Iniciativa de la OMS

Hacia una salud sin mercurio para el año 2020

“El mercurio es uno de los diez principales productos químicos de mayor preocupación para la salud pública".

Con el objetivo de poner fin a la exposición de la población mundial al mercurio de los dispositivos médicos de medición, como los termómetros y los tensiómetros, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la iniciativa ‘Salud Libre de Mercurio en el año 2020’.

“El mercurio es uno de los diez principales productos químicos de mayor preocupación para la salud pública y es una sustancia que se dispersa y permanece en los ecosistemas por generaciones, causando graves problemas de salud y discapacidad intelectual a las poblaciones expuestas”, explicó Margaret Chan, directora general de la OMS.

Aunque esta iniciativa establece como fecha límite el año 2020, lo cierto es que se lanza coincidiendo con la firma el 10 de octubre de 2013 del Convenio de Minamata sobre Mercurio, firmado bajo el auspicio de la OMS, donde se permite que los países siguen utilizando el mercurio en aparatos de medición médicos hasta 2030 bajo ciertas circunstancias especiales.

La OMS y sus asociados del sector de la salud se comprometen a trabajar para la eliminación de mercurio en antisépticos tópicos y en cosméticos para aclarar la piel; desarrollar estrategias de salud pública para hacer frente a las repercusiones sanitarias del uso del mercurio en la extracción aurífera artesanal y en pequeña escala; realizar medidas para eliminar el uso de la amalgama dental; y fomentar el intercambio de información de salud, la sensibilización pública y la investigación en salud. “Vamos a trabajar con los Gobiernos para garantizar que puedan cumplir con sus obligaciones en virtud de la Convención, especialmente en las áreas de salud”, añadió la Dra. María Neira, directora de la OMS para Salud Pública y Medio Ambiente.

El Convenio de Minamata fue adoptado en Kumamoto (Japón), con el apoyo de la organización Salud Sin Daño, con motivo de la Conferencia de Plenipotenciarios que se esta celebrando hasta el 11 de octubre. El Convenio está abierto a la firma de los Estados Miembros y las organizaciones regionales de integración económica en Kumamoto y, posteriormente, en la Sede de las Naciones Unidas en New York (Estados Unidos) hasta el 9 de octubre de 2014.

El Convenio establece un plan para la acción de los países para eliminar las formas más perjudiciales de la utilización del mercurio, reducir las emisiones de mercurio procedentes de la industria, promover métodos sin mercurio, proteger a los niños y mujeres en edad fértil de la exposición al mercurio, y tomar medidas para mejorar la salud y el bienestar de los trabajadores.

Tras la firma, Chang recordó que “con la Convención de Minamata sobre Mercurio vamos a emprender un largo camino para proteger al mundo para siempre de las devastadoras consecuencias para la salud del mercurio”.
Hace más de quince años, Salud Sin Daño empezó a trabajar en la eliminación del mercurio de los dispositivos médicos; más recientemente se unió la OMS, que fue apoyada por diferentes países y regiones, como la Unión Europea, Estados Unidos, Argentina, Chile, Costa Rica, Nicaragua, Filipinas, Nepal, Sri Lanka y Mongolia, donde se han comprometido a su eliminación. “El trabajo incansable y comprometido de las enfermeras, los médicos, y los autoridades de hospitales, junto con organizaciones no gubernamentales, Gobiernos y los funcionarios de las Naciones Unidas, ha demostrado que el cambio a la salud libre de mercurio es posible, asequible e inevitable”, añadió durante la firma Josh Karliner, director global del proyecto Salud Sin Daño.

El mercurio es tóxico para la salud humana, siendo una amenaza especial para el desarrollo del niño en el útero y temprano en la vida. Concretamente la inhalación de vapor de mercurio puede producir efectos perjudiciales en los pulmones y los riñones, en el sistema nervioso, digestivo e inmunológico; además, es corrosivo para la piel, los ojos y el tracto gastrointestinal, y puede inducir toxicidad renal si se ingiere.

Fuente: Organización Mundial de la Salud