¿Será que todos estuvimos en el castillo de Kronborg? | 23 JUN 19

Esos lugares en los que se enseñorea la realidad

Un viaje por la geografía de la imaginación, la literatura y las series
Autor/a: Dr. Ricardo T. Ricci 

Resulta que esa bella construcción se halla en la boca del estrecho de Oresund que separa Dinamarca de Suecia. Hablando propiamente, la gran isla de Sealandia (Dinamarca) de la costa sueca que se halla enfrente.

Un lugar estratégico y de gran valor económico, allí se pagaba el impuesto para ingresar al sur de Suecia, concretamente a uno de sus puertos más famosos, Malmö.

Ese estrecho también debe ser transitado para acceder a Copenhague, la Capital de Dinamarca que a la sazón se encuentra frente a Malmö. Ambas ciudades se encuentran hoy vinculadas por un importante puente.

La imagino una zona fascinante, populosa, muy desarrollada y moderna, llena de industrias y de barrios densos y achaparrados.

Son los lugares por los que el inspector Wallander, el inmortal policía creado por Henning Mankel, circula con frecuencia para resolver incontables crímenes caracterizados por lo aberrante de las conductas de los delincuentes y la sordidez de los escenarios elegidos.

Es la zona de sus penurias personales, de sus melancolías, de las discusiones con su hija y también el escenario de la inestabilidad de sus amores.  

En ese lugar además se halla ambientado el comienzo de la serie televisiva “El puente”, una coproducción danesa y sueca que tuvo mucho éxito unos años atrás. El argumento de la misma se desarrolla a partir de que en medio del Puente de Oresund, aparece el cuerpo de una política sueca.

El cuerpo, cortado en dos por la cintura, fue colocado precisamente en la frontera entre ambos países, cayendo así en la jurisdicción de las dos agencias de la policía danesa y sueca.

Después de un examen más detenido, resulta que el cuerpo, en realidad, está compuesto de dos cuerpos separados. Una de las mitades pertenece a una mujer danesa. Una policía sueca y un policía danés deberán resolver este monstruoso crimen fronterizo.

Allí en esa zona crucial se halla desde la edad media el imponente castillo de Kronborg. Shakespeare no lo menciona directamente pero se refiere en forma precisa al área en la que el castillo se encuentra ubicado, con el fin de adentrarnos en el drama nos ubica en Elsinor.

Dos de los físicos más importantes del siglo XX, fundadores de la Mecánica Cuántica, Niels Bohr y Werner Heisenberg, en algún momento indefinido de la década del ’30 salieron a dar un paseo por la campiña danesa y se encontraron de pronto frente al famoso castillo.

Conviene recordar que ambos son integrantes de la más estricta corriente científica de la Física Teórica, por lo tanto agudos observadores de la realidad a la que recurren cotidianamente para poner a prueba sus más ambiciosas hipótesis. Es decir, ambos son estelares representantes de la ciencia dura.

De pronto, situados frente al castillo de Kronborg, Bohr le dijo a Heisenberg:

“¿No es ciertamente llamativo como este castillo cambia tan rápido cuando la gente imagina que Hamlet vivió aquí? Como científicos creemos que un castillo consiste solo de piedras y admiramos la forma como el arquitecto las ordenó.

Las piedras y el techo verde como a la pátina (barniz), los detalles de madera de la iglesia constituyen un castillo entero. Nada de esto debería cambiar por el hecho de que Hamlet vivió aquí, pero todo esto cambia completamente.

A veces las murallas y los baluartes hablan un lenguaje muy distinto. El propio patio se transforma en un mundo un tanto oscuro que nos recuerda la oscuridad del alma humana, escuchamos a Hamlet: “ser o no ser”. A la vez todo lo que realmente sabemos de Hamlet es que su nombre aparece en una crónica del siglo XIII. Nadie podrá probar que él realmente existió y menos aún que aquí vivió.

 

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