El osteoma osteoide es un tumor óseo benigno relativamente común, siempre pequeño en tamaño (menos de 2 cm) y doloroso. Aparece principalmente en niños y adultos jóvenes. Fue inicialmente descripto por Bergstrand en 1930, pero fue Jaffe quien primero lo reconoció como una entidad separada en 1935. El elemento radiológico básico es un área redondeada, pequeña y distintiva de osteolisis, el "nido", consistente en tejido osteoide rodeado por un halo de hiperostosis en las Rx o por señal intensa en la RNM. La centelleografía ósea revela siempre un área redondeada de intensa hipercaptación y en la TAC con contraste dinámico, puede distinguirse de la osteomielitis. El signo clínico de la lesión es el dolor local, típicamente de predominancia nocturna y frecuentemente sensible a la acción de la aspirina y de otros AINEs. Otros posibles síntomas incluyen a trastornos del crecimiento, deformidad ósea, escoliosis dolorosa y, en la localización intraarticular, tumefacción, sinovitis, limitación funcional y contractura.
En el pasado, varios métodos fueron preconizados como el "tratamiento de elección". Éstos incluían tratamiento médico con AINEs, resección quirúrgica abierta con márgenes intralesionales, marginales o amplios, ablación bajo guía tomográfica y, más recientemente, extirpación con radiofrecuencia mediante una aguja bajo orientación por TAC. Existe un consenso general respecto a que en los procedimientos abiertos, es necesaria la remoción del nido para lograr la curación y la remisión sintomática. El fracaso va asociado frecuentemente con una remisión incompleta de los síntomas y un aumento creciente del riesgo de recidiva local. Desde que la localización intraoperatoria de estas pequeñas lesiones puede llegar a ser muy dificultosa, con frecuencia se recurre a extensas resecciones óseas que consecuentemente requieren fijación interna y/o injerto óseo. Si bien se han desarrollado diversas técnicas de localización con el fin de asegurar la resección completa, el nido puede aun demostrarse esquivo durante la cirugía.
A despecho del método de tratamiento elegido, el éxito depende significativamente de la localización prequirúrgica del nido. En tal sentido, los procedimientos bajo control tomográfico pueden reducir la morbilidad y las complicaciones, comparadas con la clásica resección abierta.
En los últimos años, se han utilizado varias técnicas percutáneas bajo control tomográfico a los efectos de lograr la remoción del nido con mínima invasión tisular, resección mediante trefina, con o sin inyección subsecuente de etanol, destrucción térmica mediante fotocoagulación con laser o radiofrecuencia.
Ésta última fue descripta en 1995. Los autores refieren haberla puesto en práctica a partir de 1997 y el presente es un estudio prospectivo sobre su casuística.