La embolia de pulmón (TEP) ocupa el tercer lugar en frecuencia de las enfermedades cardiovasculares, luego de los síndromes coronarios agudos y los accidentes cerebrovasculares. Pese a importantes avances logrados en las estrategias de diagnóstico y tratamiento realizados en los últimos años, ésto no ha logrado disminuir su tasa de mortalidad que es realtivamente alta.

Suele afectar más a hombres que a mujeres, y sucede con mayor frecuencia en grupos de edad avanzada. Los casos diagnosticados de TEP constituyen apenas una minoría con respecto al total de los que lo padecen, ya que el diagnóstico muchas veces no se efectúa porque no se piensa en esta enfermedad. Es un hallazgo frecuente de material necrópsico.
El diagnóstico rápido y preciso sigue siendo el elemento más importante para el tratamiento.

Persisten controversias e incertidumbres importantes, respecto al empleo adecuado de la terapia trombolítica en los pacientes con embolia de pulmón. El tratamiento fibrinolítico se ha indicado para pacientes con inestabilidad hemodinámica, hipoxemia refractaria y signos de falla ventricular derecha. Sin embargo la evidencia clínica en sostener estas recomendaciones no puede considerarse concluyente.