Epidemiología |
La mayoría de las infecciones criptocócicas asociadas al VIH son causadas por Cryptococcus neoformans, pero en ocasiones, la causa es Cryptococcus gattii. C. neoformans se encuentra en todo el mundo, mientras que C. gattii es más frecuente en Australia y regiones subtropicales similares, y en el noroeste del Pacífico.
Antes de la era de la terapia antirretroviral (TAR) eficaz, casi el 5% al 8% de los pacientes con VIH en países de altos ingresos tenían una criptococosis diseminada.
Las estimaciones actuales indican que, en todo el mundo, ocurren aproximadamente 280.000 casos/año de infección por criptococos en personas con SIDA.
La enfermedad representa el 15% de las muertes relacionadas con el sida.
Los casos en personas con VIH se observan en aquellos que tienen recuentos de linfocitos T CD4 <100 células/mm3. La incidencia de la enfermedad ha disminuido sustancialmente entre las personas tratadas con antirretrovirales eficaces.
Manifestaciones clínicas |
En las personas con VIH, la criptococosis comúnmente se presenta como meningitis subaguda o meningoencefalitis con fiebre, malestar y cefalea, que se desarrollan lentamente durante muchas semanas (mediana de aparición: 2 semanas después de la infección). Los síntomas y signos meníngeos clásicos ocurren en solo en un cuarto a un tercio de los pacientes infectados.
Algunos experimentan síntomas encefalopáticos, como letargo, alteración de la capacidad mental, cambios de personalidad y pérdida de memoria, que suelen ser el resultado de la hipertensión endocraneana (HEC). En las personas que presentan meningitis criptocócica (MCr) poco después de iniciar el TAR, el inicio de los síntomas puede ser más agudo, probablemente en relación con el desenmascaramiento del síndrome inflamatorio de reconstitución inmune (SIRI).
En general, la criptococosis se disemina cuando el paciente tiene VIH. A pesar de la enfermedad diseminada generalizada, los pacientes con VIH pueden manifestar pocos síntomas que sugieran una infección diseminada.
Cualquier órgano puede estar afectado y las lesiones cutáneas pueden manifestarse en formas diferentes, por ejemplo, umbilicadas o similares a las del molusco contagioso. También es posible una infección pulmonar aislada; con tos y disnea y una radiografía de tórax que muestra una consolidación lobular y, con menor frecuencia, infiltrados nodulares. La criptococosis pulmonar puede presentarse como un síndrome de dificultad respiratoria aguda e, incluso, simular una neumonía por Pneumocystis.
Diagnóstico |
El análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR) generalmente muestra niveles de proteína levemente elevados, concentraciones de glucosa de bajas a normales y, pleocitosis variable, principalmente con predominio de linfocitos. Algunos pacientes con VIH tienen muy pocas células inflamatorias en el LCR. Una tinción de Gram o una preparación de tinta china pueden mostrar numerosas formas de levaduras. En pacientes con VIH y MCr, la presión de apertura (PrAp) del LCR puede estar elevada, con presiones ≥25 cm H2O en el 60 a 80% de los pacientes.
La enfermedad criptocócica se puede diagnosticar mediante cultivo, microscopía del LCR, detección del antígeno criptocócico (CrAg, por sus siglas en inglés) o, reacción en cadena de la polimerasa (PCR) del LCR. En pacientes con MCr relacionada con el VIH, casi el 50% de los hemocultivos y el 80% de los cultivos del LCR son positivos. En general, las colonias visibles de Cryptococcus en una placa de agar dextrosa Sabouraud pueden detectarse en 7 días.
En ocasiones, Cryptococcus se puede identificar en el LCR como levaduras Gram positivas mal teñidas con la tinción de Gram. La tinción del LCR con tinta china muestra levaduras encapsuladas en el 60% al 80% de los casos, pero su uso ahora es menos frecuente. La tinta china es relativamente insensible al comienzo de la enfermedad, cuando hay <1.000 unidades formadoras de colonias de Cryptococcus/ml.
El CrAg en el LCR suele ser positivo en pacientes con meningoencefalitis criptocócica; Sin embargo, puede haber una meningitis temprana con estudios de LCR negativos y solo Ag Cr positivo en sangre. Por lo tanto, en los individuos inmunodeprimidos con un trastorno desconocido del sistema nervioso central (SNC) e infecciones criptocócicas no meníngeas siempre se debe realizar la prueba de CrAg en suero. Puede estar presente semanas o meses antes del inicio de los síntomas.
Existen métodos para la detección de antígenos: aglutinación en látex, inmunoensayo enzimático y prueba de flujo lateral (LFA). En EE. UU. la prueba IMMY CrAg LFA (IMMY, Norman, Oklahoma) es la única LFA para CrAg aprobada por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos). Es una herramienta útil de cribado, en suero o plasma, como prueba inicial, para diagnosticar la criptococosis en pacientes con VIH, y también se puede utilizar en sangre total o LCR. La prueba de CrAg en suero o plasma puede ser particularmente útil cuando se retrasa o se rechaza una punción lumbar.
En un paciente con VIH, cuando los títulos séricos de CrAg LFA son >:160, la enfermedad diseminada se vuelve cada vez más probable y, cuando los títulos de CrAg LFA son>1:640, se debe suponer una afectación diseminada y/o del SNC, independientemente de los resultados de la prueba del LCR. Los títulos de antígeno por LFA son aproximadamente 4 veces más elevados que con la aglutinación de látex o el enzimoinmunoensayo, por lo que un título de 1:640 por LFA es casi igual a un título de 1:160 por enzimoinmunoensayo o aglutinación en látex.
En 2016, la FDA aprobó el ensayo de PCR del panel de meningitis/encefalitis BioFire FilmArray (Biofire Diagnostics, Salt Lake City, UT). Esta PCR múltiple analiza 14 dianas, incluidos C. neoformans y C. gattii, y funciona bien en infecciones con una carga fúngica de moderada a elevada. Se han observado resultados negativos falsos cuando hay una carga baja de organismos.
Una PCR de LCR negativa no excluye por completo la MCr, y las pruebas de CrAg del LCR y sangre siempre deben realizarse simultáneamente. La PCR parece tener utilidad diagnóstica cuando se sospecha un segundo episodio de MCr. Se ha observado que la prueba diferencia una recaída (PCR positiva) del SIRI (PCR negativa).
Prevención de la exposición |
La exposición a Cryptococcus es omnipresente en el medio ambiente.
Las personas con VIH no pueden evitar completamente la exposición a C. neoformans o C. gattii. La poca evidencia epidemiológica sugiere que la exposición a excrementos secos de aves, incluidos los pollos y aves de compañía, pueden aumentar el riesgo de infección.
Prevención de la enfermedad |
En EE. UU. la incidencia de la enfermedad criptocócica es baja entre las personas con VIH. Sin embargo, un informe indica que entre los participantes del estudio con recuentos de CD4 en sangre periférica ≤100 células/mm3, la prevalencia de antigenemia criptocócica, que presagia la enfermedad, fue del 2,9%, mientras que en aquellos con recuentos de CD4 ≤50 células/mm3, la prevalencia fue del 4,3%.
Las pruebas de vigilancia de rutina mediante CrAg en el suero de personas con VIH recién diagnosticado sin signos clínicos evidentes de meningitis, se recomiendan para los pacientes cuyo recuento de CD4 es ≤100 células/mm3 y, particularmente, en aquellos con recuentos de CD4 ≤50 células/mm3. En general, una prueba positiva obliga a evaluar el LCR para buscar la infección del SNC, en particular cuando el título de LFA sérico es ≥1:160.
Los ensayos controlados prospectivos indican que el fluconazol o el itraconazol profilácticos pueden reducir la frecuencia de la enfermedad criptocócica primaria en pacientes con VIH20 con recuentos de CD4 <100 células/mm3.
Sin embargo, en EE. UU., no se recomienda la profilaxis primaria en ausencia de una prueba de CrAg sérica positiva debido a la relativa poca frecuencia de la enfermedad criptocócica, la falta de beneficio en la supervivencia asociada con la profilaxis, la posibilidad de interacciones fármaco-fármaco, desarrollo potencial de resistencia a los fármacos antifúngicos y los costos.
Tratamiento de la enfermedad |
El tratamiento consta de 3 fases: inducción, consolidación y mantenimiento.
> Tratamiento de inducción
Para el tratamiento de inducción de la MCr y otras formas de criptococosis extrapulmonar, se recomienda una formulación de anfotericina B administrada por vía intravenosa, en combinación con flucitosina oral). Históricamente, la formulación preferida ha sido el desoxicolato de anfotericina B dosis de 0,7 a 1,0 mg/kg/día. Sin embargo, cada vez hay más evidencia de que las formulaciones lipídicas de la anfotericina B son efectivas para la criptococosis, en particular en pacientes con disfunción renal clínicamente significativa durante la terapia o que es probable que desarrollen una lesión renal aguda.
Se ha comprobado que el régimen de anfotericina B liposomal (3 mg/kg/día es igual de efectivo con menos nefrotoxicidad. En animales, una dosis única de 10 mg/kg de anfotericina B liposomal tiene tasas similares de eliminación de levadura en el LCR y menos toxicidad que el desoxicolato de anfotericina B administrado 47 días.
El régimen preferido para esta primera fase para pacientes con función renal normal es 2 semanas de una formulación de anfotericina B, 1/día más flucitosina, 25 mg/kg 4/día. La formulación preferida es la anfotericina B, en una dosis de3 a 4 mg/kg/día.
El desoxicolato de anfotericina B a una dosis de 0,7 a 1,0 mg/kg/día es igualmente eficaz y puede ser utilizado cuando los costos de las formulaciones lipídicas son prohibitivos, y/o es improbable interrumpir la terapia de inducción por el daño renal. El estudio CLEAR no comparativo demostró una tasa de respuesta del 58% en pacientes con VIH tratados con 4,4 mg/kg/día de un complejo lipídico de anfotericina B. Por lo tanto, 5 mg/kg/día de esa formulación puede ser una alternativa de anfotericina B, aunque hay pocos datos disponibles.
Cuando se usa flucitosina, se debe realizar el monitoreo terapéutico, especialmente en pacientes con insuficiencia renal. Se deben obtener las concentraciones séricas máximas de flucitosina 2 horas después de la dosis posterior a la tercera o quinta dosis. Las concentraciones séricas máximas deben estar entre 25 mg/l y 100 mg/l.
Se debe controlar estrechamente la función renal y ajustar la dosis de flucitosina cuando hay insuficiencia renal. La dosis de flucitosina debe reducirse en un 50% por cada 50% de disminución de la depuración de creatinina. La adición de flucitosina al régimen de anfotericina B en la fase aguda se asocia con una esterilización más rápida del LCR y un beneficio en la supervivencia. Un ensayo clínico mostró que 1 mg/kg/día de desoxicolato de anfotericina B más flucitosina resultó en mayor supervivencia en comparación con la misma dosis de anfotericina B sin flucitosina.
En ausencia de fluctosina complementaria se ha usado fluconazol complementario (800 a 1.200 mg/día) más anfotericina B, pero la flucitosina complementaria resulta en mayor supervivencia que el fluconazol complementario. En algunas circunstancias, otras opciones son: desoxicolato de anfotericina B solo o con 800 a 1.200 mg/día de fluconazol; formulación lipídica de anfotericina B sola; una dosis única de fluconazol de 800 a 1.200 mg/día. Pero, la formulación es la formulación lipídica de la anfotericina B más flucitosina. Otra alternativa potencial es el fluconazol (1.200 mg/día) más flucitosina mientras que algunos expertos usarían 800 mg/día de fluconazol con flucitosina.
El fluconazol solo es inferior a la anfotericina B para la terapia de inducción y se recomienda solo para pacientes que no pueden tolerar o no responden al tratamiento estándar. Si se usa fluconazol solo para la terapia de inducción primaria, la dosis diaria inicial debe ser de 1.200 mg. La duración de la terapia de inducción siempre ha sido de 2 semanas.
En un ensayo clínico multicéntrico se evaluaron los resultados de 10 semanas del tratamiento de la MCr en 721 adultos africanos con VIH, se demostró que 1 semana de terapia con desoxicolato de anfotericina B no fue inferior a 2 semanas. Al año, el régimen de 1 semana en 236 pacientes del mismo ensayo terapéutico no fue continuadamente inferior al régimen de 2 semanas.
Por lo tanto, en entornos con recursos limitados, actualmente se prefiere 1 semana de desoxicolato de anfotericina B con flucitosina seguida de altas dosis de fluconazol. Sin embargo, en entornos de altos recursos donde se utilizan formulaciones de anfotericina B liposomal u otros lípidos menos tóxicos, y existe mayor capacidad para proporcionar cuidados de apoyo para mitigar la toxicidad de la anfotericina B, se recomiendan 2 semanas de terapia de inducción combinada con anfotericina
> Tratamiento de consolidación
Se debe realizar una punción lumbar y repetir el cultivo de LCR, 2 semanas después de la terapia de inducción. En ese momento, los pacientes clínicamente estables pueden pasar a la terapia de consolidación, a la espera de los resultados del cultivo de LCR.
La terapia de inducción exitosa se define como una mejoría clínica sustancial y un cultivo de LCR negativo, a partir de la punción lumbar al final de la inducción. Con frecuencia, en la segunda semana de tratamiento, la tinta china y el CrAg en el LCR permanecen positivos y no son indicativos de fracaso.
El monitoreo de los títulos de CrAg en el suero o el LCR no tiene ningún valor para determinar la respuesta inicial al tratamiento y no se recomiendan.
Si más tarde aparecen síntomas o signos clínicos nuevos, repetir la punción lumbar, con medición de la medir la PrAp lumbar y hacer el cultivo del LCR. La terapia de consolidación debe iniciarse con 800 mg/día de fluconazol, dosis recomendada sobre la base de varios ensayos, que la compararon con . 400 mg. Esta dosis proporciona concentraciones en el LCR que son solo fungistáticas.
Otros estudios mostraron que la actividad antifúngica temprana del fluconazol en el LCR de pacientes con MCr aumenta linealmente con el aumento de las dosis del fármaco. En pacientes clínicamente estables, la dosis de 800 mg/día de fluconazol puede bajarse a 400 mg/día, una vez esterilizado el LCR e iniciada el TAR.
Para los pacientes que han completado 2 semanas de terapia de inducción, pero no mejoraron clínicamente o permanecen clínicamente inestables, se recomienda continuar con la anfotericina B más flucitosina hasta que la esterilidad del LCR.
Para los pacientes que han mejorado clínicamente, pero los cultivos del LCR siguen siendo positivos después de 2 semanas de terapia de inducción, la dosis de fluconazol debe aumentarse a 1.200 mg/día y hacer otra punción lumbar 2 semanas después.
Todos los pacientes con cultivos de LCR positivos en la semana 2, la terapia de consolidación debe continuar 8 semanas, y obtener cultivos del LCR negativos.
Un enfoque alternativo para los pacientes ambulatorios que no están lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados, pero que aún tienen cultivos del. LCR positivos después de 2 semanas de terapia de inducción, es continuar con flucitosina durante 2 semanas más junto con 1.200 mg/día de fluconazol, antes de comenzar la terapia de consolidación con un solo fármaco.
El itraconazol puede ser una alternativa para la terapia de consolidación, pero es claramente inferior al fluconazol. Hay pocos datos sobre el uso de los triazoles más nuevos (voriconazol, posaconazol e isavuconazol) en la criptococosis. Los antifúngicos triazólicos de espectro extendido para el tratamiento de casos refractarios consiguen una tasas de éxito de casi el 50%.
Actualmente, no hay ensayos que avalen el uso de los triazoles nuevos mencionados, por lo que no se recomiendan para las terapias de consolidación o mantenimiento. Las equinocandinas no tienen actividad contra Cryptococcus spp. y no se recomiendan para el tratamiento clínico de la criptococosis.
> Tratamiento de mantenimiento
Se usan 200 mg de fluconazol al día para el tratamiento de mantenimiento y se continúa hasta al menos 1 año desde el inicio de la terapia antimicótica.
> Tratamiento de la criptococosis no relacionada con el SNC y la antigenemia asintomática
La criptococosis extrapulmonar no relacionada con el SNC y la enfermedad pulmonar difusa deben tratarse igual que la enfermedad del SNC. Para aquellos con síntomas leves a moderados y solo infiltrados pulmonares focales, se recomiendan 400 a 800 mg/día de fluconazol durante 10 semanas, seguido de 200 mg/día durante 6 meses, combinado con un TAR eficaz.
Los pacientes con antigenemia criptocócica aislada o asintomática sin meningitis y títulos bajos de CrAg en suero (es decir, <1: 320 usando LFA) pueden ser tratados de manera similar a los pacientes con síntomas leves a moderados y solo criptococosis pulmonar focal con fluconazol de 400 a 800 mg por día. día (BIII).
Si el título de CrAg sérico por LFA es ≥1: 640 (o> 1: 160 por EIA o aglutinación de látex), incluso en ausencia de meningitis, el riesgo de mortalidad y / o progresión a meningitis aumenta con la monoterapia con fluconazol solo, y los pacientes deben recibir el mismo tratamiento que los pacientes con meningitis criptocócica (BIII) .13
A todos los pacientes con antigenemia criptocócica asintomática se le debe tomar una muestra de LCR para descartar enfermedad del SNC.
Si los títulos de CrAg en el suero son >1:640 con la prueba de LFA y no se dispone de una muestra de LCR, se da por supuestas la afectación del SNC, independientemente de los resultados del cultivo de LCR o de los signos o síntomas clínicos, y el paciente debe ser tratado como si tuviera enfermedad del SNC.
> Consideraciones especiales con respecto al inicio del TAR
A diferencia de otras infecciones oportunistas, el inicio del TAR suele postergarse de 4 a 6 semanas después del inicio de los agentes antimicóticos). La mayoría de los expertos tiene como objetivo iniciar el TAR después de 4 a 6 semanas de tratamiento antimicótico; pero los factores individuales del paciente pueden alterar este momento.
En general, antes de comenzar la TAR, se debe confirmar la esterilidad del LCR para reducirá el riesgo de SIRI. Si es necesario anticipar el TAR, el paciente debe ser monitoreado de cerca para detectar un SIRI paradójico con un umbral bajo para intervenir.
Para la criptococosis no relacionada con el SNC, que parece tener menor riesgo de SIRI, el momento óptimo para comenzar el TAR y la terapia antimicótica es menos claro. Sin embargo, en pacientes con criptococosis no relacionada con el SNC, es prudente retrasar el inicio del TAR durante 2 semanas después de comenzar la terapia antimicótica.
Todos los antifúngicos triazólicos tienen el potencial de interacciones complejas y posiblemente bidireccionales, con ciertos agentes antirretrovirales.
> Monitoreo de la respuesta a la terapia y eventos adversos
La HEC puede causar deterioro clínico a pesar de una respuesta microbiológica. Si la PrAp lumbar del LCR es ≥25 cm H2O en decúbito lateral, la probabilidad de complicaciones es mayor. Aunque no está claro cuáles de los pacientes con PrApj lumbares elevadas experimentará deterioro clínico, aquellos con síntomas y signos de HEC requieren una intervención clínica inmediata, para reducir la presión endocraneana.
El control de la HEC es fundamental para reducir la mortalidad aguda. La PrAp lumbar debe ser medida en todos los pacientes con MCr en el momento del diagnóstico. Sin embargo, en la práctica habitual, con frecuencia no se mide la PrAp del LCR. Cuando la PrAp no fue medida inicialmente, debe ser medida en punciones lumbares repetidas.
Para los pacientes con cefaleas en curso, se debe realizar una punción lumbar repetida con urgencia y, en aquellos sin cefaleas, considerar seriamente una punción lumbar repetida dentro de las 48 horas posteriores al procedimiento inicial.
No tomar medidas para disminuir la HEC en todos los pacientes con confusión, visión borrosa, papiledema, clonus de las extremidades inferiores u otros signos neurológicos indicativos de HEC. Se recomienda el drenaje de LCR mediante punción lumbar para el manejo inicial. Un enfoque es eliminar un volumen de LCR que al menos reduzca a la mitad la PrAp o normalice la presión a <20 cm H2O. En ausencia de un manómetro, se recomienda extraer 20 a 25 ml de LCR.
En los pacientes con síntomas continuos, las punciones lumbares terapéuticas deben repetirse diariamente hasta que los síntomas y signos mejoren constantemente y la PrAp se normalice a <20 cm H2O. Debido a que la punción lumbar terapéutica brinda un beneficio para la supervivencia, independientemente de la PrAp del LCR inicial, se enfatiza la posibilidad de repetir una punción lumbar terapéutica dentro de las 72 horas posteriores al procedimiento inicial en los pacientes relativamente asintomáticos o que tenían PrAp del LCR inicial. <20 cm H2O. Esta segunda punción lumbar puede ser especialmente útil cuando no se midió la PrAp al comienzo.
La HEC puede ser un proceso dinámico que cambia con el tiempo. En los pacientes que no toleraran las punciones lumbares repetidas o que continúan con signos y síntomas de HEC después de múltiples punciones lumbares se debe considerar la derivación del LCR a través de un drenaje lumbar o una ventriculostomía. Se ha demostrado que los corticosteroides y el manitol son ineficaces en el manejo de la HEC y no se recomiendan.
La acetazolamida no debe usarse como terapia para el manejo de la HEC porque puede exacerbar la acidosis hiperclorémica provocada por la anfotericina B y no resulta en una disminución de la HEC.
Los estudios avalan la recomendación de no usar corticosteroides durante la terapia de inducción para el control de la HEC en pacientes con MCr asociada al VIH, a menos que se utilicen para el tratamiento del SIRI. Los pacientes tratados con formulaciones de anfotericina B deben ser monitoreados para detectar nefrotoxicidad y alteraciones electrolíticas.
La administración previa a la infusión de 1.000 ml de solución salina normal reduce el riesgo de nefrotoxicidad durante el tratamiento con anfotericina B. Si hay reacciones adversas graves relacionadas con la infusión, normalmente se administran acetaminofén (650 mg) y difenhidramina (25-50 mg) o hidrocortisona (50-100 mg) 30 minutos antes de la infusión, aunque hay pocos datos que apoyen esta práctica. La meperidina (25 a 50 mg titulados durante la infusión) es eficaz para prevenir y tratar los escalofríos asociados con la anfotericina B. Se debe considerar el uso rutinario de 40 mEq/día de cloruro de potasio y 8 mEq/día de magnesio (hay riesgo de hipopotasemia e hipomagnesemia.
En pacientes que reciben flucitosina, la dosis debe ajustarse en función de los cambios en la depuración de creatinina y puede guiarse por los niveles de flucitosina, cuyos niveles máximos sérica deben obtenerse 2 horas después de una dosis oral (rango terapéutico, 25 y 100 mg/l). Si no es posible el monitoreo terapéutico del fármaco o no hay disfunción renal, los hemogramas completos frecuentes permiten detectar citopenias. La flucitosina se asocia con toxicidad de la médula ósea, hígado y gastrointestinal, dependiente de la concentración.
Los efectos adversos comunes de la terapia con dosis más elevadas de fluconazol pueden incluir piel seca y alopecia. El aumento de las transaminasas hepáticas o la fosfatasa alcalina es relativamente raro con el fluconazol en dosis de 400 a 800 mg, con solo 1% a 2 % que tiene valores 5 veces superiores al límite superior normal. Para las personas que no toleran dosis más elevadas de fluconazol, parece seguro reducir la dosis de la terapia de consolidación a 400 mg/día después del inicio del TAR.
> Síndrome inflamatorio de reconstitución inmunológica
Se estima que entre el 10 y el 30% de las personas con VIH con MCr experimentan el SIRI después del inicio o reinicio de un TAR eficaz. Los pacientes con VIH y SIRI criptocócico tienen más probabilidades de no haber recibido TAR y menos inflamación del LCR al inicio. El riesgo de SIRI se puede minimizar logrando cultivos negativos del LCR antes de comenzar el TAR, usando 800 mg/día de fluconazol como terapia de consolidación, y postergando 4 a 6 semanas el inicio del TAR,a partir de la terapia antifúngica. Es difícil distinguir el SIRI paradójico del fracaso terapéutico, con recaída y con cultivos positivos.
En general, el SIRI criptocócico se presenta con un empeoramiento de la enfermedad clínica a pesar de la evidencia microbiológica de una terapia antifúngica eficaz con cultivos de LCR estériles. En cambio, el fracaso terapéutico se asocia con cultivos positivos continuos. El criterio microbiológico principal para el fracaso terapéutico es el crecimiento de Cryptococcus en un cultivo de LCR; el cultivo puede tardar días o semanas en ser positivo.
Una prueba de PCR negativa tiene un elevado valor predictivo para predecir cultivos de LCR estériles y puede ser útil para distinguir el SIRI paradójico con una PCR de LCR negativa, de la recaída con cultivo positivo con una PCR de LCR positiva.
La estrategia de tratamiento adecuada para el SIRI es continuar con el TAR y con la terapia antimicótica, y reducir la HEC, si está presente. Aún con las pruebas diagnósticas pendientes, es apropiado intensificar la terapia antimicótica, así como reiniciar la terapia con anfotericina B o aumentar la dosis de fluconazol a 1.200 mg/día. En pacientes con síntomas graves de SIRI, algunos expertos recomiendan un ciclo breve de corticosteroides.
En dosis bajas. Comúnmente comienzan con 1.0 mg/kg/día de prednisona. La PCR sérica suele estar elevada en el momento que el SIRI se desarrolla. Si el IRIS está presente, la PCR disminuirá con los corticosteroides pudiendo usarse para monitorear la resolución del SIRI. Al alta hospitalaria, se recomienda reiniciar el fluconazol, durante 8 semanas, con la misma a dosis que se usó en la terapia de consolidación.
El riesgo de SIRI parece ser mucho menor y el síndrome menos grave con otras formas de criptococosis que con la MCr. El tratamiento del SIRI asociado a otras formas de criptococosis como linfadenitis, abscesos cutáneos y lesiones óseas es similar al de SIRI con MCr, incluido el tratamiento continuo, el inicio o la continuación de la terapia antimicótica, y la consideración del uso de corticosteroides si los síntomas clínicos son graves.
Manejo del fracaso terapéutico |
El fracaso del tratamiento se define como:
1) Falta de mejoría clínica y cultivos positivos continuos después de 2 semanas de terapia adecuada, incluyendo el manejo de la HEC.
2) Recaída después de una respuesta clínica inicial, definida como la recurrencia de los síntomas con cultivos de LCR positivos después de ≥4 semanas de tratamiento.
En EE. UU. se constató resistencia de Cryptioccocus al fluconazol, pero es rara. Por lo tanto, no se recomiendan las pruebas de sensibilidad en forma rutinaria sino cuando hay falla terapéutica o recaída. La concentración inhibitoria mínima (CIM) de fluconazol para las cepas de Crhptoccocus con una CIM ≥16 μg/ml no se consideran totalmente sensibles. No jay estudios sobre cuál es la terapia óptima para las fallas terapéuticas.
Para los pacientes que no responden a la inducción con fluconazol en monoterapia está indicada la anfotericina B, con o sin flucitosina. Los tratados inicialmente con anfotericina B deben continuar con el fármaco hasta que haya respuesta clínica. En este contexto, cuando fallan otros regímenes, la anfotericina B liposomal (4 a 6 mg/kg/día) o el complejo lipídico de anfotericina B (5 mg/kg/día) se tolera mejor y tiene mayor eficacia que el desoxicolato.
Si hay falla terapéutica o recaída, al finalizar la terapia de reinducción es fundamental verificar la esterilidad. Una vez que la misma ha sido confirmada, se puede iniciar la terapia de consolidación ambulatoria con fluconazol, >1.200 mg/día y optimizar el TAR. Para la terapia de consolidación en presencia de Cryptococcus con menor sensibilidad a los azólicos (CIM del fluconazol >16 μg/ml), algunos expertos recomendarían adjuntar anfotericina B semanal. Dicho régimen también puede usarse combinado con 25 mg/kg de flucitosina, 4 veces/día.
Los triazoles más nuevos (posaconazol, voriconazol e isavuconazol) tienen actividad contra Cryptococcus spp. in vitro y pueden tener un papel en la terapia de rescate, pero no ofrecen ventajas específicas sobre el fluconazol, a menos que las pruebas de sensibilidad in vitro indiquen un nivel elevado de resistencia al fluconazol.
La mayoría de los fracasos clínicos no se deben a la resistencia a los antimicóticos sino al resultado de una terapia de inducción inadecuada, la falta de adherencia, las interacciones medicamentosas que disminuyen las concentraciones séricas de fluconazol o, el desarrollo de SIRI paradójico.
Prevención de la recurrencia |
> ¿Cuándo iniciar la terapia de mantenimiento?
Los pacientes con MCr o criptococosis diseminada que completaron 10 semanas de terapia de inducción y consolidación deben seguir crónicamente con el tratamiento de mantenimiento, con dosis supresoras de fluconazol (200 mg/día, al menos 1 año).
El itraconazol es inferior al fluconazol para prevenir la recaída de la enfermedad criptocócica. Para los pacientes con estudios de sensibilidad y una CIM de fluconazol > 8 μg/ml, algunos expertos recomiendan aumentar el fluconazol a 400 mg/día. La causa principal de recaída de la enfermedad criptocócica es la falta de profilaxis secundaria durante todo 1 año.
> ¿Cuándo detener la terapia de mantenimiento?
En un estudio europeo, no hubo recurrencias de criptococosis entre 39 participantes en TAR potente cuya terapia antimicótica fue suspendida. En esta cohorte, al interrumpir la terapia de mantenimiento, la mediana del recuento de CD4 fue 297 células/mm3, el ARN del VIH fue <500 copias/ml y la mediana del tiempo de tratamiento con TAR potente fue de 25 meses.
Un estudio prospectivo y aleatorizado tailandés no halló recurrencias de criptococosis durante las 48 semanas de seguimiento de 22 pacientes cuyo tratamiento antimicótico fue suspendido después de alcanzar un recuento de CD4 >100 células/mm3, con un nivel de ARN del VIH indetectable, sostenido durante 3 meses con TAR potente.
Con estos datos y los pocos datos existentes sobre la interrupción de la profilaxis secundaria para otras infecciones oportunistas asociadas al VIH, es razonable suspender la terapia de mantenimiento después de al menos 1 año desde el inicio de la terapia antifúngica, en pacientes con en TAR cuyos recuentos de CD4 son >100 células/mm3, con cargas virales indetectables. Si el recuento de CD4 disminuye a <100 células/mm3 es razonable reiniciar la terapia de mantenimiento.
Consideraciones especiales durante el embarazo |
El diagnóstico de infecciones criptocócicas en embarazadas es similar al de las personas no embarazadas.
El tratamiento debe iniciarse inmediatamente después de confirmado el diagnóstico. El inicio de la terapia antifúngica durante el período posparto se asocia con mayor riesgo de SIRI. Para el tratamiento inicial de la MCr, la criptococosis diseminada o pulmonar grave en embarazadas se prefieren las formulaciones lipídicas de la anfotericina B. No se conocen efectos teratogénicos de la anfotericina B.
De todos modos, los bebés nacidos de madres tratadas con anfotericina B deben ser evaluados para detectar disfunción renal e hipopotasemia. La flucitosina solo debe ser considerada cuando los beneficios superen los riesgos para el feto, y solo en el tercer trimestre. El fluconazol es teratogénico en el primer trimestre. La exposición a una dosis de fluconazol ≥150 mg se asoció con un aumento en las malformaciones congénitas en general.
La mayoría de los estudios sobre los efectos del fluconazol durante el embarazo han involucrado dosis bajas del fármaco y exposición a corto plazo. Hay numerosos estudios que informan estos efectos adversos del fluconazol. La FDA solo aprueba una dosis única de 150 mg para la candidiasis vaginal en embarazadas.
Después del primer trimestre, se puede considerar cambiar a fluconazol oral 200 mg/día, si es apropiado clínicamente. De los bebés nacidos de embarazadas con MCr que recibieron una inducción de 0,7 a 1 mg/kg de desoxicolato de anfotericina B, solo sobrevivieron 4 (33%) y la mortalidad materna fue del 25%. La terapia de consolidación se hizo con anfotericina semanal durante el primer trimestre y fluconazol a continuación.
La enfermedad criptocócica potencialmente mortal se asocia comúnmente con muerte fetal, incluso sin exposición al fluconazol. Aunque existen informes de casos de defectos congénitos en lactantes expuestos a itraconazol, los estudios de cohortes prospectivos de >300 mujeres con exposición en el primer trimestre no mostraron mayor riesgo de malformación fetal. Sin embargo, en general, los antifúngicos azólicos deben evitarse durante el primer trimestre.
El voriconazol (en dosis inferiores a las recomendadas en seres humanos), el posaconazol y el isavuconazol son teratogénicos y embriotóxicos en animales; ningún estudio adecuadamente controlado ha evaluado su teratogenicidad y embriotoxicidad en seres humanos. No se recomienda el uso de voriconazol, posaconazol e isavuconazol durante el embarazo, especialmente en el primer trimestre.
Resumen y comentario objetivo: Dra. Marta Papponetti