No es casual el creciente interés de los ortopedistas en torno al desafío planteado por la tromboprofilaxis postquirúrgica; los recientes y numerosos trabajos sobre el tema son una prueba de ello. El incremento casuístico que en este sentido es dable observar, no responde tanto al aumento del caudal quirúrgico, sino fundamentalmente a una mayor precisión diagnóstica de los episodios subclínicos de esta patología. Por otra parte, no es necesario insistir sobre la trascendencia que tiene sobre el paciente la complicación tromboembólica, desde los puntos de vista clínico, quirúrgico y legal. En tal sentido, actualmente, ningún cirujano cuestiona la indispensabilidad de su prevención.
Pero este consenso no se extiende respecto al procedimiento farmacológico, cuya selección entraña un estado de controversia que tiende a dividir los criterios del clínico y del cirujano. El primero tiende a minimizar los reparos que, centrados en la región operada, le presenta el segundo y éste, focalizando su atención en el resultado de la intervención, suele subestimar las implicancias del problema general. Es indudable que este conflicto persistirá hasta tanto no se logre armonizar la validez de ambos criterios.
Afortunadamente, se han dado pasos alentadores a través de la formación de comités interdisciplinarios donde las posiciones involucradas pueden ser analizadas y debatidas. Es por ello que consideramos oportuno dar a conocer el presente trabajo, no tanto por sus conclusiones específicas sino por ser fruto de una comisión de las características mencionadas, en este caso el Pulmonary Embolism Prevention Trial Collaborative Group.
Queda pues dentro de este ámbito la discusión de si la aspirina es superior a los dicumarínicos, si la eficacia profiláctica de ambos es menor que la de las heparinas de bajo peso molecular, si las ventajas de éstas equilibran las complicaciones locales que generan, si son convenientes los esquemas de monodroga o los combinados, si la profilaxis debe ser previa, inmediata o diferida respecto a la cirugía, si se debe contar con un esquema único de aplicación general, o con varios esquemas de adaptación particular, si el factor costo de un determinado tratamiento puede afectar críticamente su aplicabilidad. Es de esperar que los responsables podamos resolver adecuadamente y la brevedad estos y otros interrogantes. La calidad de vida de nuestros pacientes así lo requiere.
* El Dr. Luis J. Rijavec es Especialista en Traumatología y Ortopedia