La muerte del feto al final del embarazo, prosigue el responsable del artículo, que habitualmente se produce en un feto con macrosomía, es una amenaza constante en las mujeres con diabetes preexistente. De acuerdo con el autor, la magnitud del riesgo para la mujer con DMG ha sido muy debatido. Las causas de la muerte fetal fueron poco claras durante muchos años, explica, porque las autopsias no eran reveladoras, aunque se sospechó de la existencia de hipoxemia fetal. Sin embargo, aclara, igual que la macrosomía fetal,  la hipoxemia fetal no requiere de la existencia de hiperglucemia materna ni fetal y no puede ser inducida en fetos euglucémicos por la infusión directa de insulina o por la estimulación de la secreción de insulina fetal por la tolbutamida.

Finalmente, dice, la posibilidad de la producción de malformaciones fetales también ha sido objeto de interés. Los estudios en animales citados por el autor hablan de la aparición de efectos teratogénicos y tóxicos fetales, así como los estudios retrospectivos realizados en mujeres con diabetes de tipo 2 mostraron una asociación entre la administración de sulfonilurea durante el primer trimestre del embarazo y la aparición de malformaciones congénitas mayores. Pero, aclara el especialista, la interpretación de estos hallazgos han estado alteradas por confusión en las indicaciones: mujeres que por el mal control metabólico son más propensas a recibir hipoblucemiantes orales ¾y se sabe que ese mal control aumenta el riesgo de malformaciones fetales; la DMG raramente se diagnostica durante el primer trimestre (cuando se produce la organogénesis) por lo que es poco probable que la mujer con DMG reciba hipoglucemiantes orales al comienzo de su gesta. De todos modos, acota, el concepto permanece y las sulfonilureas se evitan durante el embarazo.