Los avances de la inteligencia artificial (IA) con herramientas como ChatGPT son indiscutibles. Asimismo, los algoritmos automatizan cada vez más acciones humanas. Avances que, en definitiva, generan ilusión, pero también miedos, inseguridades, e incertidumbre. Temor a lo desconocido.
La amenaza generada por la posibilidad de que todo cambie, y, por consiguiente, de perder el control sobre nuestro pensamiento y nuestras decisiones, está implícita.
Frente a ello, tal vez la solución más eficiente para frenar el miedo sea interiorizarse y comprender el funcionamiento de los algoritmos o la IA. En definitiva, el conocimiento.
Sin embargo, los humanos no atendemos por igual a toda la información que recibimos. Hay una capacidad limitada de procesamiento.
Pensamiento lento y rápido
Daniel Kahneman, premio Nobel de economía de 2002, explica en su best seller Thinking, fast and slow cómo en los humanos conviven dos sistemas de pensamiento.
Por un lado, está el sistema responsable de los procesos controlados, que implica mayor atención y consume más recursos cognitivos. Para aprender un idioma, por ejemplo, necesitamos este sistema.
Del otro lado, tenemos el sistema automático, que está fuera del control voluntario y consume pocos recursos. Un caso en el que se activa este sistema es cuando conducimos del trabajo a casa.
Mientras que uno parece que nos hace progresar o innovar, el otro nos salva en situaciones vitales o se encarga de tareas no relevantes para nosotros. Sin embargo, ambos son necesarios y complementarios: no funcionan por separado.
En las situaciones estresantes nos interesa que los automatismos tomen más control y dejar reposar el sistema atencional.
Algoritmos y decisiones
Los algoritmos procesan gran cantidad de datos, aunque muchas veces solamente sirven para distraernos o hacernos caer en la falsa sensación de control al disponer de más información.
Además, no todos los datos valen por igual en todas las circunstancias. Las leyes de la estadística no son infalibles, sobre todo porque nuestro organismo y el medio cambian continuamente.
El problema que puede darse cuando nos enfrentamos a los algoritmos informáticos es entonces que no estamos distinguiendo bien quién tiene que tomar ciertas decisiones.
Pensamiento computacional
El conjunto de procesos mentales que ayudan a buscar soluciones automatizadas (con o sin tecnología) a determinados problemas se conoce como pensamiento computacional.
Ahora bien, para esas búsquedas de soluciones o incluso para la toma de decisiones, puede ser también de gran utilidad aprovechar la ayuda de los algoritmos y/o la utilización del pensamiento pensamiento ingenieril.
Atajos mentales
Automatizar tareas nos genera grandes resultados y bienestar. Históricamente hemos utilizado una serie de atajos mentales (heurísticos) que simplifican problemas cognitivos complejos y los transforman en acciones sencillas.
Estos “atajos” se activan cuando no disponemos de tiempo, de información o de capacidad para procesar información. Y si bien nos ahorran energía, es en ese momento también cuando un algoritmo puede tomar el control y decidir por nosotros.
Un ejemplo sería que estemos scrolleando en internet, abrir una noticia que parecía llamativa, o que los algoritmos ubicaron frente a nosotros intencionadamente, y consumirla en modo automático, desatento, sin procesar la información, siendo ésta una noticia falsa.
Lo ideal es encontrar un término medio: no renunciar a los automatismos, pero tampoco hacer un sobreúso que nos distancie de la innovación.
Lo más inteligente es explorar nuevas alternativas cuando percibimos que el contexto cambia y nuestros aprendizajes requieren de nuevas estrategias para ser más eficientes.
La automatización mal empleada puede llevarnos a inhibir procesos de innovación y reflexión, tan necesarios en el mundo moderno cambiante e incierto que tenemos.
Automatización paternalista
Antes de juzgar a un algoritmo, primero deberíamos hacernos al menos las siguientes preguntas: ¿prefiero y compro funcionalidad para vender privacidad? ¿Quién tiene el control de las decisiones?
Algunos expertos afirman que existe una automatización paternalista que dirige las decisiones y el comportamiento humano mediante nudges, mecanismos psicológicos que afectan a la toma de decisiones que beben de nuestros heurísticos y sesgos.
Es entonces que, mediante estos “empujoncitos”, las personas elegimos y optamos sin hacer uso del sistema de pensamiento deliberado y consciente.
Aun así, siempre cabe cuestionarse: ¿es el algoritmo más racional y eficaz que uno mismo? Y en el caso de que lo fuera, ¿queremos realmente que tome nuestras decisiones?
Puede que los algoritmos lleguen a conocernos mejor que nosotros mismos y que automaticen muchas decisiones. Sin embargo, en última instancia, seguiremos teniendo el control de nuestras decisiones.
Idea validada por el paso del tiempo y que Epicteto, uno de los estoicos más reconocidos, resumió así:
“De lo existente, unas cosas dependen de nosotros; otras no dependen de nosotros. De nosotros dependen el juicio, el impulso, el deseo, el rechazo y, en una palabra, cuanto es asunto nuestro. Y no dependen de nosotros el cuerpo, la hacienda, la reputación, los cargos y, en una palabra, cuanto no es asunto nuestro.”
Conocer cómo funcionamos nos será de mayor utilidad para encontrar ese equilibrio entre automatización e innovación y, así, decidir quién (sistema atencional, automático o algoritmo) toma qué decisiones.