A los 78 años

Murió Christian Barnard, pionero de los trasplantes de corazón

Christian Barnard, el cirujano más famoso del mundo, murió ayer en la isla mediterránea de Paphos, Chipre. Barnard se hizo mundialmente célebre el 3 de diciembre de 1967, cuando realizó el primer trasplante cardíaco en la historia de la medicina.

La operación, que en ese momento fue comparada con la llegada del hombre a la Luna, consistió en trasplantar el corazón de una mujer de 25 años, muerta en un accidente de tránsito, a un hombre de 53 años, Louis Washkansky. El paciente sobrevivió 18 días.

Ayer, Barnard se encontraba leyendo un libro en el borde de una piscina del hotel donde se alojaba en la localidad de Paphos, en el oeste de la isla mediterránea, cuando se desmayó. Murió a su llegada al hospital de Paphos, a las 13.15 hora local. Hoy realizarán una autopsia para conocer las causas de su muerte.

Hijo de un sacerdote, Christian Barnard nació el 8 de noviembre de 1922 en Beaufort West, una pequeña ciudad del suroeste de Sudáfrica. Algunos creen que hay que buscar el origen de su vocación en la muerte por una enfermedad cardíaca de uno de sus cuatro hermanos, a los cinco años.

Barnard comenzó su carrera médica en el hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo. Luego realizó su especialidad en cardiología en la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, en 1958.

Fue en ese hospital donde realizó el primer trasplante, en una época en la que se había largado una suerte de carrera entre varios equipos médicos para realizar lo mismo. De hecho, sólo tres días después se realizó en Nueva York otra operación similar a un bebé, quien también murió.

Poco tiempo después, en enero de 1968, Barnard llevó a cabo otra operación histórica. El paciente fue el dentista Philip Blaiberg, quien recibió el corazón del Clive Haupt, de 24 años, que había muerto pocas horas antes de un derrame cerebral. Blaiberg, de 58 años, se enfrentó con complicaciones hepáticas y pulmonares, pero pudo pasar a vivir a su casa hacia fines de año y festejó su cumpleaños 59 en una playa. Murió el 17 de agosto de 1969 en Ciudad del Cabo como consecuencia de complicaciones derivadas del tratamiento para evitar el rechazo inmunológico. En el momento de su muerte era el trasplantado cardíaco de mayor supervivencia: 19 meses.

En ese momento, la técnica era muy polémica y la muerte de Blaiberg alentó las dudas. El cirujano Denton Cooley, norteamericano, el especialista que más transplantes había realizado hasta ese momento, dijo que "mientras el doctor Blaiberg estuvo vivo, mantuvo vivo el programa de transplantes. Ahora debemos detenernos a reflexionar si debemos continuar o no por la senda que habíamos emprendido".

En lo personal, Barnard también fue cuestionado. En marzo de 1968, el doctor Adrian Kantrowitz, que había fracasado con dos tentativas de trasplantes, se preguntó: "¿Es preciso que un cirujano que se esfuerza por salvar una vida se convierta en una vedette de la televisión y conteste a preguntas sensacionalistas?".

En julio de 1971, el doctor Escoffier-Lambiotte, comentarista del diario Le Monde, lo criticó por experimentar con el hombre y "despreciar las numerosas enseñanzas experimentales". También fue acusado de superficial y frívolo, en parte por su poco convencional vida sentimental.Barnard se encargó de enfrentar a los críticos y siguió con lo suyo. Los avances científicos lograron disminuir el problema del rechazo inmunológico. Hasta hoy, más de 40.000 personas han recibido un corazón trasplantado en todo el mundo.

Su carrera terminó en 1983 debido a una artrosis. Al final de su vida, se lanzó a una serie de extrañas experiencias genéticas para luchar contra el envejecimiento.

Su muerte fue muy lamentada. El ex presidente sudafricano, Nelson Mandela, expresó su sorpresa y su pena. "Su muerte es una gran pérdida para el país después de todas sus contribuciones. Además era una voz contra el apartheid", recordó.

El cardiólogo francés Christian Cabrol, que en abril de 1968 realizó el primer trasplante de corazón en Europa, contó que hace unos meses, Barnard le confesó: "Estoy en la lista de espera, la de la última hora". También el ginecólogo italiano Severino Antinori, polémico por sus proyectos de clonar seres humanos, se dijo "consternado". "Hemos perdido un científico extraordinario que además tenía una capacidad de intuición fuera de lo común en el ámbito de la investigación", señaló.