Debido a que muchas enfermedades de transmisión sexual (ETS) se desarrollan sin síntomas y, además, porque no es fácil hablar de temas que involucran al sexo, suele considerarse que este tipo de dolencias son poco frecuentes. Sin embargo, se sabe que alrededor del 50% de las mujeres padece algún tipo de infección de transmisión sexual durante su vida fértil.
La mayoría de las mujeres afectadas son jóvenes. Las dos terceras partes suelen ser menores de 25 años, realidad actual que se deriva de los cambios en la conducta sexual: las relaciones comienzan tempranamente y es común la variación de parejas. Las ETS más frecuentes incluyen: Chlamydia, gonorrea, sífilis, HPV, herpes genital, hepatitis B y VIH.
Por las características de los genitales femeninos, la mayoría de estas infecciones se presentan, como dijimos, sin síntomas. Por otra parte, es importante recordar que las infecciones se transmiten, por contacto sexual, más fácilmente del hombre a la mujer que viceversa, hecho que ocurre, inclusive, con el VIH.
En los últimos años han cobrado mucha importancia, dentro de las ETS, las infecciones causadas por Chlamydia trachomatis, dado que este germen puede producir infertilidad. En general se localiza en el cuello uterino en forma asintomática.
Frente al panorama que acabamos de exponer, corresponde ahora valorizar un hecho importante respecto de las ETS: muchas son prevenibles. Para ello, el preservativo continúa siendo la mejor barrera para evitar este tipo de infecciones. En el caso particular de las Chlamydia es recomendable el control, cada seis meses, de las jóvenes sexualmente activas. En la embarazada, es importante realizar los estudios para descartar el diagnóstico de VIH, hepatitis B y de sífilis (VDRL), a fin de evitar la transmisión de estas infecciones al feto y al recién nacido.
En relación con las vacunas, hoy existen contra la hepatitis B y se está trabajando para lograr, en los próximos años, vacunas efectivas para prevenir el HPV y, probablemente, el herpes.
Los óvulos y cremas espermicidas, que se utilizan para evitar el embarazo, actúan contra la mayoría de los gérmenes productores de ETS, pero sólo deben utilizarse como un complemento, ya que no puede asegurarse la eliminación de todos los microorganismos responsables.
Respecto del tratamiento, hoy contamos con antibióticos muy efectivos frente a las infecciones por Chlamydia, gonorrea y sífilis. Para el herpes genital, existen antivirales eficientes que también se indican para tratamientos supresivos si quieren evitarse los síntomas. En cuanto al HPV, una vez detectadas las lesiones, especialmente las de cuello, estas deben tratarse porque algunas se relacionan con el carcinoma de cuello uterino.