Música

¿Cuándo (no) deberías escuchar a The Smiths?

Existen quienes evitan las canciones tristes cuando se sienten mal, pero también están quienes las reproducen en loop. Aquí, un listado de temas que puede ser una advertencia para los primeros, pero una recomendación para los segundos.

Autor/a: Celina Abud

La tristeza impone en cada uno sus propias reglas, al menos si de playlists hablamos. Existen quienes quieren “ponerle onda” y escuchar temas festivos para aplacar las emociones, pero tal vez son los menos. Porque aunque las melodías con acordes menores y letras sombrías pueden ser multiplicadoras emocionales, también ayudan a desahogarnos y a “desatar” los nudos en la garganta. Lo mismo sucede con las baterías rabiosas y las letras iracundas, porque el enojo es, muchas veces, el espejo de la tristeza o su estado de ebullición.

Una de las bandas que más comulga con estos estados de ánimo es The Smiths, nacida en Manchester en 1982, que marcó la escena de la música independiente británica hasta su disolución, en 1987. La voz melodiosa y monocorde de Morrisey más la guitarra rockera pero a la vez etérea de Johnny Marr, se complementan con letras que reflejan desde la rabia a la melancolía, pasando también por el completo abatimiento y la muy sutil esperanza. Así, una dupla infalible compuso tal vez los mejores temas acerca de la pérdida.

¿Pero escuchar a esta banda inglesa en un día malo equivale a torturarse? No siempre. Ya que las canciones pueden ser “ese otro” que nos comprende, cuando sentimos que ya no queda alguien con quien hablar. O bien pueden emocionarnos por su belleza y así, encontrarle un sentido al dolor.

La pregunta del millón es ¿por qué, a veces, escuchar música triste se siente tan bien? En primer lugar, porque al conmovernos, también nos hace sentir vivos. Aunque suene paradójico, nos hunde pero también nos eleva.

En un reciente artículo publicado en The Conversation, Simon Mc Carthy Jones, profesor de Psicología Clínica y neuropsicología en el Trinity College de Dublín, sugiere que las canciones tristes pueden ser un buen amigo y actuar como “un sustituto social”, empático tras una pérdida, una ruptura o una desilusión. Además, si de teorías psicológicas hablamos, la música puede brindarnos “un espacio seguro y controlado en el que podemos explorar nuestra tristeza simulada”.

Mc Carthy Jones remarca que más allá de la tristeza, hay canciones que son absolutamente nostálgicas, y de la nostalgia disfrutamos. Es la sensación que en la música brasileña –especialmente en el Forró- se denomina saudade. Pero más allá de la nostalgia o la tristeza, muchas de estas canciones pueden resultarnos placenteras simplemente porque son bellas.

En todo caso, quienes eligen playlists tristes frente a las alegres en los malos momentos, no buscan negar la tristeza sino no sentirse solos en el dolor. Aquí, una pequeña selección para quienes buscan identificarse con las canciones tristes y hacerlas propias.

La falta: “Last night I dreamt that somebody loved me”

 

La canción, que se traduce como “Anoche soñé que alguien me amaba” fue lanzada a fines de 1987 y pertenece al cuarto y último álbum de estudio de la banda, Strangeways, Here We Come. De letra corta, pero de introducción larga y hasta lejana, se escucha a Morrisey cantar “Anoche soñé, que alguien me amaba. Sin esperanzas, sin daños, solo otra falsa alarma”. La angustia se corona con la incertidumbre, cuando tanto desde la letra, como en una última nota extendida, se lamenta al decir: “La historia es vieja, lo sé, pero continúa”.

El desamor: “I know it’s over”

Este icónico tema de 1985 es el tercero del mítico álbum The queen is dead. Con música de Johnny Marr, se dice que Morrisey no mostró la letra compuesta por él a sus compañeros hasta que la versión instrumental estuvo terminada. Habla de una ruptura, de hecho el título del tema se traduce como “Sé que se acabó”, pero él dice todavía aferrase, porque no sabe adónde ir. Incluso se sugiere un dolor mayor porque ese vínculo terminado podría haber sido desigual, cuando dice: “Sé que se acabó… y ni siquiera empezó verdaderamente, pero en mi corazón se sintió tan real”. O cuando más tarde, casi susurra: “El amor es real y natural, pero no para vos, mi amor, no esta noche, mi amor”. Una canción que pega y acaricia en iguales proporciones, con una de las letras consideradas entre las mejores de todos los tiempos.

La ira y la desesperación: “Miserable lie”

El tema, cuya traducción es “Mentira miserable” es de 1984 y pertenece al primer álbum de la banda, titulado The Smiths. Muestra, tal vez, la impronta más punk de la banda, junto con el tema “Still ill”, también del mismo disco. “Así que ándate, por favor quédate con los de tu clase, que yo me quedo con los de la mía. Hay algo en contra de nosotros y no es el tiempo”, dice Morrisey en una voz que parece más resignada que dolorida. Pero después, acompañado por una batería enérgica, emite un descargo furioso que incluye la frase “y el amor fue una mentira miserable”. Para la desesperación recurre al recurso del falsete cuando repite “necesito un consejo, necesito un consejo, porque nadie me mira dos veces”. Su final, a diferencia de otras canciones de la banda inglesa, es abrupto, violento, y por ello puede acompañar a los momentos de ira.

El deseo rumiante: “Please, please, please let me get what I want”

Esta canción expresa en menos de dos minutos un pedido desesperado y persistente ejecutado en una voz monocorde: “Por favor, por favor, por favor, déjame tener lo que quiero”. Lanzado en 1984 como lado B del simple William, It Was Really Nothing, esta canción no sólo fue sumada a dos álbumes compilatorios posteriores, sino también reversionada por varios artistas. Sus frases lo ameritan: “Verás, la suerte que tuve, vuelve a cualquier hombre bueno malo”. O “por favor, déjame tener lo que quiero, Dios sabe que será la primera vez”.

•La tenue esperanza: “There’s a light that never goes out”

En este otro éxito icónico del álbum The queen is dead, Morrisey le habla a un otro, que le dice que lo saque a pasear, porque quiere “ver gente y ver vida”. Pero le pide: “Manejando en tu auto, por favor no me dejes en casa, porque ya no es mi casa, es la de ellos y ya no soy bienvenido”. El estribillo dice: “Y si un colectivo de dos pisos nos choca, morir a tu lado es una forma celestial de morir”. Más allá de las posibles hipótesis de la muerte, con el deseo y desde su título (que puede traducirse como “Hay una luz que nunca se apaga”), la canción es más esperanzadora y nostálgica que triste, recomendada para quienes quieran rememorar cómo se sentía estar enamorado en las épocas en que una persona estaba dispuesta a darlo todo a cambio de recibir un sutil momento de felicidad.