Salud mental y desastres

Consecuencias psicológicas de las explosiones ocurridas en la Fábrica Militar Río Tercero, Córdoba, Argentina

Se presentan aquí los resultados de una investigación epidemiológica realizada después de una serie de explosiones ocurridas en la Fábrica Militar Río III en noviembre de 1995.

Autor/a: Dres. Fahrer Rodolfo D., Pecci María Cristina, Gómez Prieto Claudia,

Indice
1. Introducción
2. Metodología
3. Resultados
4. Tablas
5. Tablas
6. Tablas
7. Discusión
8. Referencias bibliográficas

El bienestar de todas las poblaciones del mundo está amenazado por la posible ocurrencia de desastres naturales o provocados por el hombre. El impacto y las consecuencias de los desastres son mucho mayores de lo que representan la pérdida de la capacidad productiva, los daños a viviendas u otros perjuicios materiales. Los costos sociales  son siempre considerables y muchas de sus consecuencias duraderas o permanentes (16). Las consecuencias psicológicas son importantes causas de morbilidad.

La medicina de catástrofes y la formulación  de estrategias de evaluación, detección y tratamiento de los problemas de salud mental relacionados con ella fue tomando mayor importancia en la medida en que diferentes países tuvieron que hacer frente al manejo de esta clase de emergencias. Los países más expuestos suelen ser también los que disponen de menos recursos para afrontar las consecuencias sociales y sanitarias de la catástrofe.  Por esta razón la Organización Mundial de la Salud considera prioritario tomar medidas apropiadas de prevención antes de que sobrevenga el desastre, inmediatamente después, y durante el lento proceso de reconstrucción y rehabilitación subsiguiente.

La mayoría de los estudios realizados en los últimos años sobre las consecuencias psicológicas muestran la prevalencia del trastorno por estrés postraumático acompañado o seguido principalmente por depresión, ansiedad y trastornos somáticos.  Asimismo, las perturbaciones del sueño aparecen como una importante dimensión asociada a los cuadros de estrés. Estudios de laboratorio sobre el sueño, realizados en un grupo de personas afectadas por el huracán Andrew , reportaron perturbaciones del sueño particularmente en aquellos sujetos con morbilidad psiquiátrica (15). 

La prevalencia de síntomas de trastornos mentales, después del desastre, tiende a disminuir a través del tiempo (12). Algunas investigaciones han mostrado que personas con trauma psíquico severo debido a una catástrofe, generalmente se recuperaron luego de dos o tres años de sucedido el evento.  No obstante, esto no ocurrió en todos los casos (8). Una investigación efectuada siete años después del accidente en la planta nuclear de Chernobyl todavía mostraba los efectos del desastre en la salud mental de las mujeres (11).
En otras ocasiones se observó que el nivel de exposición a la amenaza y a la situación de catástrofe actuaron como factores de riesgo acumulativos y predictores  de una mayor utilización de los servicios de ayuda social, de una mayor vulnerabilidad y de una mayor probabilidad de desarrollo de morbilidad psiquiátrica (3). Asimismo, otros hallazgos señalan que los recursos especializados en salud mental resultan insuficientes para cubrir las necesidades de la especialidad en las comunidades afectadas (13). Esto es particularmente importante puesto que se ha demostrado que la intervención psicológica temprana, antes del desarrollo de síntomas adversos, es efectiva para reducir la morbilidad psiquiátrica.  Para que puedan brindarse los servicios necesarios se plantea la necesidad de dar atención de salud mental por intermedio del trabajador de atención primaria, área ésta aún  no estudiada sistemáticamente en el marco de una situación de desastre (13). Se destaca la importancia de la función del psiquiatra, o del médico donde no hay especialistas, como integrante de un equipo multidisciplinario que debe actuar con criterio preventivo ante los desastres.  Los recursos de respuesta y apoyo social, el entrenamiento y la capacitación previa de los trabajadores que intervienen ante el desastre (equipos de salud, bomberos, policías, fuerzas de seguridad, grupos de rescate),  la existencia previa de pautas organizadas para el manejo de la situación de desastre constituyen importantes factores de protección frente al riesgo del desarrollo de reacciones post-traumáticas adversas tanto en la población damnificada como en los equipos de ayuda  (1) (14).

En este trabajo se presentan los resultados de una evaluación de las consecuencias psicológicas relacionadas con la explosión en cadena de cinco de los seis polvorines ubicados dentro de la Fábrica Militar Río Tercero, en la ciudad del mismo nombre, en la provincia de Córdoba, Argentina, el 3 de noviembre de 1995.

La fábrica está situada a cuatro kilómetros del centro de la ciudad. La onda expansiva alcanzó un radio de 5 kilómetros y arrojó proyectiles y esquirlas por toda la ciudad.  Según reportes periodísticos de la época (7),  hubieron 13 muertos, más de 350 heridos y más de 5000 evacuados, sobre  un  total de 45.000 habitantes. Siete minutos después de la primera explosión, se registró la segunda con llamaradas que alcanzaron los cien metros de altura y un gigantesco hongo de humo negro, que esparció olor a azufre.  Las comunicaciones quedaron cortadas.  Luego se sucedieron tres explosiones más a lo largo del día ; las autoridades suspendieron el suministro de gas, agua y electricidad.  Las explosiones se repitieron durante varios días. El 24 de noviembre estallaron parte de las municiones recuperadas luego de la explosión principal del 3 de noviembre.

Hubo pánico, incertidumbre, falta de información y desorganización. La ciudad quedó  plagada de bombas y granadas que en cualquier momento podían explotar. Se sumaron otros temores; por ejemplo, que la explosión se expandiera a la  Petroquímica Atanor, ubicada a poco más de mil metros del polvorín, y a la Petroquímica Río III, a casi mil quinientos metros. Se incrementó la conciencia respecto al riesgo ambiental.