Los investigadores han examinado también otros factores que desempeñan un papel importante en la pérdida de peso, tales como la ingesta de energía y el gasto, las hormonas del apetito y la duración del sueño. Sorprendentemente, se ha constatado que todos estos factores influyeron de manera similar en los participantes de ambos grupos. Sin embargo, los comedores tardíos resultaron ser más nocturnos y presentaron con más frecuencia una variante en el gen clock, encargado de codificar una proteína implicada en el reloj circadiano, que marca los horarios de nuestro organismo.
Estas conclusiones podrían cambiar las futuras estrategias de adelgazamiento, que deberían tener mucho más en cuenta el momento de la comida y no solo el consumo de calorías, como se había creído hasta ahora, según informa la agencia Sinc.
"Nuestros resultados indican que aquellos individuos que retrasan hasta tarde la comida principal del día -después de las 15:00 horas- muestran una pérdida de peso significativamente menor que los que comen más temprano", explica Marta Garaulet, catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia y autora principal del estudio. Por otra parte, Frank Scheer, neurocientífico de la Escuela de Medicina de Harvard y autor sénior del estudio, destaca que futuras estrategias terapéuticas de adelgazamiento deberán tener en cuenta el momento de la comida y no solo el consumo de calorías y de macronutrientes, como se ha venido haciendo hasta ahora. Este estudio será publicado en febrero en la revista International Journal of Obesity.
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