Permiso para morir | 17 AGO 19

La última lucha de Guillermina

Una juez ordena alimentar con sonda a una enferma grave de alzhéimer. Sus hijos pelean contra lo que creen encarnizamiento
Autor/a: Ana Alfageme La última lucha de Guillermina

Guillermina Freniche Gómez nunca hubiera querido verse así: con una sonda en la nariz, quejosa, prolongando una vida vacía, aseguran sus hijos. Una juez ha ordenado que los alimentos le lleguen a través de ese tubo, porque ella, con alzhéimer avanzado y a los 78 años, ya no puede tragar. “Era peleona, de izquierdas”, dice su hija Astrid, y está así por orden de “una jueza, que no la oyó gritar y llorar cuando le tocó vivir el final de su madre, mi abuela...”. Eso ha escrito Astrid en un emocionado hilo de Twitter.

Los médicos de la residencia de religiosas de Torremolinos (Málaga) donde está internada Guillermina acudieron a la justicia al oponerse los hijos a lo que consideran un intolerable encarnizamiento terapéutico. Su hijo y tutor legal, Ricardo Freniche, pelea en los tribunales para que la sonda sea retirada y ha presentado un dictamen del comité ético de la sanidad pública andaluza en contra de la alimentación artificial de la madre.

Astrid cuenta crudamente por teléfono la situación, que se presentó a primeros de julio: “Mi madre ha estado los últimos años tranquila, eso sí, como un vegetal. Pero había dejado de tragar. El 10 de julio los médicos de la residencia privada San Carlos de Carmelitas Misioneras nos dieron dos horas para que les autorizáramos a ponerle la sonda. Dijeron que si no, ella moriría de hambre y sed con mucho dolor. Nos negamos y les pedimos cuidados paliativos, para que no sufra”.

Guillermina no tiene testamento vital. Ha vivido en la residencia, “donde la han cuidado maravillosamente”, coinciden los hijos, los últimos seis años. “Pero ya sabíamos que cuando llegase este momento íbamos a tener problemas”, relata Ricardo. El 15 de julio la directora presentó un escrito en el juzgado para que ordenase la alimentación forzada de Guillermina, dado que el equipo médico insistía. El informe de los facultativos atribuye al curso del alzhéimer la imposibilidad de tragar y justifica la petición porque “la paciente presenta estabilidad clínica”. Una trabajadora de la residencia ha rehusado hablar sobre el caso: “Está en manos de la justicia. Nosotros cuidamos de Guillermina”.

El día 18, la titular del juzgado de Instrucción número 2 de Torremolinos autoriza la colocación de la sonda porque consiste "en un tratamiento paliativo que podrá evitar la muerte con sufrimiento por inanición referida [por el médico de la residencia] o la muerte por asfixia descrita por el médico forense”, detalla en el auto. “Pero el médico del juzgado no examinó a mi madre”, sostiene Ricardo. El mismo día la trasladan al hospital público Virgen de la Victoria de Málaga para colocarle la sonda. Le introducen dos distintas. “Todos los médicos que vieron a nuestra madre concluían con la misma frase: ‘Yo nunca le hubiera puesto una sonda a una enferma en este estado’. Al final, el último médico y tras leer todo su periplo, se apiadó e hizo unas consideraciones que le agradeceremos toda la vida”, dice Ricardo. “Considero oportuno [hacer] reevaluación de orden judicial de colocación de sonda nasogástrica para alimentación enteral en paciente en situación terminal de dos años de evolución”, escribe este facultativo de urgencias.

 

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