sin diferencias entre los sexos. Estos son los hechos. Sin embargo, aunque Prosper Ménière describió la enfermedad que lleva su nombre hace casi 150 años, son muchos los aspectos de ella (como su etiología y su fisiopatología) que aún no se han aclarado.

El 4° Simposio Internacional sobre la Enfermedad de Ménière, proporcionó a los asistentes la oportunidad de debatir algunas de las causas propuestas de esta enfermedad y de situarlas en el contexto de la investigación más reciente.

- Predisposición genética: Al menos 5% de los pacientes con enfermedad de Ménière tienen un pariente próximo afectado también por el trastorno. Un estudio realizado por el Dr. M. Verstreken (Bélgica) sobre una amplia familia belga sugiere que la enfermedad de Ménière podría heredarse con carácter autosómico dominante. Se cree que el locus DFNA9 del gen COCH participaría en su desarrollo, lo que podría constituir un marcador potencial para la detección de los pacientes con probabilidad de desarrollar la enfermedad en algún momento de sus vidas.

- Infección vírica. Cada vez existen más pruebas de que infecciones por virus como los del grupo herpesvirus (por ejemplo, el virus del herpes simple y el citomegalovirus) causan algunos casos de enfermedad de Ménière. Varios investigadores han sugerido que la infección vírica puede desencadenar una reacción autoinmunitaria.

- Reacción alérgica. La prevalencia de alergias es mayor en los pacientes con enfermedad de Ménière que en la población general. Por ejemplo, según una encuesta sobre 734 de estos pacientes realizada por el Dr. M. J. Derebery (EE.UU.), el 59% tenían alergias respiratorias sospechadas o confirmadas y el 40% tenían alergias alimentarias comprobadas o supuestas. Estas cifras pueden compararse con la prevalencia de la alergia en la población general, que oscila en torno al 20%. El Dr. J.L. Pulec (EE.UU.) explicó que, en su opinión, la alergia era la causa de la enfermedad de Ménière en alrededor del 25% de sus pacientes. Para él, "los alimentos son los alergenos más frecuentes, especialmente el lúpulo, el ajo, el maíz, la carne de cerdo, la leche y las aceitunas".

- Otras causas. Otras causas propuestas de la enfermedad de Ménière son los traumatismos físicos, los traumatismos acústicos, la estenosis del conducto auditivo interno, la insuficiencia estrogénica y los trastornos vasculares.


De la infancia a la senectud

Aunque la enfermedad de Ménière suele considerarse un trastorno de la edad madura, conviene recordar que también puede afectar a niños y ancianos. Así los subrayó el Dr. G. K. Rodgers (EE.UU.), quien señaló que, aunque menos del 3% de los pacientes con enfermedad de Ménière son niños, los médicos deben ser conscientes de que este proceso puede manifestarse durante la infancia. Los padres desempeñan un papel particularmente importante en el proceso diagnóstico. La Dra. S. R. Wiener-Vacher (Francia) explicó que los propios niños ignoran muchas veces síntomas como los acúfenos, por lo que el médico debe basarse para su diagnóstico en descripciones exactas de los ataques previos y de los síntomas asociados dados por los padres. También deben estar familiarizados con los diagnósticos diferenciales, como el equivalente migrañoso y la ataxia episódica. Hubo acuerdo general en que el tratamiento de los pacientes pediátricos debe ser similar al de los adultos, reservando la cirugía para los casos auténticamente resistentes al tratamiento.

El Dr. R. Häusler (Suiza) señaló que "La enfermedad de Ménière no es rara en los ancianos". En apoyo de su afirmación, presentó los hallazgos de una serie de 432 pacientes estudiados en su unidad durante los últimos 5 años. En total, 66 pacientes (15%) tenían más de 64 años. De ellos, menos de la mitad presentaban reactivaciones de un proceso instaurado bastante antes, en tanto la mayoría (61%) sufrían los primeros ataques de la enfermedad. "De hecho, el paciente más anciano de nuestro estudio sufrió su primer episodio a los 82 años de edad", comentó el Dr. Häusler. Muchas veces, el episodio se considera debido a un ictus, con el consiguiente retraso en el diagnóstico. Sin embargo, enfermedad de Ménière puede tener efectos devastadores en los ancianos, por lo que es vital diagnosticarla y tratarla lo antes posible. Por ejemplo, el 30% de los casos de nuevo diagnóstico sufrieron caídas repentinas, cuyas consecuencias (por ejemplo, fracturas, traumatismos craneoencefálico) pueden ser especialmente nocivas en este grupo de edad.

El Dr. Häusler subrayó que "los pacientes ancianos con enfermedad de Ménière deben ser tratados con precaución", ya que "los supresores vestibulares principales, como neurolépticos y antihistamínicos, a menudo no son bien tolerados por estos enfermos. Suelen obtenerse mejores resultados con los agentes antivertiginosos, como el diclorhidrato de betahistina, mientras que la cirugía sólo está indicada en una minoría de los casos".