Cuadernos de anatomía de Carlos Alonso
“Dibujar es romper el miedo y el silencio.” Carlos Alonso
Sinopsis
"En estas páginas, hemos tratado de recrear lo que hacía el hombre miles de años atrás, cuando habitaba las cavernas: salía a cazar o a recolectar alimentos y luego se reunía alrededor del fuego para contarse historias de vida y dejarlas registradas en las piedras. Desde el neolítico contamos con el legado testimonial de los protagonistas de su tiempo. La memoria de la humanidad se conserva en las obras de arte, los documentos científicos y los hábitos sociales que dan continuidad a la especie. (...) Con Carlos Alonso abordamos el desafío de ponerle dibujos y palabras al cuerpo humano. Un intento de encarnar historias de vida, la búsqueda utópica de un trazo o una palabra que nos aleje de la muerte. Se trata de descubrir un cuerpo objeto y sujeto. Nos alienta la convicción de percibir en las entrañas un alumbramiento próximo que nos llena de vida. Una pulsión alquimista de fundir el oxígeno de la pintura con el hidrógeno de las palabras y ver nacer el agua. Dejar un testimonio de nuestro tiempo es la utopía que nos convoca a seguir viviendo. El sentido de este libro tan sentido."
Dr. Carlos Presman
Según declaró el Dr. Carlos Presman al diario La Voz de Córdoba: Se juntaron periódicamente durante tres años en el taller del artista en Unquillo. “Allí pasamos largas horas de aprendizaje y comunión –relata Presman en la introducción–. Fue un vibrar simultáneo que intentó alumbrar un tono, una música común, con las partituras de la medicina y la ejecución de la pintura. Ciencia y arte se necesitan y no pueden prescindir una del otro en la lectura del cuerpo. Se entrelazan de manera indisoluble: percibimos la belleza en la ciencia y la técnica en el arte”. Allí, Presman señala: “El cuerpo siempre es biología y biografía. Está atravesado por las condiciones sociales de vida. El cuerpo es un territorio o un escenario donde se expresan las condiciones sociales y personales, y a partir de ahí se construye este texto”.
“Cuando empezamos las charlas con Carlos, yo le decía que hay arte en la ciencia –suma el médico y escritor–. Uno piensa un diagnóstico. Revisar a un paciente es un arte, no es una técnica solamente. Escuchar es un arte, y el decir es un arte. El uso de la palabra, del lenguaje. Y hay algo de creatividad cuando uno busca el diagnóstico en los indicios que te da el paciente. Hay algo de detective. Alonso me respondió diciendo que también hay técnica en el arte, también hay ciencia. Entonces, a partir de esa idea donde se cruzan aspectos técnicos y científicos con aspectos artísticos y humanos, es que empezamos a trabajar para pensar el cuerpo como un objeto-sujeto de entrecruzamiento de ideas y de experiencias”.
“Con el artista Carlos Alonso nos encontramos periódicamente, durante años, en su atelier de Unquillo Córdoba, contiguo a la Casa Museo Lino E. Spilimbergo. Pasamos largas horas de aprendizaje y comunión. Fue un vibrar simultáneo que intentó alumbrar un tono, una música común; con las partituras de la medicina y la ejecución de la pintura. Ciencia y arte se necesitan y no pueden prescindir una del otro en la lectura del cuerpo. Se entrelazan de manera indisoluble: percibimos la belleza en la ciencia y la técnica en el arte."
En cada órgano de la anatomía intervienen nuestros recuerdos, ésos que se construyen con las emociones y la razón, la experiencia y las ideas; un manifiesto de la política de nuestras vidas. Los momentos vistos, escuchados o leídos que sobrevivieron al olvido. El lenguaje se escribe y también las palabras nos dicen. La pintura representa y, a la vez, somos representados, pintados. Una frase, una imagen, las hipótesis de la ciencia, la imaginación del arte, nos hacen renacer una vez más.
Con Carlos Alonso abordamos el desafío de ponerle dibujos y palabras al cuerpo humano. Un intento de encarnar historias de vida, la búsqueda utópica de un trazo o una palabra que nos aleje de la muerte. Dejar un testimonio de nuestro tiempo es la utopía que nos convoca a seguir viviendo.”
Cuaderno de anatomía
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos. Jorge Luis Borges, «Cambridge».
El cuerpo es la materia donde sucede la vida y también la muerte. Con él, cada uno interpreta un papel distintivo, único, e interactúa con otros. El cuerpo siempre es una sociedad. Galeno fue el primero en estudiarlo, allá por el año 162. Pero fue recién en 1543 que se fundó la anatomía moderna con el libro de Andrés Vesalio: De humani corporis fabrica libri septem (De la estructura del cuerpo humano en siete libros). Hoy no se requiere la disección cadavérica, condenada durante siglos, para estudiarlo. El desarrollo tecnológico hizo visible toda la biología del cuerpo, incluso ha desentrañado la secuencia del genoma.
La especie humana, además de modificarse desde el momento mismo en que se unen espermatozoides y óvulos, cambia con la historia personal de cada uno. La biología se transforma con la biografía. Ese cuerpo biográfico, además, sucede en un tiempo histórico y cultural. La convivencia, el medio ambiente, la historia y las diversas pautas culturales nos atraviesan. El cuerpo es el soporte material de las ideas que transcurrieron a través de la historia de la humanidad.
La genética funciona apenas como el ingrediente. Esa arcilla con la que nacemos será moldeada por la biografía personal y el entorno social.
El cuerpo es la síntesis material de lo heredado, de nuestras conductas y de la impronta de la vida en sociedad. Es testigo y protagonista de los estigmas y secuelas de la pobreza, de la inequidad; y también de la riqueza, de la opulencia. No sólo las cirugías dejan huellas inevitables en nuestro cuerpo, también lo hacen la violencia, el hambre, el sol, el frío, la abundancia, el encierro, los accidentes.
Cuatrocientos años antes de Cristo, los griegos plantearon el concepto de democracia: el pueblo, los ciudadanos constituyen el Estado y eligen su forma de convivencia. Democracia de cuerpos protegidos, con derechos, aunque algunos vivan desolados, a la intemperie. La política es la escultora de un cuerpo social; la economía, su mano y la cultura, su arquitecta.
El cuerpo es la escenografía, el territorio, donde cada cual con lo que hereda construye su identidad física. Eso ocurre con todos: los deportistas, las modelos, los artistas, los intelectuales, los obreros, los maestros, los médicos…
El cuerpo es nuestra propia obra de arte, una escultura que moldeamos cada día. Muestra lo que nos oculta, como la punta de un témpano que nos obliga a sumergirnos para poder dimensionar, desde la profundidad, la verdadera magnitud del ser humano. El lenguaje nos permite bucear. Somos personas porque nos comunicamos simbólicamente, porque hablamos, porque somos dueños de un lenguaje. La palabra, que es la herramienta más poderosa para que el cuerpo se exprese, a su vez, lo conmueve.
A fines del 1800, Sigmund Freud revolucionó el pensamiento de la época con la teoría psicoanalítica. A partir de él sabemos que el inconsciente afecta el funcionamiento del cuerpo e influye en nuestros hábitos y conductas. Actuamos y luego damos sentido a nuestros actos. Las acciones afectan nuestro cuerpo. Somos seres tan conscientes como inconscientes.
¿Cuántos hábitos y comportamientos fueron pasando de generación en generación, condicionando nuestra anatomía? Somos lo que comemos, bebemos, respiramos, hacemos, leemos y hablamos. El cuerpo escucha, y obedece.
El lenguaje corporal no es sólo el habla; se expresa de infinitas maneras, con los otros y consigo mismo. La expresión más profunda de placer del cuerpo es con otro, y la llamamos «amor»; a la soledad del sufrimiento, «dolor».
El cuerpo humano puede ser interpretado desde la ciencia y el arte. La medicina lo lee con la semiología de la ciencia; así las manifestaciones pueden ser signos o síntomas. El signo es toda expresión objetiva, mensurable: la temperatura, la presión o el tamaño de un tumor. La tecnología, que reemplazó a los sentidos, permite diagnosticar de manera precisa los signos. Pero todo cuerpo contiene un ser humano, y el síntoma, lo subjetivo, requiere del lenguaje: ningún órgano habla.
El desafío es el síntoma. Ese es el lenguaje del cuerpo que nos interpela, nos incomoda, nos inquieta y no tiene una respuesta universal. Es único e irrepetible.
El refrán popular dice que el tero canta en un lado y pone los huevos en otro. La ciencia desentrañó las notas musicales de su canto; midió el tamaño del pico, cuántas plumas y huesos posee; si es macho o hembra; cómo son y cómo funcionan sus órganos. La ciencia cree saber todo acerca del tero. Pero no puede saber dónde oculta lo más importante para él, que son sus huevos, la continuidad de la especie. La ciencia ha resuelto la biología del tero, sólo eso. El arte permitiría descubrir dónde esconde los huevos.
¿Y los seres humanos dónde escondemos el dolor? ¿Dónde, el amor?
Dr. Carlos Presman
Datos biográficos de los autores
Carlos Alonso (Tunuyán, Mendoza; 4 de febrero de 1929) es un pintor, dibujante y grabador argentino, representante de un arte de marcado interés social. Su obra es de carácter expresionista. Su trabajo está influenciado por las vivencias de la dictadura, la pérdida de su hija y la experiencia del exilio, y plantea un lenguaje plástico profundo y, a veces, de difícil comprensión. Pinta especialmente en acrílico, utilizado el secado rápido, lo que le permite añadir mayores gamas cromáticas y transparencias. Esta técnica también le permite aplicar otras técnicas mixtas, como dibujo y collage (sobre todo papel pegado).
Una de las principales y destacadas actuaciones de este artista son las realizadas en el ámbito de la ilustración, por la cual ha sido reconocido numerosas veces, y por lo cual su obra es popular en un sector más amplio que los límites del público específico de las artes posee generalmente. Sus series de ilustraciones más conocidas son las que hizo para obras como Don Quijote de la Mancha, los poemas de Pablo Neruda, El Gaucho Martín Fierro de José Hernández, El Matadero de Esteban Echeverría, y El juguete rabioso de Roberto Arlt. En 1969, se instaló en Florencia para crear su serie "Carlos Alonso en el Infierno", inspirada en La Divina Comedia de Dante Alighieri.
Alonso ha recibido en dos ocasiones el Premio Konex de Platino (1982 y 1992) como el mejor Dibujante de la década de la Argentina y en 2012 recibió el Premio Konex Mención Especial a la Trayectoria de las Artes Visuales por su trabajo de toda su vida.
Carlos Presman (Argentina, 1961)
Prof. Dr. Carlos Gabriel Presman. Profesor Titular de Semiología del Hospital Nacional de Clínicas (HNC) Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Doctor en Medicina. Especialista en Medicina Interna y Terapia Intensiva. Compilador del Manual de Semiología del HNC. Basado en la evidencia y la experiencia. (Edición 2022). Coautor del Capítulo “Semiología Narrativa”, del Tratado de Semiología Médica. Fisiopatología, Semiotecnia y Propedéutica. Enseñanza-aprendizaje centrada en la persona (Argente-Álvarez, Editorial Médica Panamericana 3ª edición, 2021). Autor de la novela Ni vivo ni muerto” traducida al alemán con ilustración de tapa por Carlos Alonso. Autor de los libros de Medicina Narrativa: Letra de Médico y Vivir 100 años. Todos estos textos, son utilizados en diversas Facultades de Ciencias Médicas de Universidades Nacionales e Internacionales.