Un estudio de muestreo de experiencias

¿Cómo se sienten las personas después de las interacciones en persona o a distancia?

Experiencias emocionales en interacciones digitales y en persona

Resumen

A medida que crece la ubicuidad de la comunicación mediada digitalmente, también crece la cantidad de preguntas sobre los costos y beneficios de reemplazar las interacciones en persona con las digitales. En el presente estudio, utilizamos un diseño de diario para examinar cómo las experiencias emocionales de las personas varían en las interacciones en persona, video, teléfono y mediadas por texto en la vida cotidiana.

Presumimos que los individuos reportarían menos afecto positivo y más afecto negativo después de interacciones menos realistas (donde en persona se define como la más real y mediada por texto como la menos real).

De acuerdo con esta hipótesis, el análisis de 527 interacciones únicas revela que las personas se sienten más solas, más tristes, menos conectadas, menos apoyadas y menos felices siguiendo interacciones mediadas digitalmente en comparación con las interacciones en persona.

Los análisis adicionales muestran que los vínculos entre el modo de comunicación y las experiencias momentáneas son independientes de las propiedades de las interacciones individuales, como la duración de la interacción y la calidad general de la interacción.

Estos hallazgos proporcionan evidencia inicial de que puede haber propiedades inherentes de las herramientas de comunicación digital comunes que hacen que la conexión sea más desafiante y señalan direcciones importantes para futuras investigaciones.

La gente pasa la mayor parte de su vida en compañía de otros. Aunque nuestra propensión a pasar tiempo con los demás puede no haber cambiado mucho desde los primeros días de la civilización humana, la forma en que interactuamos ha cambiado drásticamente. Desde mensajes de texto y videoconferencias hasta conversaciones en persona más “anticuadas”, hay muchas formas diferentes para que las personas en el siglo XXI se conecten.

Una pregunta crítica es, ¿son los momentos de conexión mediados digitalmente equivalentes a sus contrapartes en persona? En el presente estudio, examinamos cómo las experiencias afectivas de las personas varían en las interacciones en persona y mediadas digitalmente en la vida cotidiana.

Una y otra vez, el avance de las nuevas tecnologías ha suscitado una preocupación generalizada sobre los efectos de las innovaciones tecnológicas en la salud y el bienestar de la sociedad. El avance de la tecnología de las telecomunicaciones en los siglos XX y XXI no ha sido una excepción. Una avalancha de investigación en las últimas décadas ha disminuido un poco los temores de los efectos calamitosos de la tecnología en la salud mental, pero quedan preguntas importantes. Un dominio del bienestar que puede verse particularmente influenciado por la sustitución de las interacciones en persona por otras mediadas digitalmente es nuestra necesidad de conexión.

Los poderosos momentos de conexión que se tejen en la trama de la vida cotidiana son fundamentales para el bienestar social y emocional.

Desde el contacto visual hasta la sincronía afectiva, estudios previos han identificado una variedad de características de las interacciones en persona que ayudan a las personas a sentirse conectadas. Lo que ha recibido menos atención empírica es el hecho de que muchas de estas características pueden ser difíciles de recrear en entornos digitales.

La experiencia del contacto visual directo es difícil de replicar incluso en las formas más realistas como las videoconferencias. De manera similar, la disponibilidad limitada de señales faciales y vocales (por ejemplo, sonrisa, tono de voz, etc.) en las interacciones telefónicas y basadas en texto puede hacer que sea particularmente difícil lograr la sincronía afectiva.

Estas propiedades de las tecnologías digitales (DMC) podrían tener efectos de gran alcance en las experiencias emocionales de las personas y el sentido de conexión en interacciones mediadas digitalmente. Por ejemplo, sentirse desconectado de los compañeros de interacción de uno puede hacer que las personas se sientan solas y aisladas. También puede dificultar la participación en la regulación de las emociones interpersonales (IER), el proceso de regular los estados afectivos propios y ajenos a través de interacciones sociales.

La búsqueda de apoyo en momentos de estrés es una razón común para que las personas se involucren en la regulación de las emociones interpersonales.

Los sentimientos de desconexión engendrados por interacciones mediadas digitalmente pueden hacer que las personas se sientan menos apoyadas, lo que podría intensificar las emociones negativas como la ansiedad o la tristeza.

Otra razón por la que las personas se involucran en la IER es para amplificar las emociones positivas al compartirlas con los demás. Investigaciones anteriores muestran que los beneficios de compartir experiencias positivas pueden derivar parcialmente de las respuestas activas y entusiastas de los oyentes. Las señales faciales y vocales juegan un papel importante en la transmisión de entusiasmo, razón por la cual compartir experiencias positivas en interacciones menos reales (es decir, mensajes de texto y teléfono) puede no ser tan efectivo para impulsar las emociones positivas.

Los efectos momentáneos de la comunicación digital (DMC) sobre las experiencias afectivas pueden ser relativamente intrascendentes. Sin embargo, a medida que las personas trasladan cada vez más sus interacciones diarias al espacio digital, es fundamental considerar la posibilidad de que dichos efectos se acumulen con el tiempo y tengan efectos a más largo plazo en el bienestar social y emocional.

Aquí, damos un primer paso hacia la exploración de esta posibilidad al examinar cómo las experiencias de afecto positivo y negativo de las personas varían en las interacciones en persona y mediadas digitalmente en la vida diaria. Durante siete días consecutivos, utilizamos métodos de muestreo de experiencias para capturar las interacciones sociales y las experiencias afectivas más recientes de los participantes. Predijimos que los individuos reportarían más afecto positivo y menos afecto negativo después de interacciones sociales más realistas (donde la persona se define como la más realista y los mensajes de texto como la menos real).

Resultados

De acuerdo con nuestras expectativas, encontramos que los participantes informaron más afecto negativo y menos afecto positivo después de interacciones sociales menos realistas (Figura 1).

Específicamente, los participantes informaron más soledad, ß = .22, IC del 95% [.12, .31], p <.001, más tristeza, ß = .20, IC del 95% [.11. .28], p <.001, y más ansiedad, ß = .11, IC del 95% [.02, .21], p = .02 después de interacciones menos reales.

Los participantes también informaron sentirse menos conectados, ß = -.24, 95% CI [-.34, - .14], p <.001, menos comprendido, ß = -.20, 95% CI [-.29, -. 12], p <.001, y menos feliz, ß = -.24, IC del 95% [-.33, -.14], p <.001, después de interacciones menos reales.

Experiencias afectivas momentáneas después de interacciones en persona, basadas en video, basadas en teléfono y basadas en texto.


Discusión

La mente humana se ha perfeccionado a lo largo de milenios para navegar por el mundo social, pero adaptarse al terreno socio-digital del siglo XXI conlleva desafíos. El estudio actual se centró en uno de esos desafíos y examinó si las experiencias afectivas de las personas en las interacciones sociales varían en los modos de comunicación en persona, video, teléfono y texto. Los resultados sugieren que las personas se sienten más felices, más conectadas y más comprendidas, así como menos solas y menos tristes cuando participan en interacciones sociales más realistas.

Las diferencias en las experiencias a través de interacciones en persona y mediadas digitalmente en el presente estudio fueron de magnitud pequeña a mediana (p. Ej., En promedio, las diferencias en la intensidad emocional entre las interacciones en persona y basadas en texto fueron la mitad de una desviación estándar).

Sin embargo, la relación entre el modo de comunicación y las experiencias afectivas momentáneas se mantuvo cuando se tuvieron en cuenta factores como la duración de la interacción y la calidad general de la interacción. Esto indica que puede haber propiedades inherentes a las interacciones mediadas digitalmente que hacen que la conexión sea más desafiante.

Comprender las consecuencias a largo plazo de trasladar las interacciones sociales al espacio digital es un desafío pero es una tarea fundamental. Incluso pequeñas reducciones en el afecto positivo y la calidad de la conexión percibida pueden acumularse con el tiempo, contribuyendo a la disminución del bienestar social y emocional.

Por otro lado, la mayor frecuencia de contacto social y la capacidad habilitada por DMC para conectarse con personas que están lejos podrían reducir la soledad durante períodos de tiempo más largos, incluso si la sensación de conexión en las interacciones individuales es menor que en persona. Identificar los beneficios del DMC y contrastarlos con las posibles desventajas es un objetivo crítico de la investigación.

En conclusión, los hallazgos de este estudio apuntan a formas importantes en las que las experiencias afectivas momentáneas difieren entre interacciones en persona y mediadas digitalmente y resaltan la importancia de comprender el poder de estas diferencias para afectar la salud y el bienestar a largo plazo.