¿En qué condiciones está la salud del presidente en la actualidad?
En este momento el presidente está en condiciones excelentes. Tenía una isquemia diagnosticada por un estudio con cámara gamma que se revirtió mediante el procedimiento que se le hizo. Lo que dijimos oficialmente de su salud es lo real, juzgado como juzgamos los cardiólogos, a través de síntomas, está asintomático y, desde el punto de vista de la isquemia, prácticamente no tiene isquemia en la cámara gamma. El presidente es un paciente coronario crónico no agudo, con mejor pronóstico que si sufriera de angina inestable o de infarto de miocardio.
¿Cómo es la experiencia de intervenir a un primer mandatario?
Tiene un peso especial. Yo le hice al Dr. Menem una coronariografía y un cateterismo de vasos de cuello en el momento agudo y lo seguí cardiológicamente durante toda la presidencia.
Cuando el presidente De la Rúa llegó con un problema coronario y hubo que hacer un diagnóstico y actuar casi de inmediato, todos sentimos una carga extra que pasó por la decisión, por el entorno y por las circunstancias. Todo estuvo muy facilitado porque el grupo médico que rodeaba al presidente era de muy buen nivel. Entonces, al haber alto nivel científico y académico, los diálogos son más simples, más fáciles. Los médicos que participaron fueron un clínico excelentísimo como es el Dr. Christian López Saubidet; un cardiólogo de consulta -probablemente el número uno del país- el Dr. Carlos Bertolasi; el Dr. José Navia -ex-Jefe de Cirugía de la Clínica Antártida, de la Fundación Favaloro, del Hospital Italiano, ex-presidente de la SAC y que actualmente se desempeña en el Hospital Austral- que es una persona de mucho peso.
Pero para mí, lo más importante fue estar acompañado por los profesionales del ICBA. Porque así logré hacer la misma medicina que hago en todas las oportunidades: una medicina de consenso, de discusión y de elementos objetivos. Con los doctores Marcelo Trivi, Alberto Alves de Lima y Fernando Botto -desde el punto de vista clínico-, los doctores Luis Guzmán, Lucio Padilla y Fernando Cura -cardiólogos intervencionistas- y con el Dr. Daniel Navia en cirugía cardíaca, los pasos que dimos fueron intensamente discutidos.
Además, también participó el Dr. Néstor Pérez Baliño en una cuádruple función: como cardiólogo, como especialista en cámara gamma, como presidente de la SAC -lo cual tiene un peso muy grande- y como miembro del gobierno.
Así que yo me sentí muy cómodo y tranquilo con la decisión que se iba a tomar. Había un consenso de un peso casi inigualable para lo que es la ciencia argentina de hoy por el valor científico y por la representatividad de todos los protagonistas.
Pero, ¿qué sintió durante la intervención propiamente dicha?
Cuando llega el momento de la intervención ya no se puede compartir nada, salvo con el equipo. Y ahí se siente una cosa especial, esa es la verdad. Siempre aparece algún inteligente con un comentario del tipo: "no está armada la línea sucesoria" o "tiene que delegar el poder...". Yo pido que me dejen ocuparme de medicina, porque si me tengo que poner a pensar en esas cosas, la práctica se complica.
¿Qué fue lo que más lo ayudó en ese momento clave?
Lo que más me ayudó al hacer la angioplastia es haber trabajado durante 10 años en cursos en vivo, en los que tuve que hacer angioplastias que eran vistas por muchísimos colegas. Vengo de uno en Francia donde había 7.000 cardiólogos intervencionistas de todo el mundo. Me invitaron a hacer una intervención en vivo desde Toulouse. De hecho, la tensión de atender al presidente no es superior a la que se siente haciendo una angioplastia en vivo para cardiólogos de primer nivel, y superiores a uno en intervencionismo.
Siempre digo que hay que tratar de mantener lo complejo muy simple y que las complicaciones hay que imaginárselas y no tratarlas, sino evitarlas. En este caso nos manejamos así y el resultado fue muy bueno.