Congreso Europeo de Cardiología 2021

El consumo de alcohol en adultos jóvenes está asociado con el envejecimiento prematuro de los vasos sanguíneos.

Beber alcohol durante la adolescencia hasta la edad adulta se asocia con una rigidez arterial acelerada, un precursor de las enfermedades cardiovasculares. Ese es el hallazgo de un estudio presentado en el Congreso ESC 2021.

"Hubo alguna evidencia de un aumento gradual con un uso más intenso, lo que significa que cuanto más se bebe, mayor es el aumento de la rigidez arterial", dijo el autor del estudio, el Sr. Hugo Walford, estudiante de medicina del University College de Londres, Reino Unido. "La relación no se explica por otros factores predisponentes para la enfermedad cardíaca, lo que sugiere que el comportamiento de riesgo durante este período tiene un efecto directo sobre la salud vascular".

A medida que las personas envejecen, sus arterias naturalmente se vuelven más rígidas y menos elásticas. Las arterias más rígidas se asocian con mayores riesgos de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular. Ciertos comportamientos pueden acelerar la rigidez arterial. Por ejemplo, investigaciones anteriores han demostrado que fumar tabaco y beber alcohol están relacionados con arterias más rígidas en los adolescentes.

Dado que la edad adulta es un período crítico para la iniciación y el uso intensivo del tabaquismo y el alcohol, este estudio se centró en los cambios en la rigidez arterial entre las edades de 17 y 24 y la relación con estos hábitos.

El estudio incluyó a 1.655 participantes del Estudio longitudinal de padres e hijos de Avon (ALSPAC) de 17 a 24 años. El alcohol y el tabaquismo se midieron a los 17 y 24 años y se combinaron los resultados en los dos momentos.

El consumo de alcohol se clasificó como nunca, medio (4 tragos o menos en un día típico de bebida) y alto (más de 5 tragos en un día típico de bebida).

El tabaquismo se clasificó como nunca, pasado, medio (menos de 10 cigarrillos al día) y alto (10 o más cigarrillos al día).

La rigidez arterial se evaluó a los 17 y 24 años mediante una técnica no invasiva llamada velocidad de la onda de pulso carótido-femoral, que es un predictor sólido e independiente de futuras enfermedades cardiovasculares, especialmente en los jóvenes4.