Las fracturas grado III B (el 25 al 30% de las fracturas expuestas tibiales) constituyen un abierto desafío a la experiencia y al criterio del ortopedista más avezado. La magnitud de las lesiones primarias y de las asociadas, plantea desde el comienzo la diyuntiva entre el intento de conservación del miembro y su amputación.
En tal sentido, los modernos esquemas evaluativos , como el que nos ocupa y el test de Mess, facilitan una toma de decisión realista que debe tener en cuenta no solo las eventuales complicaciones derivadas del tratamiento sino tambien el pronóstico funcional final del miembro afectado y su incidencia sobre el perfil psicosocial del paciente. En lo referente al tratamiento conservador, existe actualmente un consenso en relación a las pautas terapéuticas generales: debridamiento precoz (dentro de las 6 hs), estabilización fracturaria y adecuada cobertura con partes blandas mediante injertos cutáneos y/o colgajos por deslizamiento o pediculados.
Las complicaciones y su tratamiento dependen en gran medida de la eficacia del cumplimiento de dichas pautas. No existe tal acuerdo, en cambio, respecto al procedimiento más adecuado para la estabilización ósea. Las conocidas ventajas de la fijación externa son confrontadas con los promisorios resultados del enclavado endomedular fresado o no fresado.
En relación a ello, los autores, avalados por una causuística respetable, intentan demostrar no solo la eficacia de la osteosíntesis endomedular en el tratamiento primario y en las complicaciones de tales fracturas, sino que la misma acorta el tiempo de consolidación y mejora el resultado funcional.
*The Royal Infirmary, Edimburgh, Scotland and The Vancouver General Hospital and Health Sciences Centre, Vancouver, Canada.