Quinta edición del DSM | 20 MAY 13

El nuevo manual de los trastornos mentales enfrenta a los psiquiatras

La polémica envuelve la quinta edición del manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales o DSM V.
Después de dos décadas sin tocar el texto, el próximo 18 de mayo la Asociación Americana de Psiquiatría presentará su nueva edición. Solo dos semanas antes, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE UU se han desvinculado del diccionario por considerarlo poco científico.
 
Uno de los objetivos frustrados del manual era hallar biomarcadores para diagnosticar trastornos mentales. Luis Demano.
 
Por Núria Jar
 
El próximo 18 de mayo a las siete de la mañana, hora local en San Francisco, se descubrirán los detalles de la última y quinta edición de un best-seller de la Psiquiatría, el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, el DSM por sus siglas en inglés.
 
Miquel Bernardo, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, recuerda que en su época universitaria llevaba encima la tercera edición del manual. Ya como psiquiatra, vivió el lanzamiento del DSM-IV y su revisión (DSM-IV-TR). Estos días se ausentará del Hospital Clínic de Barcelona para asistir al encuentro anual de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).
 
El cabeza de cartel del congreso es la presentación de la polémica nueva versión del DSM. Más de 400 especialistas en 13 grupos de trabajo han colaborado en el documento durante un proceso oficial de seis años que ha costado 25 millones de dólares. A diferencia de los anteriores, el DSM-5 usa números árabes y no grafías latinas en su título porque se esperan revisiones menores, como la versión 5.1. y 5.2.
 
El Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos ha anunciado que se desvincula de los criterios del nuevo manual. 
 
El precio de cada ejemplar se ha fijado en 199 dólares y el retorno de la inversión está asegurado. Psiquiatras, médicos de cabecera, trabajadores sociales, jueces y periodistas necesitarán la nueva versión para decodificar las enfermedades mentales en el contexto académico, clínico y social. Pero en el reino de la salud mental, no siempre se trabaja a gusto de todos.
 
A menos de un mes de su presentación, el 29 de abril el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de los Estados Unidos anunció que se desvincula de los criterios del nuevo DSM. “Los pacientes con enfermedades mentales se merecen algo mejor”, escribía Thomas Insel, director del NIMH, en su blog.
 
Sin declaraciones
 
 A partir de ahora, el centro estadounidense se regirá por sus propios estándares para clasificar las psicopatologías, que basarán, según ellos, en observaciones y medidas neurobiológicas. “La decisión es sorprendente y marca una separación clara entre la esfera clínica y la investigación de los trastornos mentales –comenta Bernardo–. La crítica estaba implícita en el lanzamiento del DSM-5, pero no de una forma tan radical”.
 
El 3 de mayo, la APA difundió su reacción oficial sobre la ruptura. David J. Kupfer, responsable de la nueva edición, valora el esfuerzo del NIMH en la contribución del avance del conocimiento científico, pero deja claro que su clasificación “no puede suplantar al DSM-5, solo es complementaria”.
 
Aunque la Asociación Americana de Psiquiatría no responda a las peticiones de los periodistas hasta el 18 de mayo, SINC ha hablado en exclusiva con Francisco Xavier Castellanos, uno de los dos únicos científicos españoles que ha formado parte de la fuerza operacional (task force) de la nueva edición, y vicepresidente del grupo de trabajo sobre trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y trastornos de comportamiento.
 
“No puedo hablar de todo el documento porque no lo he leído entero, ni puedo comentar los detalles hasta que no se publique el manual, pero creo que una vez los científicos y los clínicos se acostumbren a los cambios verán que muchos significan mejoras, como el diagnóstico del autismo”, responde desde los Estados Unidos, donde es profesor en el centro médico Langone de la Universidad de Nueva York e investigador en el Nathan Kline Institute for Psychiatric Research.
 
Bernardo asegura que “el progreso del DSM-5 respecto al anterior es incuestionable”, mientras que Miquel Roca, miembro de la junta de la World Psychiatric Association, opina que “la nueva guía tenía que ser más rupturista de lo que realmente es”.
 
Donde caben dos, caben tres
 
Dice un chiste de médicos que “donde hay dos psiquiatras, hay tres opiniones”.
 
Bernardo lo justifica: “La variabilidad de la práctica psiquiátrica es muy alta porque la actividad psíquica del cerebro es muy compleja”.
 
Uno de los objetivos frustrados del nuevo manual era hallar biomarcadores para el diagnóstico de trastornos mentales. “Hemos estado diciendo a los pacientes durante varias décadas que estamos a la espera de biomarcadores. Todavía estamos esperando”, reconoce Kupfer. De momento, el médico seguirá reconociendo la enfermedad solo por sus síntomas. 
 
El autismo y el síndrome de Asperger, junto con dos trastornos más, pasarán a englobarse dentro del mismo espectro del trastorno autista.
 
Pero la reedición del DSM
 

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