Escepticemia por Gonzalo Casino

Prevención cuaternaria

Sobre la protección frente a los perjuicios de las intervenciones sanitarias

Autor/a: Gonzalo Casino

El término prevención cuaternaria no ha hecho fortuna más allá de algunos círculos de la medicina familiar y generalista, donde surgió y tiene quizá más sentido. Si nos atenemos a su presencia en la literatura médica, no llegan a un centenar los artículos en PubMed que mencionan este concepto. Mucha gente probablemente no ha oído hablar de él, aunque quizá tampoco le resulten familiares los otros tres elementos de la prevención. Pero, más allá de su buena o mala estrella, la idea que trata de recoger este concepto es de la máxima importancia, y donde tiene que estar sobre todo es en la mente de los profesionales sanitarios, pues de lo que se trata es de proteger a las personas de los excesos y perjuicios de la medicina.

El concepto de prevención cuaternaria se atribuye al médico generalista belga Marc Jamuille, que lo propuso en 1986. En 1999 fue aceptado por la Organización Mundial de Médicos de Familia (WONCA), que lo incorporó a su diccionario en 2003. Allí se define como la "acción implementada para identificar a un paciente o a una población en riesgo de sobremedicalización, protegerlos de intervenciones médicas invasivas, y proponerles procedimientos de cuidados ética y medicamente aceptables". La principal novedad, como vemos, está en el término, pues lo que se hace es describir con palabras nuevas una vieja preocupación de la medicina.

Efectivamente, los daños causados por las intervenciones de médicos y todo tipo de sanadores se conocen desde antiguo, un riesgo del que ya advertía el aforismo hipocrático “primun non nocere”. Así mismo, la expresión “ser peor el remedio que la enfermedad” alude a ese efecto perjudicial de los tratamientos, un daño que a veces es mayor que el beneficio, lo que desaconsejaría su uso. Este balance negativo entre beneficios y daños es precisamente el foco de la prevención cuaternaria, una idea que también está muy relacionada con el sobretratamiento, la medicalización, la desprescripción y otros conceptos afines.

La definición original de prevención cuaternaria ha sido revisada recientemente, proponiéndose actualizarla como la "acción adoptada para proteger a los individuos (personas/pacientes) de las intervenciones médicas que probablemente causen más daño que beneficio". Esta nueva definición tiene interés porque pone énfasis en el balance entre beneficios y daños, pero también porque habla de personas y pacientes, reconociendo que muchos tratamientos se aplican en personas sanas. El adverbio “probablemente” tiene también su interés, pues alude a la necesidad de tener un suficiente grado de certeza sobre los efectos de las intervenciones.

Pero, más allá de los términos y sus definiciones, la prevención cuaternaria es importante porque existe abundante evidencia del daño que causa la medicina. Esta iatrogenia es la tercera causa de muerte en Estados Unidos, el país con un mayor gasto en sanidad. Y eso que los efectos perjudiciales de las intervenciones sanitarias se estudian mucho menos que los efectos beneficiosos, y queda mucho por saber sobre los efectos del sobrediagnóstico y sobretratamiento. Conocer mejor los efectos perjudiciales de las intervenciones sanitarias y abandonar las que producen más daños que beneficios es, por tanto, un planteamiento sanitario muy necesario.

Esta desprescripción es igualmente necesaria en las actividades preventivas, que también consumen muchos recursos y causan daños, algo de lo que probablemente se tiene menor conciencia. Prevenir no siempre es mejor que curar, pues no todas las intervenciones preventivas tienen la misma importancia ni están basadas en evidencias sólidas. Hace falta, por tanto, conocer mejor el balance de beneficios y daños de las acciones preventivas. Y, sobre todo, hace falta que esta prevención cuaternaria, o como quiera llamarse, sea un asunto relevante no solo para los profesionales sanitarios, sino también para los pacientes y ciudadanos en general.


El autor: Gonzalo Casino es licenciado y doctor en Medicina. Trabaja como investigador y profesor de periodismo científico en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.