La fobia social es una enfermedad crónica considerada de mayor prevalencia entre las mujeres que entre los hombres. Un grupo de investigadores norteamericanos, recogen y analizan los datos de ocho años de estudio con el fin de establecer las características en el curso de dicha enfermedad y descubrir las posibles diferencias de sexo.
Kimberly y colaboradores recogen la información del Harvard/Brown Anxiety Research Program, un estudio observacional comenzado en 1989, en el que se evalúa a los pacientes con fobia social durante seis a doce meses, analizando los datos de comorbilidad, remisión de la enfermedad, y calidad de vida en relación con la salud de 176 pacientes.
El estudio indica que solo el el 38 por ciento de las mujeres y el 32 por ciento de los hombres experimentaba una remisión completa de la enfermedad durante los ocho años que duró el estudio; una diferencia que no era significativa en lo que a sexo se refiere. Pero una mayor proporción de mujeres presentaba la forma generalizada de fobia social, aunque tampoco resultaba ser significativa.
Según los autores, las mujeres tenían una mayor probabilidad de presentar agorafobia, mientras que los hombres tenían un mayor índice de comorbilidad debido al uso de drogas. Siendo también entre las mujeres donde se producía un curso más crónico de la enfermedad, con una puntuación más baja en la escala Global Assessment of Functioning, y con un índice mayor de intento de suicidio que los hombres.
La calidad de vida en relación con la salud era similar en ambos, exceptuando que las mujeres resultaban tener ligera pero significativamente más deteriorado el comportamiento en el grupo familiar.
La fobia social afecta por lo tanto, de forma similar a hombres y mujeres; y aunque los índices de remisión son también equivalentes entre ambos, los médicos deben tener presente el hecho de que las mujeres con un funcionamiento deteriorado de base, y una historia de intento de suicidio, presentan una mayor cronicidad de la enfermedad.