Sorprendentemente, un año después del brote de COVID-19, seguimos siendo ineficaces contra la infección comunitaria generalizada. Quizás, ¿falta algo importante en nuestro enfoque?
Se debate la importancia de los aerosoles frente a las gotitas; la mayor parte de la transmisión viral parece ser a través de gotitas cargadas de virus, con el mayor riesgo en entornos abarrotados y con ventilación inadecuada. La proximidad a los infectados presenta el mayor riesgo.
Actualmente, las presuntas modalidades de invasión viral mayor involucran la inhalación o contaminación de las manos de las superficies mucosas, a pesar de estudios en contrario de hace un siglo que muestran la importancia de los ojos como vía de infección por influenza.
La deposición de gotitas en la superficie ocular se subestima en gran medida como una ruta probable y frecuente para la transmisión del SARS-CoV-2.
Un estudio de observación, al que se hace referencia en un comentario, informó un efecto protector aparente contra la transmisión del SARS-CoV-2 por el uso rutinario de anteojos durante más de 8 h por día. Se planteó la hipótesis de que los anteojos que actúan como una barrera para el contacto ocular ayudarían a prevenir la transmisión del SARS-CoV-2. Creemos que una barrera física para la deposición de gotitas que contienen virus es otra explicación de los hallazgos del estudio.
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