El doctor Gustavo Rivara, pediatra y neonatólogo en la Clínica Delgado de Lima, Perú, dista mucho de ser un médico típico. Para empezar, no usa bata blanca: su ambo es colorido, con motivos del hombre araña o Toy Story y su voz, siempre calma, no suena a prescripción o mandato sino a acompañamiento. Interesado en la investigación clínica, viajó a diversas locaciones –entre ellas a la Universidad de Harvard, en Boston, EEUU- para profundizar en el dolor en niños. “De pequeño yo era alérgico a los analgésicos y cuando estuve en cuidados intensivos, ya había identificado que la misma medicina me dolía menos con la enfermera más amable, mientras que con la otra, ya me dolía de solo verla”.
Así, de chico, dedujo que había “algo más allá de lo bioquímico” y una parte emocional en este padecimiento. Una vez médico, trabajó en diversos estudios para demostrar métodos analgésicos no farmacológicos, como la música, los estímulos táctiles y la lactancia materna. Rivara viajó a unidades de cuidados intensivos de Suiza e Italia para estudiar la saturación sensorial (cuando saturaban los 5 sentidos de un bebé durante una vacuna, prácticamente no sentían dolor). Tras arribar a esa conclusión, se preguntó: “¿Quién me satura los 5 sentidos positivamente? Pues un payaso de hospital”.
Así buscó a Wendy Ramos, una famosa payasa hospitalaria en Perú y le propuso hacer un estudio clínico sobre esta línea, que ganó el Premio Nacional de Pediatría 2010 y en el que se demostró que los pequeños sentían menos dolor con estos estímulos. Fue ella entonces quien le dijo a Rivara: “Lánzate a la piscina, tu puedes ser payaso”. Así, con su uniforme colorido a veces y su nariz roja otras, busca brindar tranquilidad a hijos y a padres. También, busca bajar a tierra todo lo aprendido para brindar tranquilidad en tiempos de pandemia.
Dice de sí mismo: “Me gusta el payaso. Cuando visitamos el pabellón de oncología o de niños quemados, es una fiesta. Incluso enseñé trucos de magia en las redes. Siempre con el objetivo de dar calma y funcionó muy bien”. Aquí, la entrevista con IntraMed a un médico que demostró que la risa y la calma es un tema para tomar muy en serio.
Chicos y pandemia
¿Tras más de dos años, qué supimos de COVID-19 en niños y cómo cursan ellos las distintas variantes?
Afortunadamente vimos una evolución muy buena con porcentajes altos de niños asintomáticos y una minoría de casos graves que pasan a cuidados intensivos, que por lo general tienen una condición clínica previa. Es cierto que con la variante Ómicron estamos viendo más niños sintomáticos, pero por una razón muy simple: como se transmite a tanta velocidad tenemos muchísimas personas infectadas al mismo tiempo. Además los padres comparan y dicen: “Mi hijo está con manifestaciones clínicas y yo no”. Y es porque hay un porcentaje muy grande de adultos que están inmunizados. Este contraste asusta a los padres, pero en realidad los chicos presentan manifestaciones clínicas leves, como la de muchos otros procesos virales que siempre han tenido.
Perú sumó el 17 de enero a los niños de entre 5 y 12 años a la vacunación COVID. ¿Hubo muchas dudas y consultas por parte de los padres?
No falta quienes tienen tremendas dudas, sobre todo por el tiempo corto en el que las vacunas COVID fueron administradas. Lo bueno es que en estos últimos meses tenemos una experiencia con varios millones de niños norteamericanos vacunados de entre 5 y 12 años que no forman parte de un estudio clínico, sino de la vida real. Los hay con todas las condiciones clínicas, con más o menos peso… Todos están siendo vacunados y hasta la fecha no se han encontrado más que las manifestaciones locales de cualquier vacuna, ni complicaciones que pongan en duda a la vacuna COVID, lo que da bastante tranquilidad.
"Los beneficios de la vacunación globalizada se asocian con volver a muchas actividades necesarias, como la educación presencial, los niños jugando, moviéndose en libertad"
¿Cómo recibió la comunidad médica y científica que comiencen a vacunarse a más niños de cara al inicio de clases?
Como la letalidad por COVID en niños es bastante baja -de uno o dos por millón de infectados- no veremos grandes diferencias en este aspecto (incluso las tasas de hospitalización en ellos son menores que en la influenza o el virus sincicial respiratorio). Pero los beneficios de la vacunación globalizada se asocian con volver a muchas actividades necesarias, como la educación presencial, los niños jugando, moviéndose en libertad, yendo a los jardines de infantes (lo no pueden compararse a las plataformas electrónicas). Además, al volver los niños a la escuela, los padres pueden regresar a sus trabajos, sufrirán menos estrés y ansiedad, es un ida y vuelta. Porque en la consulta vemos niños con gran afectación emocional y ni que decir de los padres.
¿Cómo afectó a los niños la falta de educación presencial y las restricciones y cómo lo están abordando los pediatras?
La afectación fue muy fuerte, pero dependió de cada escenario: de los padres, de cómo haya estado esa familia antes de la pandemia (si estaban bien emocionalmente o a punto de separase), el estado de salud previo, la situación económica, el número de hermanos. Son muchas las cuestiones determinantes. Veo a familias que están súper bien y los niños hasta mejor que antes porque la pandemia les ha permitido estar juntos, viven en una casa grande, con jardín y frente al mar. Pero cuando los padres son muy nerviosos, les transmiten a sus hijos el miedo a salir. O bien niños que han nacido en pandemia han tenido pocas oportunidades para socializar con otros niños y para ellos, el juego es la actividad suprema, como comer, respirar o estudiar. El jugar por jugar con otros niños se ha perdido. Y la vacunación los llevará a una mayor normalidad emocional y física.
Extender la lactancia ayuda a proteger a los chicos que no pudieron vacunarse. ¿Pero hasta cuánto tiempo y cuál es el mecanismo protector?
Cuando una mujer se vacuna en la gestación o en la lactancia, lo que le pasa a su bebé no es la vacuna, sino los anticuerpos (está científicamente probado que la leche materna de una mujer vacunada los tiene). Ahora, decir que eso le confiera protección al niño… en teoría sí, aunque con pruebas, yo solo puedo asegurar “tu leche tiene anticuerpos”. ¿Cuánto tiempo vas a proteger a tu bebé? Mientras el bebé lacte todo el día, todos los días, va a recibir los anticuerpos de su mamá mientras los tenga. Pero he recibido preguntas de una madre con un hijo de tres meses al que está amamantando y otro un niño de 5 años. Su consulta fue: “¿Doctor, entonces le doy un trago de mi leche a mi hijo mayor para vacunarlo?” Y la respuesta es no, porque no es que yo vacune a un niño con la leche. Y tampoco es viable que a un niño de 5 años lo regrese a la teta. Se trata de aprovechar la lactancia hasta que un niño es lactante. Con dos años, según muchas instituciones, es suficiente, aunque nadie critica a las madres que dan de lactar por más tiempo o que no pueden llegar a los dos años por distintas razones.
La primera imagen que ven los recién nacidos son las madres con barbijos, a la familia con distancia. En materia de neurodesarrollo, ¿se viene una generación de nativos COVID con cambios adaptativos semejantes a los nativos digitales?
Sí, pero también debemos recordar que somos una especie que se adapta. Las pandemias no son algo nuevo así como tampoco otros acontecimientos históricos. Durante la gripe Española han fallecido 80 millones de personas, la Segunda Guerra Mundial mató a millones de personas. Los niños de los países con conflictos armados se someten a situaciones tremendas. Pero todo va a depender de lo que un niño reciba en su desarrollo y basado en el afecto, en la sensibilidad, en diferentes parámetros que hacen que la plasticidad que tienen desde el punto de vista cerebral y por resiliencia puedan adaptarse. No digo no hay que tener en cuenta la afectación del COVID en los niños, sino que nos tenemos que preguntar qué hacer. Si hay muchas familias que han transitado bien la pandemia emocionalmente porque el afecto reinó en sus hogares, eso significa que se debe trabajar en la salud mental de las familias y no solo de los niños, para no tener niños con grandes afectaciones. Entonces si al momento del parto, la madre del recién nacido acaba de tener una prueba COVID negativa y el padre también, hacemos el contacto piel a piel; la mujer le da de lactar por no menos de 30 minutos; le quitamos el barbijo a la mamá para que pueda abrazar a su niño y mirarlo. Se debe rescatar ese momento, cuesta más trabajo pero hay que hacerlo. En síntesis, la idea no es pensar en “¿qué pasará?”, sino en “¿qué hago yo para que esto que pasa no sea severo?”.
Un doctor multifacético
¿Cómo llegó a ser un divulgador de la ciencia, tanto a través de los libros como en redes sociales?
Me gusta ser profesor y enseñar a los médicos. Pero me puse a pensar: “¿Por qué los médicos solo enseñamos a los médicos?”; “¿Por qué no les enseñamos a los no médicos a alcanzar el nivel supremo de la salud?” Esto lo aprendí viviendo en China, cuando la rectora de un hospital me dijo “ustedes los occidentales son médicos mediocres, porque son muy buenos curando; pero un médico sabio es el que evita que su paciente enferme y eso se basa en la prevención, en la nutrición, en los estados emocionales positivos, en los servicios de salud primarios”. Eso me dejó pensando hasta que me dije “yo necesito una escuela de padres”. Hace ocho años que tengo esa escuela para los progenitores desde antes de que nazcan los niños, en sesiones de más de 300 familias. Ahora por zoom es facilísimo. El año pasado hasta abrí la escuela de abuelos, con 900 inscriptos. Trato de dar cultura de salud a las personas para evitar que enfermen. Entonces en mi consultorio ambulatorio yo suelo ver a niños sanos. Nunca receto nada porque como trabajo desde antes que nazcan, todos están con lactancia materna, las vacunas al día y los padres tienen la información necesaria para no preocuparse por cosas que no ameritan y sí entender lo que merece algún cuidado. Esa experiencia me llevó a las redes, a divulgar información para llegar masivamente.
Sin darme cuenta, comenzaron a crecer muchísimo mis seguidores muchísimo. Antes solo tenía Facebook y ya estoy por llegar a los 400 mil followers. Fue entonces que me dije que también sería prudente imprimir todo lo que digo. Saqué un libro para padres que se llama Wawa (en quechua cusqueño significa niño pequeño) y si a esa palabra le pongo una sombra y le invierto una figura es “mamá”. Entonces el libro es Wawa y la sombra de mamá. En 405 páginas compilé todas las preguntas que me hicieron en más de 20 años como pediatra. Este volumen se centra en los bebés, pero ahora estoy por sacar Wawa II, que va desde los 18 meses hasta la adolescencia, con temas como la sexualidad, la evolución del pensamiento de los niños, cuándo entienden la muerte, cuándo aprenden a mentir, muchas cosas que no nos enseñan en la facultad, pero está bueno saberlo. Saqué otro libro para niños y está por salir uno sobre puericulturs para padres. Por supuesto también tengo libros para médicos, por ejemplo uno en Boston (durante su pasaje en Harvard) sobre investigación clínica de 500 páginas. Me gusta mucho escribir porque es una forma de llegar a la gente.
¿Qué recomendaciones podría brindar a niños y padres la pasen lo mejor posible ante esta coyuntura?
Lo primero, con o sin pandemia, es estar en calma, porque la paz y tranquilidad y salud, mientras que la angustia y el miedo enferma a todo nivel. Si estamos con miedo no vamos a estar saludables y eso se transmite a los niños, incluso a un recién nacido. Parece ser que estamos en el principio del fin de la pandemia, ojalá, espero no equivocarme. Entonces sugiero no ver las noticias como nos las presentan los medios, que enferman cuando nos dicen que hay 14.000 casos nuevos, pero no nos dicen que las muertes están disminuyendo, que no hay demanda de oxígeno, que las camas de cuidados intensivos no están saturadas. No nos dicen que no se mueren niños y que no están ingresan a cuidados intensivos. Nos hablan del vaso vacío y no muestran las cosas buenas. Entonces recomiendo, con los cuidados, seguir disfrutando de la vida, recordar que al aire libre el contagio prácticamente no se da, entonces hagamos muchas actividades fuera, salgamos a caminar, una actividad que se puede hacer en familia. Sugiero no encerrarse en los temores y continuar la vida, porque la vida sigue. No es la primera vez que el ser humano se enfrenta a algo así. Las guerras mundiales fueron peores que la pandemia y los países que fueron los más afectados por las guerras se supieron levantar. Hay que trabajar para tratar de estar bien, pero hay que decidirlo, porque si no, no se avanza.
"A veces nuestra presencia en silencio vale muchísimo..."
¿Y qué sugerencia daría a los médicos?
A los médicos les daría el consejo que sean en su práctica “un poco payasos”, que no tienes que tener la nariz roja en la cara para que te llamen clown o payamédico, sino ponerle afecto a tu atención médica y recordar que gran parte del tratamiento es justamente el acompañamiento, la sonrisa y sobre todo la calma. Las personas buscan eso en un médico: salir de la consulta, respirar profundo y decir “qué bien me siento ahora y eso que aún no tomé la medicina”. Los médicos tienen a mano esta herramienta y no siempre la usan. Y funciona muchísimo, más que cualquier pastilla o ampolla. Y no solamente es risoterapia, no se trata de hacer reír a alguien sino de estar ahí. Y me gustaría ejemplificar esta idea con una anécdota. Una vez visité a una chica en el hospital de niños que tendría unos 12 años. Comencé a hablarle y “no me daba bola”. Entonces le dije: “Bueno, no te molesto más”. Y me dijo “No te vayas”. ¿Qué pasaba? Esta niña estaba en una habitación de seis niños, y todos tenían una silla al lado para la madre. A ella no la visitaba nadie porque no tenía ni madre ni padre. Ella quería que yo me quede sentado y la acompañe solamente. A veces nuestra presencia en silencio vale muchísimo, a veces los niños quieren que los escuchen, otras quieren escuchar a otra persona; a veces quieren que les canten y otras ellos quieren cantar y que tú seas su público. No hay una receta, se trata de que cada persona vea qué está pasando en una situación – no solo en el hospital sino en la vida– amoldarse a eso y saberlo dar para alcanzar la calma y el equilibro emocional en tus pacientes, en tu familia o en las personas con las que te cruzas.
*Dr. Gustavo Rivara – Pediatra, neonatólogo y payaso hospitalario. Médico del departamento de Pediatría y Neonatología de la Clínica Delgado en Lima, Perú. Profesor universitario de la Facultad de Medicina de la Universidad San Martin de Porres, en la misma ciudad. Autor de libros de divulgación para niños y padres, entre ellos Wawa y Wawa II. Su IG es @drgusrivara.