El propósito de esta revisión es continuar apoyando a las comunidades, autoridades de educación y salud pública, y a los pediatras que colaboran con las escuelas en la creación de políticas para el regreso a clases durante la pandemia de COVID-19 basándose en la evidencia disponible.
Las escuelas son fundamentales para el desarrollo y el bienestar de los niños y adolescentes, brindando a nuestros niños y adolescentes instrucción académica, ya sea en persona o virtualmente habilidades sociales y emocionales, seguridad, nutrición y actividad física, entre otros beneficios.
Las escuelas también sirven como centros críticos en las comunidades al apoyar actividades enfocadas en adultos (como por ejemplo capacitación laboral), así como garantizar lugares seguros para que los niños y adolescentes estén mientras los padres o tutores trabajan, lo que a su vez apoya la economía local.
Las escuelas desempeñan un papel fundamental a la hora de abordar la desigualdad racial y social. Como tal, es fundamental reflexionar sobre el impacto diferencial que la pandemia de COVID-19 y los cierres de escuelas asociados han tenido en diferentes grupos sociales y poblaciones vulnerables.
Las disparidades en el financiamiento escolar, la calidad de las instalaciones escolares, el personal educativo y los recursos para enriquecer el plan de estudios entre las escuelas se han visto exacerbados por la pandemia.
Las familias dependen de las escuelas para proporcionar cuidado infantil; un espacio seguro y estimulante para que los niños aprendan; oportunidades de socialización, etc. Sin el apoyo adecuado a las familias para acceder a estos servicios, las disparidades probablemente empeorarán, especialmente para niños con discapacidades y/o pobres.
Para los niños y adolescentes en modelos de aprendizaje virtual , las disparidades educativas pueden aumentar aún más. De acuerdo con una investigación, 1 de cada 5 adolescentes son incapaces de completar su tarea escolar en el hogar debido a la falta de computadora o de conexión a internet. Esta “brecha tecnológica” afecta de manera desproporcionada a las familias de bajos ingresos.
La AAP recomienda encarecidamente que los distritos escolares promuevan la justicia social mediante la promoción del bienestar de todos los niños en cualquier plan de reapertura escolar, en particular los niños que viven en comunidades marginadas.
Para hacer frente a estas disparidades, las autoridades deben asignar recursos para proporcionar un acceso equitativo a la educación. Estas recomendaciones se proporcionan reconociendo que la comprensión de la pandemia por COVID-19 cambia rápidamente.
Cualquier política de reingreso a la escuela debe considerar los siguientes principios clave:
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Con los principios anteriores en mente, la AAP aboga firmemente para que el próximo año escolar comience con el objetivo de que los estudiantes estén físicamente presentes en la escuela. Desafortunadamente, en muchas partes existe una propagación descontrolada del SARS-CoV-2. La importancia del aprendizaje en persona está bien documentada, y ya hay evidencia de los impactos negativos en los niños debido al cierre de escuelas durante 2020.
El tiempo prolongado fuera de la escuela resulta en aislamiento social, dificultando que las escuelas identifiquen y aborden importantes como déficits de aprendizaje, así como el abuso físico o sexual de niños y adolescentes, el uso de sustancias, la depresión y la ideación suicida. Esto, a su vez, coloca a los niños y adolescentes en un riesgo considerable de morbilidad y, en algunos casos, de mortalidad. Más allá del impacto educativo y social del cierre de escuelas, ha habido un impacto sustancial en la seguridad alimentaria y la actividad física para los niños y las familias.
Los responsables de la formulación de políticas deben considerar la creciente evidencia sobre COVID-19 en niños y adolescentes, incluido el papel que pueden desempeñar en la transmisión de la infección. El SARS-CoV-2 parece comportarse de manera diferente en niños y adolescentes que otros virus respiratorios comunes, como la influenza, en el que se basa gran parte de la orientación actual sobre el cierre de escuelas.
Aunque los niños y adolescentes desempeñan un papel importante en la amplificación de los brotes de influenza, hasta la fecha, este no parece ser el caso del SARS-CoV-2. La preponderancia de la evidencia indica que los niños y adolescentes pueden infectarse y es menos probable que presenten síntomas o tengan una enfermedad grave como resultado de la infección por SARS-CoV-2.
En la actualidad, parece que los niños menores de 10 años pueden tener menos probabilidades de infectarse y menos probabilidades de transmitir la infección a otros, aunque se necesitan más estudios.
Los datos más recientes sugieren que los niños mayores de 10 años pueden transmitir el SARS-CoV-2 tanto como los adultos, y esta información debe ser parte de las consideraciones tomadas para determinar cómo abrir escuelas de manera segura y efectiva.
Se necesitan estudios adicionales en profundidad para comprender realmente la infectividad y transmisibilidad de este virus en cualquier persona menor de 18 años, incluidos los niños y adolescentes con discapacidades y otras condiciones médicas.
Finalmente, los formuladores de políticas deben reconocer que las políticas de COVID-19 tienen como objetivo mitigar, no eliminar, el riesgo. Ninguna acción o conjunto de acciones eliminará por completo el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2, pero la implementación de varias intervenciones coordinadas puede reducir en gran medida ese riesgo.
Por ejemplo, cuando no se pueda mantener la distancia física, los estudiantes mayores de 2 años y el personal deben usar mascarillas de tela para la cara a menos que las condiciones médicas o de desarrollo prohíban su uso (N. del E.: la OMS recomienda no usar mascarillas para niños menores de 5 años).
En las siguientes secciones, se revisan algunos principios generales que los responsables de la formulación de políticas y los administradores escolares deben considerar al planificar de manera segura el próximo año escolar.
En muchos lugares es probable que no sea factible abrir las escuelas al aprendizaje presencial para todos los estudiantes debido a la transmisión comunitaria generalizada y los altos niveles de positividad en las pruebas. Incluso en estas comunidades, sin embargo, el aprendizaje en persona debe seguir siendo el objetivo y puede ser factible a medida que mejore la epidemiología. Los países que han podido abrir escuelas con éxito han tenido tasas bajas de circulación comunitaria de SARS-CoV-2.
Medidas de distanciamiento físico
El distanciamiento físico, a veces denominado distanciamiento social, es simplemente el acto de mantener a las personas separadas con el objetivo de limitar la propagación del contagio entre individuos.
Es fundamental para reducir el riesgo de propagación del SARS-CoV-2, ya que el modo principal de transmisión es a través de las gotitas respiratorias de personas cercanas. Existe un conflicto entre el aprendizaje académico y social/emocional óptimo en las escuelas y la estricta adherencia a las pautas actuales de distanciamiento físico.
Por ejemplo, el CDC recomienda que las escuelas "coloquen asientos/escritorios separados por al menos 2 metros cuando sea posible". En muchos entornos escolares, esta distancia entre estudiantes no es factible sin limitar drásticamente el número de estudiantes.
Algunos países han podido reabrir escuelas con éxito después de controlar primero la propagación del SARS-CoV-2 en toda la comunidad mientras se usaba 1 metro de distancia entre los estudiantes sin aumentar la propagación en la comunidad. La distancia física entre escritorios debe seguir las pautas de salud pública actuales.
En ausencia de una guía específica, los escritorios deben colocarse al menos a 1 metro de distancia (idealmente a 2 metros). Si los escritorios están separados por menos de 2 metros, se debe recomendar enfáticamente que cubrirse la cara y el resto de pautas de salud pública.
Las escuelas deben sopesar los beneficios de la estricta adherencia a una regla de espaciado de 2 metros entre los estudiantes si el aprendizaje remoto es la única alternativa. Además, se debe desalentar el cumplimiento estricto de un tamaño específico de grupos de estudiantes (por ejemplo, 10 por aula, 15 por aula, etc.), porque el tamaño de los grupos variará de acuerdo a factores específicos de cada escuela y aula.
Dado lo que se sabe sobre la dinámica de transmisión del SARS-CoV-2, los adultos dentro de las escuelas deben mantener una distancia de 2 metros de otras personas tanto como sea posible, particularmente alrededor de otro personal adulto.
Para todos los entornos a continuación, se recomienda encarecidamente el distanciamiento físico por y entre los adultos, y las reuniones y la planificación del plan de estudios deben tener lugar virtualmente o al aire libre si es posible.
En general, se debe disuadir a los padres de ingresar al edificio de la escuela.
Las barreras físicas, como el cristal acrílico, deben considerarse en las áreas de recepción y los espacios de trabajo de los empleados donde el entorno no se adapta al distanciamiento físico. No se debe permitir la congregación en espacios compartidos, como las áreas de descanso para el personal, dada la creciente evidencia de que este tipo de espacios tienen tasas de transmisión mayores debido a la proximidad y la adherencia laxa a las recomendaciones de cubrimiento facial.
Las recomendaciones en cada uno de los grupos de edad a continuación son una guía para optimizar el regreso de los estudiantes a las escuelas en el contexto de las pautas de distanciamiento físico y la implementación apropiada de las estrategias para el desarrollo. Los expertos en educación pueden tener preferencia por una u otra de las pautas en función de las necesidades de las escuelas en las que trabajan.
Pre-escolar
A esta edad, el impacto relativo del distanciamiento físico entre los niños es probablemente pequeño según la evidencia actual, y ciertamente es difícil de implementar. Por lo tanto, la planificación debe enfocarse en las estrategias de mitigación de riesgos más efectivas para esta población, que incluyen higiene de manos, cuidados al toser, educación para la prevención de infecciones para el personal y las familias, distanciamiento físico entre adultos, adultos y niños que se cubren la cara y pasar tiempo al aire libre.
> Estrategias de mayor prioridad:
> Estrategias de menor prioridad:
Escuelas primarias > Estrategias de mayor prioridad:
> Estrategias de menor prioridad:
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Escuelas secundarias Es probable que exista un mayor impacto del distanciamiento físico en la reducción del riesgo de COVID -19 en las escuelas secundarias que en la educación infantil o primaria. También existen diferentes barreras para la implementación exitosa de muchas de estas medidas en los grupos de mayor edad, ya que la estructura de muchas escuelas implica que los estudiantes que cambien de aula. Las sugerencias para mitigar el riesgo incluyen:
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Educación especial
Cada niño y adolescente con una discapacidad tiene derecho a una educación gratuita y apropiada. Los estudiantes que reciben servicios de educación especial pueden verse afectados más negativamente por el aprendizaje a distancia y pueden verse afectados de manera desproporcionada por las interrupciones en la educación regular.
Puede que no sea factible, dependiendo de las necesidades de cada niño y adolescente, adherirse a las pautas de distanciamiento. Es posible que sea necesario implementar medidas de seguridad adicionales para los maestros y el personal que trabaja con estudiantes con discapacidades para garantizar una seguridad óptima para todos.
Personal adulto
Distanciamiento físico en espacios cerrados específicos
Autobuses
Pasillos
Recreo
Hacer cumplir el distanciamiento físico en un patio durante el recreo es difícil y puede que no sea el método más eficaz de mitigación de riesgos. Se debe hacer énfasis en mantener grupos de estudiantes en el salón de clases y limitar el tamaño de los grupos que participan en el tiempo de recreo (por ejemplo, evitar mezcla de grupos). Se sabe que la transmisión del virus al aire libre es mucho menor que la transmisión al aire libre.
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