Un nuevo tipo de astrocito | 05 DIC 16

Los mediadores del ataque cerebral

Un trabajo reciente describe por primera vez un tipo de astrocito llamado IDA, involucrado en los procesos de inflamación que ocurren tras un ataque cerebral isquémico.
Autor/a: Ana Belluscio CONICET dialoga


Inmunofluorescencia. Imagen: gentileza investigadores

Cuando una persona sufre un ataque cerebral de origen isquémico o hemorrágico y se interrumpe el flujo de sangre en una determinada zona del cerebro, durante las primeras horas las neuronas de la región mueren por la disminución de las concentraciones de oxígeno y glucosa.

“Sin embargo, muchas veces el paciente llega lúcido al hospital, pero tres días después su cuadro empeora y puede llegar al coma. ¿Qué pasó en ese periodo? Se produjo no solo la muerte de las neuronas del núcleo central del evento, sino que luego los astrocitos circundantes, células encargadas de darles sostén y nutrición a las neuronas, empezaron ellas mismas a matar las neuronas ubicadas en la periferia de la lesión inicial”, cuenta Javier Ramos, investigador independiente del CONICET y director del Laboratorio de Neuropatología Molecular, en el Instituto de Biología Celular y Neurociencia ‘Profesor Eduardo De Robertis’ (IBCN, CONICET-UBA).

Ramos lidera un grupo de investigación que aisló y describió por primera vez a los Astrocitos Derivados de la Isquemia (IDA, por su sigla en inglés), un tipo de astrocito particular que surge después de un episodio isquémico cerebral, es decir cuando se pierde la irrigación sanguínea en una determinada región del cerebro. El trabajo fue publicado en la revista Frontiers in Cellular Neuroscience y fue realizado en colaboración con el Instituto Pasteur de Montevideo (Uruguay).

“Los astrocitos son células de sostén de las neuronas, que las ayudan a vivir y contribuyen a la nutrición e intermedian el contacto con los vasos sanguíneos. Pero cuando hay una lesión en el sistema nervioso los astrocitos reaccionan, aumentan su tamaño, cambian su forma y sufren numerosos cambios bioquímicos”, comenta Ramos.

Cuando separaron a los astrocitos IDA y los estudiaron en el laboratorio, notaron que si bien derivaban de los astrocitos normales tenían características particulares: son prácticamente inmortales, pueden migrar a distancias mayores que sus pares no inflamatorios y además pueden liberar sustancias capaces de eliminar neuronas que sufrieron estrés por falta de oxígeno, pero no matan neuronas normales. Algo así como si transmitieran el fenómeno inflamatorio y de muerte neuronal del centro a la periferia, como los círculos en el agua tras arrojar una piedra.

Y es que cuando hay una lesión cerebral por falta de oxígeno mueren las neuronas que están en la zona afectada y se genera un núcleo isquémico. Desde ese foco, un fenómeno inflamatorio contagia al tejido sano y se extiende a la periferia, hasta que la intensidad del evento va decreciendo y se forma una zona de transición entre el núcleo isquémico y el tejido circundante, conocida como penumbra. Este trabajo explica, justamente, que los IDA podrían ser responsables de esta expansión de la inflamación.

“No se sabe bien porqué las señales del foco isquémico perduran hasta una determinada distancia y después decaen”, comenta Ramos y explica que hay una teoría que postula que las moléculas que median esta ‘expansión inflamatoria’ se transmiten a través de unos canales – una suerte de túneles – que unen a los astrocitos entre sí. Y esto lleva a que la reacción inflamatoria llegue como una ola hacia mayores distancias.

 

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