Riesgos y consejos. | 05 SEP 16

El adulto mayor que viaja

En los últimos años se ha incrementado el número de viajeros internacionales, los adultos mayores probablemente representaron un buena proporción de los 1.184 millones de turistas que, en el mundo, se movilizaron durante 2015.
Autor/a: Dra. Susana Lloveras Fuente: SLAMVI 
INDICE:  1. Página 1 | 2. Referencia bibliográficas
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*Este artículo de la Dra. Susana Lloveras forma parte de la agenda temática del próximo
Congreso Latinoamericano de Medicina del Viajero del 6 al 7 de octubre en Bs. As.


Introducción

La proporción de personas mayores de 60 años está aumentando más rápidamente que cualquier otro grupo de edad en la población de casi todos los países del mundo debido al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la tasa de fecundidad.   Al prolongarse nuestra expectativa de vida, los adultos mayores tienen la posibilidad de realizar muchas actividades en ese momento de la vida, entre las que se destacan los viajes.

En los últimos años se ha incrementado el número de viajeros internacionales, los adultos mayores probablemente representaron un buena proporción de los 1.184 millones de turistas que, en el mundo, se movilizaron durante 2015. 

En un estudio realizado en Estados Unidos sobre 784 viajeros, la  proporción de los mayores de 65 años fue de 14% y en otro estudio de 1.416 viajeros estadounidenses que asistieron a una consulta de pre viaje, un tercio eran mayores de 60 años y casi el 1,5% eran mayores de  80 años de edad. 

En 2008, los canadienses mayores de 65 años representaron el 14% de los viajes internacionales (a países distintos de los EE.UU.), mientras que los adultos de  55 años de edad representaron el 34%.

La definición de "senior" o "mayor" no está estandarizada, aunque los 65 años es el indicador comúnmente utilizado. La edad, sin embargo, es relativamente menos importante que el estado fisiológico y  no necesariamente se correlaciona con la presencia o ausencia de enfermedad.

Los adultos mayores plantean un desafío para los profesionales durante la consulta de pre- viaje por las comorbilidades, las interacciones medicamentosas, la dificultad en la aclimatación y  la mayor predisposición a contraer ciertas enfermedades. 

¿CUÁLES CAMBIOS FISIOLÓGICOS PONEN EN RIESGO A LOS ADULTOS MAYORES DURANTE UN VIAJE?

Una serie de cambios fisiológicos de los adultos mayores, aun siendo sanos, los predisponen a mayor riesgo durante un viaje, y mucho más aún si sufren de algún padecimiento crónico o se encuentran bajo tratamiento farmacológico. 

Algunos de los cambios que pueden impactar negativamente durante un viaje en el adulto mayor  son la disminución de la función cardiopulmonar que se produce con la longevidad y a su vez, una respuesta ventilatoria más pobre a la hipoxia, en comparación con los jóvenes.

La función renal sufre modificaciones y hay una disminución en la conservación de agua y sodio. La regulación de la temperatura corporal es menos eficaz y los adultos mayores tienen una capacidad disminuida de sudoración que les genera dificultades para la aclimatación, mayor tiempo para adecuarse a los cambios de temperatura y humedad como así también a la altura y cambios de husos horarios, entre otros.

Con el paso de los años hay probabilidad de desarrollar aclorhidria con mayor riesgo de infecciones gastrointestinales. También hay disminución de la respuesta inmune celular lo que puede significar una disminución de la capacidad para neutralizar los antígenos extraños y mayor riesgo de contraer enfermedades durante el viaje. 

Existen cambios metabólicos que pueden ocurrir en personas de edad avanzada que les pueden generar una disminución de la tolerancia a la glucosa y  una peor respuesta al estrés fisiológico y relacionado con el viaje.

La piel también se modifica con pérdida de elasticidad y colágeno lo que la hace más sensible a las condiciones climáticas, al daño por exposición solar y al desarrollo de lesiones actínicas potencialmente malignas. 

La grasa reemplaza el tejido muscular y se pierde fuerza muscular lo que puede generar mayor fatiga ante un esfuerzo físico desmedido como manipular el equipaje, caminar largos pasillos y escaleras en estaciones de tren o aeropuertos. A su vez, hay pérdida de agilidad que aumenta la posibilidad de caídas y lesiones. 

Sumado a lo anterior, el deterioro de la  agudeza visual y auditiva puede agravar los problemas inherentes a la comunicación internacional y la adaptación a ciertos entornos durante los viajes.

 ELEGIR EL DESTINO Y PLANIFICAR EL VIAJE

Los adultos mayores deben planificar muy bien su viaje, teniendo en cuenta no solo el destino final sino también el itinerario y los riesgos presentes en cada lugar. Es aconsejable que realicen viajes planificados, preferentemente en tour, hoteles todo incluido (“all inclusive”) o cruceros donde las actividades recreativas o los paseos son grupales y las comidas están planificadas. En este tipo de viajes, además muchas veces está asegurado el manejo del equipaje, el traslado, la movilidad, la asistencia médica y el adecuado descanso lo que disminuye el riesgo en comparación con un viaje independiente y de aventura.

 LA APTITUD PARA EL VIAJE

Es necesario que el adulto mayor haga una consulta con su médico de cabecera para realizar un chequeo y evaluar su estado de salud antes del viaje, especialmente si durante el mismo va a realizar actividades que le demanden un esfuerzo físico no habitual. 

Además debe realizar consulta a un servicio de medicina del viajero para realizar un adecuado asesoramiento antes del viaje. Esta consulta debe realizarse con suficiente antelación para poder indicar las medidas de prevención, idealmente debe realizarse como mínimo entre 4- 6 semanas antes de la fecha de partida. Si el viajero padece alguna enfermedad previa, especialmente si es inmunocomprometido, la consulta debe realizarse preferentemente entre 3 a 6 meses antes de salir de viaje.

Se debe realizar una evaluación individualizada del riesgo que toma en consideración el lugar exacto del viaje, el itinerario y factores individuales del viajero. Se debe prestar especial atención a las inmunizaciones, la prevención de malaria y la diarrea del viajero.

No hay que olvidar que el comportamiento apropiado del viajero puede reducir sustancialmente el riesgo de muchos problemas específicos de salud como así también aquellos relacionados con la seguridad. Deben brindarse pautas de cuidado, educación sobre comportamiento y estrategias de autotratamiento.

Los viajeros con enfermedades subyacentes deben conocer que todo el viaje puede tener riesgos incluso cuando se trasladan en trenes, ómnibus, taxis o están varias horas en áreas de espera en diferentes terminales.

Cuando el viaje es en avión las principales preocupaciones son las exacerbaciones de problemas médicos crónicos debidos a cambios en la presión del aire y la humedad; la inmovilidad relativa por el riesgo de enfermedad tromboembólica y el contacto estrecho con pasajeros que puedan padecer enfermedades transmisibles.

 

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