La necesidad de un cambio institucional | 10 MAY 20

Burnout en el personal sanitario

El síndrome de burnout o agotamiento extremo no es un diagnóstico médico sino un fenómeno laboral que obliga a mirar más allá del individuo para hallar soluciones eficaces
Autor/a: Montgomery A, Panagopoulou E, Esmail A, Richards T BMJ 2019; 366:l4774
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencias bibliográficas
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El burnout o agotamiento extremo es la respuesta a la exposición prolongada a factores laborales estresantes y tiene serias consecuencias para los profesionales de la salud y las instituciones donde trabajan.

Se asocia con privación del sueño, errores médicos, mala calidad de la atención médica y escasa satisfacción de los pacientes. Sin embargo con frecuencia las iniciativas para encarar el problema se centran en las personas y no en los sistemas.

La evidencia de la asociación del burnout con indicadores objetivos de desempeño es escasa en todas las ocupaciones, incluido el sistema de salud. Los pocos estudios que emplean indicadores objetivos de seguridad de los pacientes a nivel sistema confirman la asociación entre burnout y asistencia médica subóptima.

En un estudio reciente, las unidades de cuidados intensivos donde el personal sufría gran agotamiento emocional tenían mayor índice de mortalidad, incluso después de haber controlado las características objetivas de la unidad, como la carga de trabajo.

Es probable que se subestime la relación entre agotamiento y desempeño en el sistema de salud: el desempeño laboral todavía se puede mantener aún cuando el personal agotado carece de energía mental o física, ya que adopta estrategias de “protección del desempeño” para mantener las tareas prioritarias y descuida las tareas secundarias de baja prioridad (como tranquilizar a los pacientes). De esta manera se enmascara la evidencia del quiebre del sistema hasta que se llega a puntos críticos.

Medir y evaluar el agotamiento extremo dentro de un sistema antes de que erosione la calidad de la asistencia médica y se dañe a los pacientes podría ser una señal para estimular la intervención.

Problema compartido

Necesitamos estrategias eficaces para prevenir y mejorar el burnout en el ámbito sanitario. Las respuestas más frecuentes han sido responsabilizar a los profesionales de la salud para que se cuiden más, se vuelvan más resilientes y afronten solos los factores estresantes.

Pero este enfoque tan individualista pasa por alto las fuentes de estrés laboral crónico, como el maltrato, la escasez de personal y las medidas de austeridad, que a menudo están más allá del control individual.

El desgaste, el escepticismo y los consiguientes sentimientos de ineficacia experimentados por las personas que sufren agotamiento extremo suelen ser una experiencia compartida en respuesta a factores laborales estresantes y deberíamos encuadrarlos como un problema del sistema y no solo como un problema individual.

Las soluciones con enfoque individual son importantes para apoyar al personal sobrecargado, pero tienen menos probabilidad de ser duraderas y sustentables que las soluciones incorporadas institucionalmente. Pueden incluso agravar los problemas a la larga al reforzar un enfoque disfuncional para sobrellevarlos, que interpreta el fracaso como totalmente personal.

El enfoque actual del burnout como un diagnóstico médico ha impedido el progreso en la temática. Considerar el agotamiento como una enfermedad dificultó los esfuerzos para poner a la atención en el lugar de trabajo como la causa.

En este trabajo se analizan cuatro pasos prácticos para comenzar a considerar el burnout a nivel sistema y por lo tanto enfrentar el problema con un enfoque de sistema:

1. Emplear el burnout como indicador de la calidad de la atención sanitaria

2. Evaluar el burnout a nivel de cada servicio y a nivel individual

3. Crear explícitamente ámbitos de trabajo saludables

4. Incluir a médicos y pacientes en el proceso de articular interrogantes para la investigación.

Incluir el burnout en las evaluaciones de la calidad de la atención sanitaria

Es necesario un enfoque diferente para integrar el bienestar como un marcador de la calidad dentro del sistema sanitario.

Podemos pensar en que los hospitales midan la seguridad en cuatro categorías: estructura (por ej, instalaciones), proceso (por ej, regularidad de la asistencia médica), resultados (por ej, tasas de supervivencia) y la experiencia del paciente (por ej, satisfacción).

Investigaciones en el Reino Unido entre el personal del Servicio Nacional de Salud indican el deseo casi universal de proporcionar la mejor calidad de asistencia, pero también señalan que suele ser difícil para las instituciones obtener una percepción válida sobre la calidad de la atención que proporcionan. No obstante, la calidad de la atención mejor y más segura se relaciona con mayor compromiso del personal.

Además, la satisfacción del personal se relaciona débilmente con las tasas de mortalidad hospitalaria estandarizadas. Los servicios que informan altos niveles de burnout podrían estar señalando la erosión de la seguridad hospitalaria. Si el agotamiento se puede considerar como indicador de mal funcionamiento de la institución, se lo debe incluir en la evaluación de la calidad de la atención médica.

El reciente reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del burnout como un fenómeno laboral (y no una enfermedad) abre el camino a los encargados de las políticas públicas para consolidar estrategias institucionales con el objetivo de investigar el problema y mejorarlo.

La medición de la experiencia laboral del personal puede contribuir a comprender los problemas institucionales que generan una asistencia médica de poca calidad. Leiter y Maslach mencionan cinco características de la experiencia laboral. Cada una sugiere un enfoque diferente para encarar los factores que favorecen el burnout, es decir una intervención y solución diferentes.

Hay un continuum desde el burnout (que es grande en las tres dimensiones de disfunción) hasta el compromiso (escaso en las tres). Los tres perfiles intermedios son no comprometidos (caracterizados solo por gran escepticismo), sobrextendidos (solo gran agotamiento) e ineficaces (solo gran ineficacia).

Cada perfil refleja una crisis diferente de la vida laboral que necesitaría una estrategia de intervención distintiva. La característica de ineficaz ha sido ignorada y la mayoría de los investigadores se centran sobre el agotamiento y el escepticismo.

Los sentimientos negativos del trabajador sobre la calidad de su desempeño requieren más que disminuir la carga de trabajo.

Además, incluir el burnout como una medida de calidad de la asistencia puede señalar problemas difíciles de registrar. Por ejemplo, existe evidencia de que la fatiga por compasión y la despersonalización debida al burnout del personal se asocian con descuido en la atención médica. Este a su vez puede llevar a los pacientes y su familia a creer que el personal no se preocupa por el bienestar emocional y físico de los pacientes.

El agotamiento se debe evaluar a nivel servicio o unidad

La evaluación del agotamiento está limitada por su medición inadecuada. La mejor medición es el inventario de agotamiento de Maslach, si bien los investigadores no lo suelen utilizar adecuadamente. Algunas investigaciones recientes examinaron las diferencias entre instituciones.

Los autores de este artículo sugieren examinar los niveles de agotamiento en cada servicio de cada institución a fin de conocer los causales clave de los sistemas.

 

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