Manejo funcional | 27 SEP 20

Síndrome de intestino irritable y estreñimiento

Las guías de práctica clínica basadas en evidencias y lo que pueden aportar las alternativas funcionales
Autor/a: Liang Dai, Linda LD Zhong, Guang Ji  World J Clin Cases 2019 November 6; 7(21): 3486-3504
Introducción

El síndrome del intestino irritable (SII) y el estreñimiento funcional (FC) son dos enfermedades intestinales funcionales que se encuentran con frecuencia en la práctica clínica. Según las investigaciones epidemiológicas recientes en Asia, las tasas de prevalencia de SII y FC fueron de 45.1% y 14.7%, respectivamente, entre pacientes con trastornos gastrointestinales funcionales en clínicas ambulatorias en hospitales.

En el sur de China, las tasas de prevalencia de SII y FC fueron aproximadamente del 12% y 24%, respectivamente, entre los pacientes con trastornos intestinales funcionales. Aunque existe una gran base de población, las fisiopatologías del SII y FC aún no están claras y, en consecuencia, las intervenciones convencionales solo se centran en mejorar los síntomas.

Sin embargo, la respuesta insatisfactoria a los agentes químicos y la alta carga económica de los nuevos medicamentos todavía preocupan a los pacientes y a los médicos clínicos. Por lo tanto, muchos médicos y pacientes deberían considerar introducir la medicina complementaria y alternativa en sus estrategias de manejo de la enfermedad; la medicina tradicional china (MTC) es uno de los principales sistemas médicos en China.

Tanto los clásicos antiguos como los estudios modernos han ilustrado la seguridad y la eficacia de las terapias TCM para el SII y el FC. Como resultado, TCM se utiliza con frecuencia en combinación con la medicina occidental (WM) en la gestión de IBS y FC, lo que genera un nuevo concepto llamado medicina integrativa (IM).

Sin embargo, TCM es un sistema médico complicado e individualizado basado en algoritmos terapéuticos y de diagnóstico únicos, a saber, la diferenciación de patrones. Además, también intervienen múltiples métodos de intervención, como la fitoterapia, la acupuntura, la moxibustión y otras terapias externas. Todavía hay debate sobre cuándo combinar métodos y qué método o métodos deben combinarse en IM.

Las guías de práctica clínica (GPC), que son afirmaciones desarrolladas sistemáticamente, son herramientas obligatorias para los profesionales clínicos y proporcionan sugerencias precisas y apropiadas para el curso de acción apropiado en circunstancias clínicas específicas.

El objetivo de las GPC es mejorar la calidad de la atención médica mediante traducción de nuevos hallazgos de investigación en la práctica clínica.

Para desafíos clínicos como el SII y el FC, hay actualizaciones continuas de las pautas para ayudar a los médicos clínicos en WM y TCM. En consecuencia, el mejor método para implementar estas pautas en la práctica se convierte efectivamente en un tema importante.

Por lo tanto, revisamos sistemáticamente las GPC disponibles actualmente e identificamos aquellas basadas en evidencia sólida para proporcionar sugerencias integrales a los médicos. Además, en consideración del sistema médico chino, también resumimos las preguntas clínicas que tienen el potencial de ser respondidas por la medicina integrativa (IM).

Métodos

Se realizaron búsquedas en las bases de datos principales en inglés y chino y se recopilaron datos desde enero de 1990 hasta enero de 2019. La búsqueda se enriqueció adicionalmente mediante búsquedas manuales y el uso de recursos disponibles públicamente.

Según el método de desarrollo, las pautas se clasificaron en pautas basadas en evidencia (EB), pautas basadas en consenso (CB) y pautas basadas en consenso sin una consideración integral de las pautas EB (CB-EB). Con respecto a las recomendaciones, la fuerza de las intervenciones se convirtió uniformemente a una escala de calificación de 4 puntos.

Resultados

Treinta Guías de Práctica Clínica (GPC) cumplieron los criterios de inclusión y fueron capturadas como fuentes de extracción de datos. La mayoría de las GPC de medicina occidental (WM) se desarrollaron como guías basadas en evidencias (EB).

Los antiespasmódicos y el aceite de menta para el dolor, la loperamida para la diarrea y la linaclotida para el estreñimiento fueron relativamente comunes en el tratamiento del SII.

Los agentes de volumen: psyllium, polietilenglicol y lactulosa como laxantes osmóticos, el picosulfato de bisacodilo y sodio como laxantes estimulantes, el lubiprostone y el linaclotida como agentes procesadores, y la prucaloprida fueron muy recomendables o recomendados en la FC.

Se sugirieron intervenciones de MTC basadas en la diferenciación de patrones, mientras que el nivel de recomendación se consideró débil o insuficiente.

Perspectivas actuales sobre el manejo del SII con medicina occidental

La descripción es relativamente simple para el manejo general del SII según las pautas disponibles. La formación de una relación terapéutica efectiva médico-paciente fue muy recomendada o recomendada por seis GPC integrales, mientras que otras GPC carecían de contenido relevante.

La monitorización de los síntomas puede ser útil para identificar posibles desencadenantes que exacerban los síntomas, pero la monitorización de los síntomas solo fue respaldada por evidencia débil en dos GPC.

Diez GPC con contenido relevante encontraron evidencia débil o insuficiente con respecto a recomendar modificaciones en la dieta. Sin embargo, con respecto a intervenciones dietéticas específicas, las sugerencias pueden no ser consistentes. Una dieta baja en fermentación de oligo-di-monosacárido y poliol (FODMAP) fue el centro del debate. Fue recomendada por dos GPC, mientras que las otras seis GPC consideraron que la evidencia era débil.

Tres síntomas principales del SII son dolor abdominal, diarrea y estreñimiento. Por lo tanto, las intervenciones farmacológicas convencionales se clasificaron según esas tres dimensiones.

Dolor

Los antiespasmódicos fueron los principales medicamentos utilizados para tratar el dolor en el SII. Fueron fuertemente recomendados o recomendados por 13 GPC, mientras que solo 1 GPC informó evidencia débil.

El aceite de menta era el otro medicamento que tenía el potencial de considerarse una terapia de primera línea para el dolor. Tres GPC lo recomendaron.

Los antidepresivos, incluidos los antidepresivos tricíclicos (ATC) y los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), podrían considerarse cuando las terapias de primera línea no eran efectivas.

 

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