Los del primer grupo respondieron a la endotoxina produciendo citocinas. Todos los participantes fueron sometidos a tests que medían el estado de ánimo y la capacidad de memoria a distintas horas después de inyectada la endotoxina o el placebo, así como 10 días después.
En el primer grupo se observó un aumento significativo de síntomas depresivos -aunque ningún participante alcanzó síntomas clínicos de la enfermedad- a las 3-4 horas de la inyección, que desaparecieron a las 9-10 horas. También se observó un ligero aumento de síntomas de ansiedad, pero no fueron sostenidos ni significativos. Asimismo, también comprobaron un declive en la capacidad de memoria.
Estos resultados concuerdan, según los autores, con los de investigaciones anteriores que han sugerido la pérdida de memoria en pacientes con niveles elevados de citocinas.